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"No hay mucho para pensar…
Me adelante a mis fechas…
Logre atravesar el tiempo
Y destrozar su naturaleza."

El mancebo se ase del amor pensando que será tema de días venideros, haciendo de su lozanía la bandera de su promiscuidad, dejando al azar su vida, cerrándole por completo la persiana a la sobriedad. Yo, recuerdo la nubilidad de mis años mozos, como si se tratasen del recuerdo de un pasado lejano, tan distante en el recuerdo que me sonrojan sus pecados,pero, miro al espejo y noto que la lozanía esta intacta… que el seño se frunce sin rugosidades, que aun al sonreír conservo el nítido surco en mis mejillas orondas, que mi rostro no ha dejado de ser brillante y que mi sonrisa aun es tibia como el sol en Marte.

¿Qué ha pasado? Hoy soy un mancebo con el alma de la pericia y la destreza, soy el veterano de pocas batallas que desperdicia su mocedad, soy un viajero del tiempo que le robo minutos a su vida para amar… el mismo viajero que viajo hasta su cumbre vacía con el único motivo de hacer del amor un recuerdo del presente y de cuyo presente solo queda la tímida y repetida imagen de su rostro sobre el espejo lleno de vaho.

Ricardo Contreras García
Para: Thalia Rincon Ríos
31 de diciembre 2008
2:11 am



" el tiempo se ha hecho nada, mi voz se ha ido... tu presencia sigue aqui dentro"


El viento suele avisarme que la tarde esta cayendo, que han pasado demasiadas horas. El paisaje esta totalmente igual, como si una acuarela se hubiese deslizado suavemente sobre el oleo, su imagen sigue allí… como la mejor de las pinturas.

Camino lentamente rebuscando en mi memoria, entre tantos momentos que ya fueron, la palabra que nunca dije… la que nunca escuchaste. La hierba es mas verde, mis pasos más pesados, estoy más viejo. Esa es la verdad. Me he hecho más senil, mas pausado, más monótono…siempre al lado de aquel almendro, hasta que el viento me llame a la verdad.

La casa esta algo amarilla, las flores ya marchitas. La cama sigue tendida de tu lado… pero lo único que queda de ti, es tu aroma… el resto el fuego lo calcino. Era lo mejor. La vida sin ti, ya es dura y si no te tengo tampoco quiero tener nada más.

Ya no lloro, creo que no tengo ganas. Cierro los ojos y sonrío, ahora todo me produce tranquilidad. Vivo en un letargo, en lontananza… deseo encontrarte pronto, como en mis sueños, como te encontré aquel día de de junio.

He llegado a la puerta y la luna ya me mira. Mi sombra se posa sobre los escalones que ya he subido para estar donde estoy. Giro la llave, entro de golpe y quedo de cara con el vacio del que un día fue mi hogar.

En el sillón miro por la ventana, y pienso que te llevare mañana: tal vez margaritas, rosas o claveles, ¿Dónde los encontraré? Siempre pienso en lo mismo, pregunto lo mismo. Antes de dormir deseo una cosa… que mañana no amanezca para mi, no en este mundo, no en esta realidad. Que sea a tu lado.

Pero se que despertaré, que no estarás y que caminaré hasta encontrar tus flores… luego, llegaré a tu lado. Allí estarás fría, impávida, somnolienta como has estado desde hace 10 años. En tu cama de tierra, hierbas y gusanos me sentaré, bajo la sombra del almendro, y te contaré alguna historia y cubriré tu rostro con las flores. Será así, tú también lo sabes… en la lejanía de nuestras miradas, lo sabes y solo callas.



por: julio cesar





Todos corren bajo la lluvia,
es una acción repetida.
Como si la caída de las gotas lastimara.
Huyen entre saltos, que buscan esquivar los charcos
Que aún se tornan de un tono claro y cristalino.

