Ella, la que deambula en mis anhelos, que se mese sobre sus piernas núbiles y vaporosas para vagar por mis recuerdos, recuerdos alegóricos de una realidad distante, ¡recuerdos de amor emancipantes! es mi naufraga consorte… perdida en un mar sin horizonte, solo el viento… solo el tiempo…. Solo el curso de la corriente y el empeño del destino… ¡solo ellos! Podrán cambiar mi suerte de celestino, como el llanto que cura la amargura del corazón cuando vuelas sin tocar el sol… como los varones que quiebran su frigidez al caer al canto de sus madres… como el sol que alumbra de madrugada, así será el sosiego de su llegada, como el agua que se precipita y refresca la tierra arada, como la redención de su nave naufragada… ¡ solo queda amarla!

Ricardo Contreras García