Los paraguas desfilan por las calles,
Con sus colores y miles de formas.
Pueden ser de un solo tono o pueden tener el estampado más estrambótico.
Son parecidos a sus dueños.

En lo alto las nubes grises, que son el origen de la curiosa lluvia en movimiento.
Las pequeñas gotas en caída libre y la gente en aceleración constante.
Y el aire frió, abraza a todo aquel que se halle desprevenido.

Como un afinado coro, el conjunto de gotas chocando contra el suelo.
Entonan la melodía característica de la lluvia.
Con su olor a tierra húmeda. Con su sonido de lluvia y con el poder de tranquilizar al hombre.
Así, se expresa la lluvia.

Cada vez más densa. Más gruesa. Más fuerte.
Cae y cae sin vacilar.
Y todos, allí inmóviles, esperan a que se calme.
Con el pensamiento calvado en las gotas y la sensación de paz en el ambiente.

Pero como todo el mundo nunca se detiene, los hombres andan con el temor a mojarse.
A sentir las gotas correr por su cuerpo, a sensibilizarse.
Andan empinados, andan abrazados, andan aferrados a alguien más
Que tenga un paraguas.

Tras varias horas de lluvia, de la caída incesante de los coristas naturales
Que se apiñonan en el seno de la gran nube gris para luego nacer, a la libertad de su canto,
Todos llegan a la misma conclusión: EL CIELO ESTÁ ROTO.

Las gotas se hacen menudas,
El cielo se tiñe nuevamente de azul.
La gente vuelve a ser dinámica
Y la ciudad queda…queda húmeda,
Queda encharcada, queda fría, queda… queda sin lluvia.

POR: julio cesar



Arrastrando el calzado a ver si el suelo lograba detenerme, arrepintiéndome de cada paso sumiso que me deslizaría hacia el sufrimiento, con los pies envidiosos del rastro de su andar; envidiando su estático discurrir y algo mas que el enorme sentir de volver.

Nuestra sombra, causada por el tenue desparpajo de las luciérnagas y faroles, que burlona intentaba perseguirnos, conocía también el triste final. Yo, con mis ojos perdidos en ti cual agujeros negros que engullen al universo, en el vaivén latente de nuestros labios e ignorante del mundo y de cualquier piedra que pudiera dejar a mi paso, sabia que moriría.

Solté tu mano arrastrando mis dedos por tu palma, fue mi último intento por no dejar escapar la sonrisa de nuestros labios, pero esta, mustia y desvanecida con el andar del que calza las sienes, no logró sobrevivir al adiós eterno y se esfumó en el firmamento, único testigo de nuestro corto y alienado amor y de cuya vid, la mas brillante de todas es, por tu boca, de mi propiedad.

Hoy clame al cielo, con pena y desasosiego, pero le prometí al tejado que volvería a verla, por lo menos antes de morir por la asfixia de su ausencia. Hasta entonces me sentare frente mi ventana esperando que el naciente busque su cálido refugio en el este, para poder ver de nuevo y fijamente los ojos del sol que sale a iluminar de noche y lleva tu nombre… Thalia.

PD: Había prometido no escribir más, pero hay razones que hacen digna cualquier omisión y creo que tú eres la razón mas grande que tiene mi corazón para hacer mover mis manos a su antojo y fabricar, con humildad, tan solo el boceto de su canto de AMOR.


" somos luz... somos una toque de gracia en cada corazón...somos... lo que creemos ser"

Hace algunos años... creo que cuatro. Se vio en la alto de cierta torre un a luz especial. No dañaba, era distinta... era la luz que producen los ojos de los niños... las sonrisas de la gente cuando se abrazan... era producto de una magia antinatural, que vas mas alla...esa que llaman navidad.

La luz... busco llenar cada rincon, cada corazón.
Pero no todo se logra, no todo es como quisieramos... hay vidas que no aceptan la luz.
Asi somos, algunos creen otros no...
pero esa diferencia, no hace menos magica, o menos feliz la navidad para unos o para otros...
solo le da un toque de mayor misticismos.
me pregunto entonces: ¿habra luz en mi corazon?
y lo unico cierto es que soy un militante de esta vida... que aveces, no me percato como muchos, de lo que hago...de lo que creo.
Tal vez, porque desde niño me enseñaron a creer y asi, soy feliz...
Tal vez, porque crecí y en mi afan de oponerme al mundo, prefieron olvidar todo lo enterior...
En últimas, la navidad es el momento para que el pueblo sufrido... desahogue sus penas,
con la esperanza de un mañana mejor... con agueros que hacen posibles cada cosa... con todos los aromas y velas de todos los colores.
No se le puede arrebatar al mundo una epoca llena de amor y de calidez... llena de sueños nuevos, y de ilusiones futuras.
Ahora la luz...puede estar delante tuyo, a tu lado, frente tuyo...
Igual esa luz, parece vivir dentro de todos... se aferra a nosostros. Y de rato en rato, se nos escapa... cuando andamos por alli, divagando... contemplando, entre el mundo que avanza. Y sin darnos cuenta, nos sentimos llenos de luz y entonces la irradiamos.... sonreimos, abrazamos... gritamos...
por: julio cesar




Richard meneaba su tinto mientras hablaba con su madre, en una finca que había adquirido hacia ya dos años, justo después del momento de su liberación por parte de LOS EXTRADITABLES, era una conversación rutinaria donde su madre lo ponía al tanto de los chismes del pueblo y uno que otro de la ciudad, Richard siempre parecía interesarse, sobre todo cuando le mencionaban los escándalos sexuales del cura de la parroquia.
La finca era muy tranquila, había pastizales y florestas que resplandecían con el sol mañanero de la sabana. Richard había decidido huir al campo para evitar la paranoia en la que se había envuelto después de los sucesos desafortunados que marcaron su vida.

Al cabo de un tiempo, su madre se disponía a levantar los pocillos de la mesa, Richard leería un poco… cuando de repente e irrumpiendo el silencio mortuorio de la finca, se oyó a lo lejos el estruendo de un zumbido conocido, Richard salto de la silla y se petrifico como esperando lo peor, su madre pareció no inmutarse sino hasta que vio la cara pálida de su hijo, para cuando el helicóptero había pasado sobre la casa, ya Richard se había escandalizado totalmente, había hecho venir una estantería completa al suelo de losas finas y un par de frutas de vidrio.
- ¡mama! ¡Mama! Vienen por mí – decía mientras lloraba con desespero- cúbrase, tírese al suelo.
- ¡Diana! ¡Diana! Protégeme – era lo que murmuraba mientras agarraba con fervor su estampita de la virgen, obsequio del cautiverio- ¡Diana! Ayúdame…
Su madre, que ella había alcanzado a preocuparse corrió al suelo para levantarlo, mientras le acariciaba la cabeza con el fin de lograr tranquilizarlo, todo parecía inútil.
Fue hasta que el zumbido desapareció totalmente en el silencio y en el soplar de una ventisca que apabullo a los pájaros que cantaban en concordia, que Richard despertó de su trance delirante y agónico, aun con lágrimas en su cara, su madre procedió a recoger los vidrios rotos del suelo mientras Richard por sus propios medios empezó a explicar lo ocurrido.
- Hay amores que nunca se olvidan, y horrores que te acaban la vida antes de poder ser olvidados, esa es la paradoja de la vida, aunque a veces creo que el horror se ensaño en mi vida y el amor es la carencia de un karma terrenal, todo comenzó cuando…
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- ¿Si oyó Richard? ¿ ya le contaron? Nos vamos para el monte a hacerle la entrevista soñada al cura Pérez.
- ¿Ha Manuel?
- Si, si el mismo.
- ¿En serio Diana? me puedo morir…
- Pues muérase mijo porque nos vamos
Era claro que Diana no podía precisar con exactitud el peligro al que se sometían, quizás porque se encontraba segada por la ambición, o por esa hambre de éxito que tanto la sedujo siempre, aunque la confianza de Richard se basaba en el exitoso discurrir de Diana por los campamentos montunos de las AUC, que le dejaron un excelente panorama político y periodístico del conflicto, así como una estrecha amistad con Carlos Pizarro, ex comandante del M 19. De manera tal que Diana, dispuso a su grupo de periodistas: Azucena Lievano, el redactor Juan Vitta, Hero Buss un alemán radicado en Colombia, Orlando Acevedo camarógrafo y Richard Becerra.
Todos partieron en una camioneta destartalada en la que llegaron a Honda, luego a la jineta atravesaron las densas montañas de valles idílicos forradas por cafetales hasta llegar a Copacabana, los hicieron poner cómodos a la espera del cura Pérez, pero ya todos se temían lo peor, y la sospecha de haber caído en una trampa aumentada con el paso de las horas, mas aun cuando antes del amanecer Diana y Azucena fueron sacadas de la casa para dirigirlas a destinos desconocidos.
A la media noche de un par de días después, los guardianes irrumpieron gritando – llego la ley -, esto los condujo por entre la floresta hasta el lugar donde se encontraba cautiva Diana y Azucena, recuentro que sirvió para el desahogo de Diana en su sentimiento de culpabilidad hacia lo que les había pasado, ella sentía que lo mas frustrante de todo era estar secuestrados y sin que nadie lo supiera, al mismo tiempo sirvió para apaciguar con el alivio de vida de los demás, la ausencia de los queridos.
Fueron pocas las ocasiones en que Richard y Diana estuvieron juntos durante el cautiverio, por lo general los mantenían en casas distintas, debido a que el abultado grupo de periodistas representaba varios problemas de logística.
Diana, por su parte, apenas se entero que se encontraba en las manos de Pablo Escobar se empeño en conseguir una entrevista de el para discutir las condiciones de su rendición.
Al cabo de un tiempo, justo en las épocas nostálgicas de noviembre, cuando ya se asoma el olor de la navidad, Diana ya estaba totalmente perturbada, todos lo sabían pues su depresión había alcanzado niveles impensados
- Aquí los tiempos corren distinto de lo que estamos acostumbrados a manejar, no hay afanes para nada.
Richard por su parte no hacia mas que pensar en el sustento de su madre, quien hacia ya algunos años vivía de su sueldo, lo peor de su cautiverio fue descubrir en el colchón, de uno de sus cuartos de turno, manchas coaguladas de sangre que bien podrían ser por causa de puñaladas repetidas, su pánico creció cuando a su compañero de cautiverio, Orlando, le dieron la libertad inesperada, Richard se debatió entre la alegría y la tristeza cuando lo vio partir, ahora la soledad seria su única compañía.
Diana, socavada por la soledad, pidió que la reunieran con Richard, petición que fue complacida después de navidad, fue una fortuna para ambos, escuchaban radio hasta el amanecer y departían en tertulias de nunca acabar, se habían acostumbrado a dormir de día y vivir de noche.
Una mañana, se escucharon ruidos de helicóptero por el rumbo de Medellín, la policía estaba a punto de allanar la casa, uno de los guardianes entro con afán a la casa gritando – Nos cayo la ley - , tanto Diana como Richard se demoraron, a propósito, lo mas que pudieron porque pensaron que se trataba de la ocasión perfecta para el rescate, Richard recogió el equipo de camarógrafo que le habían devuelto y camino junto a Diana, una trocha cuesta arriba de pedregales, Diana se sintió exhausta poco después de comenzar la caminata. Cuando los helicópteros de asomaron en el horizonte haciendo ráfagas contra los guardianes, Richard se tiro al suelo.
- No se mueva – le grito Diana – hágase el muerto.
Justo después cayó a su lado, bocabajo.
- Me mataron, no puedo mover las piernas, grito Diana desesperada.
Richard Inspecciono por pedido de Diana la razón de su mal y resulto tener un agujero nítido y sin sangre en la parte baja de la espalda, Richard se negó a dejarla ahí, cogió su medallita de la virgen y comenzó a rezar junto a ella.
De pronto el tiroteo término y aparecieron dos agentes del cuerpo elite con sus armas en ristre, Richard levanto los brazos y atino a decir – No disparen-.
Después de la identificación, montaron a Diana en el helicóptero envuelta entre sabanas, mal herida, fue la ultima ves que Richard vio a Diana con vida.
Poco después en la euforia de su libertad se entero que había muerto, razón suficiente para opacar su felicidad.
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- Aja mijo ¿y vos cuantas veces pansas contarme esa historia? Ya es tiempo de que la vallas superando… - decía la mama de Richard un poco cansada de la lúgubre narración de su hijo.

- No mama, tendrás que escuchar esta historia cada ves que cualquier ruido de alfiler me evoque su nombre… Diana.

Adaptación: Noticias de un Secuestro – Gabriel García Márquez



A ti…que estas llena de experiencia y que aun en la lejanía supones querer y ser querida. Pero mereces el corazón, como lo merece todo aquel que en su inmortalidad… se equivoca y continua haciendo el bien…”


Sonríe una vez más y muestra una dentadura afectada por los años, una sonrisa que muchos conocen porque es franca y cuenta, que esta vieja ha vivido bastante y sobre todo, ha fumado como ha querido.

De niña era muy colaboradora y humanitaria, era una niña conversadora y en verdad, hoy disfruta recordar cada momento. En especial esa primera comunión con un obispo como ella quería. Así es Anabel Bellido, una empleada domestica, madre de cuatro (4) hijos y hoy abuela de ocho nietos que son su orgullo.

Bajó del bus proveniente de Venezuela, tomó el equipaje y atravesó toda la terminal de buses para abordar un taxi que la llevara al lugar donde se quedaría.” Cuando tenia cuarenta (40) años empecé a ver la vida de otra forma, entendí que era diferente”: dijo y contó que soñaba con ser abogada, pero claro, de las buenas, de esas que meten presos a los delincuentes.

Su vida ha tenido muchos matices, la maternidad la llevó a asumir nuevas responsabilidades. Aunque desde siempre ha trabajado, nunca imaginó que aquella niña nacida en Las flores-Córdoba, la segunda de diez (10) hermanos, esa que era ella, llegaría a ser tan berraca. Capaz de medírsele a todo y a pesar de ser la más tremenda y mandona entre sus hermanos, supo solucionar cada problema que se le presentó. Ganó el cariño de muchos, viajó y conoció lugares que jamás pensó ver.

Llegó a la casa de su hermana, estaba preocupada por lo que había ocurrido. Por eso había viajado de improviso, tan pronto como pudo, dejando el trabajo en espera. Tenia pensado descansar y luego ir a ver que se ofrecía en la clínica. Muchas veces dudo, por la lejanía con sus hijos, aunque para ellos trabajaba. Ella quería otra cosa para sus muchachos, lo único que la reconfortaba era saber que su madre los cuidaba.

Esos hijos son la razón de que aun hoy, derrame algunas lagrimas. Su hijo mayor cayó en el vicio del cigarrillo pero, aún peor, poco a poco se dejo arrastrar por el alcohol y ha perdido mas que su valor como individuo, perdió su hogar. La segunda hija un día se marchó a Venezuela y de vez en cuando llama a su madre. La tercera, después de ser tan tremenda encontró un hombre que solía maltratarla y que hoy es su esposo. El ultimo, el menor, es por quién más ha llorado pues, ese ya no puede regresar del hueco en el que cayo. Una sombra tan oscura que no le permite ver: la drogadicción. Aún así “ana”, como la llaman, no decae, siempre está dispuesta a dar como buena madre, hija y abuela.


Muy temprano se arregló y salió a la clínica a cumplir con su deber. Pero ante todo, a saldar una deuda de muchos años. Esta mujer de acero, inquebrantable, valiente y ante todo de un corazón valioso, sueña con tener una vejez sabrosa, con los nietos visitándola y rodeada de cariño, porque la soledad y la tristeza no le gustan. A Anabel le queda aún mucho para que la vida la doblegue, aún luchara más. Pero, si la vida se le apagara, se iría feliz por haber hecho lo que quería sin necesidad de arrepentirse de nada.

Llegó a la clínica, entró a la habitación 405 y allí estaba ella, su madre. Amparo, Una mujer de unos 87 años, abatida por el tiempo y por una caída que le había causado una fractura de cadera. Ella espera a Anabel, a su hija y esa hija, había llegado para cuidarla y atenderla como siempre.

Entra alguien y la llama vieja, ella sonríe una vez más y vuelve a mostrar esa dentadura afectada por los años, esa sonrisa que es franca y que cuenta cuánto ha vivido y sobre todo, cuánto ha fumado en la vida. Entonces aún, con aquella expresión, contesta: “viejo es el viento y aún sopla”.


por: julio cesar



Me sentare frente la ventana a ver pasar la vida, aun mucho después de tu partida, algunas veces seré parte de ella, algunas otras un espectador que espera en el sedentarismo tu regreso.

Para ese entonces habrán pasado muchos abriles, habré visto mucha gente surcar mi terraza y hacer zanjas en los andenes de mi barrio, habrá muchas huellas en los chircales y muchas hojas se habrán mecido con los desvaríos del viento.

El tiempo habrá cansado mi rostro de forzar la sonrisa frente al espejo en el largo preludio de tu regreso, te habrás cansado de leer mis manifiestos de amores perdidos, me aborrecerás y en tu desespero olvidaras mi nombre.

Aun así en las noches cierro los ojos para verte, tomo mi almohada, fiel compañera, y simulo con ella el ritual de tu presencia, y te doy un abrazo, sin calcular con exactitud la circunferencia. Al amanecer, el sol seca el fluido de mis labios impregnado en la espuma y en la sabana…

Recibiré la llamada matutina de mi padre pidiéndome desertar de mi aletargamiento, pero si mi vida gira alrededor de alguien… será mi problema, yo seguiré viendo por mi ventana a la espera de tu regreso.


Ricardo Contreras García



"tantas veces he caminado a tu lado, tantas veces y algunas mas... que me duele sentirte cerca y luego verte partir con tu dedo señalandome...asi, duele en realidad..."


Si supieras... que podria pasar horas enteras escuchando el tecleo que produces frente al computador. Tu suspiro, calido y melancolico... tu voz que me habla en todo momento.

Si supieras... que ante tu mirada, ente esos ojos que me buscan con desepero, solo me queda huir... entre timidas sonrisas.

Si supiera... que me basta con un solo beso para soñar toda la noche. uno solo, eso basta...

Si supieras... que cada caricia es un tormento, un tormento peligroso, excitante y lujurioso. Que cierro los ojos para volar a otros mundos.

Si supieras... que el silencio puede contarte mil historias, que la voz no contaria. Cada palabra no dicha, es un grito al corazón...

Si supieras... solo si supieras, que no me acostumbro a ser como todos esperan. Que no creo que halla una forma prediseñada para amar y compartir el amor.

Si supieras... que tengo un corazon que siente y que en mi cobardia, fingir que nada siento, es la unica proteccion. estoy casi desarmado...

Si supieras... que estoy condenado, que nada es igual. Que esto no es mas, que una forma de describir lo incomprensible de mi sentir...

Si supieras... solo si supieras. Sabrias entonces, que los ojos son un espejo abierto del alma. Un alma que me abandona, que se esfuma, que se hace nada... ¿sabras porque? A lo lejos tu imagen se hace sombra que no se olvida...

por: Julio Cesar


“Odio a todos los que amen, y que felices estén
Porque yo no puedo escoger
Entre mi espada y el tonel”



¡Oh! Espada de acero, gruesa y pesada a la ves, tu que te blandes en mi puño, tu que reflejas en tu flanco el deseo de mi sentir, tu que has visto mis lagrimas recorrer mis mejillas en el gimoteo propio de su mugir, has caído al suelo en mi ebriedad alucinante, te he dejado al lado del arenal y las piedras, ante la mirada sonriente del tonel, de curvas desliñadas y harapos de fique, color arena, que me embriaga con sus licores, y me hace adicto de sus boquillas, con su líquido de virtud desconocida que me deja rendido en los brazos de Morfeo.

De nuevo en mi pestañear, aun en trance, las boquillas han de estar abiertas, destilan el vino de mi alucinación, su olor fuerte se impregna reclamando de mí su propiedad, mientras… alejada en un rincón esta mi espada sonriente, a la espera de ver mi palma y mis nudillos recubrir su mango, pero el tonel aun destila vino, soy su esclavo y el… el dueño de mi complacencia.

Oh espada de acero, aunque permanezca como vagabundo al pico del tonel, no he podido evitar extrañarte, no he podido bendecirme con tu brillo, tampoco he podido mojarte con la humedad de mis labios, solo puedo mirarte desde lejos y decirte que nada deseo mas que blandirte en mi ultima batalla con la vida, sentirme halagado por los dioses y morir contigo, agarrados por un abrazo eterno de nunca acabar…

Ricardo Contreras García


" Recuerdos, esos que se encierran en nuestras mentes y los hacemos nuestros para no sentirnos vacios. Esos que nos cuentan cuanto hemos vivido... ellos, los recuerdos... los eternos... los que se escriben en en el fondo de cada ser".


El día anterior había sido ambiguo, un toque de felicidad y de angustia. Ninguno pensó que seria así. Talvez, por lo apremiante de las circunstancias o tal vez, por que necesitábamos ganar una lucha en la que nadie era capaz de dar algo por nosotros, los señalados, los que tantos estragos habían causado.

Abrí los ojos, era aun temprano, me pareció nunca haber dormido. Estaba ansioso, no tardé mucho en alistarme, ni en desayunar. Al poco tiempo Salí y ya me esperaban, eran dos, habíamos acordado encontrarnos allí y después del saludo tomamos el taxi, que distinto a otros días eran muy escasos, todos querían subir a uno.


García iba delante, junto al conductor, Andrés y yo, en la parte de atrás. El conductor contó historias traídas de los cabellos, que relajaban el tenso aire. Pero aun así, la multitud de jóvenes como nosotros que llenaban la entrada del lugar, nos hizo volver a nuestro antiguo estado. Teníamos la bendición que toda madre da y nuestras propias suplicas como único elemento común entre todos.


Mire a lo lejos y ví, otros mas agolpados para poder comprar, recordé haber olvidado algo. Camine hacia la multitud, me abrí espacio entre todos ellos, como quien busca un tesoro en medio de la espesa jungla. Al fin, quede frente a aquel señor con lentes grandes y ojos profundos, que a pesar de todo lo que ocurría afuera, era capaz de andar con calma. Como si al interior de la tienda, el tiempo cambiara de dueño.


- Chocolates- dije.

- Cuantos?- me dijo, mientras con su dedo índice, levantaba sus gafas.

- Dos.


García, me miraba de lejos. Siempre, tenia la intención de cuidarme, solía pensar que yo estaba a su cargo. Con las manos en los bolsillos y la mirada fija, me esperaba mientras otros compañeros le hablaban. Andrés, aunque tímido estaba realmente entretenido, pero se veía en sus ojos, el temor que llevaba, pues él, era la mayor esperanza.


Se abrieron las puertas y todos, al tiempo, querían entrar. Me daba la impresión de que esa masa de gente, poseía un solo cerebro, un solo corazón y que en definitiva, era muy torpe. Todos quedamos en distintos salones, el tan afanoso examen de estado, era necesario y lo sabíamos.


Al entrar en cada salón, buscamos reconocer a alguien, un posible cómplice en la ardua labor de corroborar respuestas. En eso García era experto y le resulto sencillo hallar ese alguien. A Andrés y a mi, nos costaba mas ese tipo de cosas. Por eso, Andrés solo entró se sentó y espero las instrucciones. Yo hice lo mismo, coloque los chocolates en el brazo de la silla y pensé tener hambre.


- el examen se dividirá en dos sesiones.


Dijo una mujer de aspecto extraño. Era profesora, de esas que todo el tiempo dan la impresión de pertenecer a otro planeta. Con su falda de flores, una blusa café y su cabello desgreñado sonrió a todos. Y comenzó a llamar lista. Cuando al fin dijo mi nombre, levante la mano y me miró, como alguna ves me ha visto mi abuela. Logró asustarme.



Tomé el extenso examen, era un pliego bastante grande, todos se las ingeniaban para doblar, abrir y responder. Poco a poco, cada pregunta fue pasando y el reloj se había vuelto un gran enemigo. Era el único capaz de distraernos y presionarnos, el fin de cada hora, era un tormento más, pues la profesora a cargo solía decir:


-falta poco, lean bien… y dense prisa.


Su discurso era un tanto aterrador. Salí del salón, sin chocolates. Se supone, eran para los nervios, pero al parecer me habían servido para más. Andrés, me buscó entre los que estábamos sentados y su cara era de satisfacción. Pero cuando se me acerco, también note hambre en su expresión.


García tuvo una emergencia, su organismo lo engaño. Su gran estomago esta vez, lo había traicionado. Tantos fritos comió que montó urgente en una moto y tomó rumbo a su casa. Andrés, se quedó en el restaurante cercano y yo, camine a casa de mi tío, allí me esperaban.


García, llegó a su casa y sin saludar entró al baño, nunca lo había extrañado tanto. Descanso de inmediato. Ahora si, todos listos regresamos al segundo tiempo, la sesión debía empezar y todos teníamos un compromiso.


Salimos satisfechos, pero lo que realmente sucedía, era que nos hallábamos en shock. Algo producto de los muchos errores que habíamos cometido, pero aun así, teníamos la esperanza. Nos reunimos con otros tres, tomamos otro taxi y la dirección para entonces, era algo incierta.


Llegamos a la casa de un amigo, todo estaba preparado. Los del curso estaban allí. Era la celebración de algo, que ya sentíamos nuestro. No hacíamos mas que comentar, esto y aquello, como buscando resguardo en los otros.


La noche fue nuestra, fue de diversión y de tragos. Una despedida anticipada, juramos no separarnos y seguir en contacto; los amigos se reconocían… la huella marcada por los años era evidente, el afán de dejar claro cuan buenos éramos también.

Pero la noche no fue eterna, fue fugaz, fue etérea. Y los momentos se hicieron recuerdo para todos los presentes, los señalados estaban cansados. García, se acerco a mí, estaba preocupado, quería llevarme pero no quería irse.

- Voy solo – le dije

- No…

- Si, tú continúa. Tranquilo

- Entonces toma…

Me dio un dinero envuelto, el y los otros se habían tomado el trabajo de reunirlo. Querían estar seguros de que llegaría bien. Andrés y yo, subimos al taxi y nos despedimos de la fiesta. Gracia, me hizo prometer que lo llamaría cuando llegara.


En verdad aquel día había sido de muchas emociones. Hoy me desperté mas calmado, con la zozobra de una batalla que apenas comenzaba y con el guayabo que se genera por la cerveza y el ron. Con el recuerdo de ayer y con un olor a mierda de bebe en la boca.

por: julio cesar.