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Danzando con mariposas

Después de la última experiencia se encontraba demasiado nervioso. Ni siquiera había querido recibir a Camila en su habitación. La madre subía a llevarle la comida y el medicamento de turno, cambiado por ella. Lo único que hizo fue llamar a su hermano y decirle donde estaba la carta que le había escrito, que debía leerla con mucho cuidado.

Antonio se tomó las patillas, y se sintió mejor. Luego de un rato, las mariposas empezaron a volar por toda la habitación. Mariposas de todos los colores. Era fascinante. Camino hacia ellas, hacia la ventana que estaba abierta por error, porque sentía demasiado calor y porque quería ver algo de luz en medio de su encierro.

Era todo hermoso, se sentía feliz, lleno de vida. Recordó lo ocurrido en casa de Camila, pensó en ella, en cuanto la quería. Tomó impulso y decidió seguir a las mariposas. Empezó a volar sin nada que lo detuviese. Las mariposas estaban a su lado. Y de repente, la oscuridad.

Silencios y revelaciones

Todos sintieron el estrupisio que se produjo fuera de la casa. Los vidrios en el suelo, Antonio en mitad de ellos. No habían planeado que fuese de esa manera, sin embargo, pasó. Ángel, tomó un autobús de regreso a casa.

Decidieron enterrarlo junto a sus padres biológicos. Su hermano, Ángel, durmió esa noche en la habitación del difunto. No podía dejar de recordar su rostro: estaba feliz. Pasaron cerca de dos semanas hasta que Andrés encontró la carta de la que Antonio le había hablado antes de morir.

Supo que lo único que le faltaba al grafiti de la esquina eran los colores de las mariposas. Supo que Antonio, había tenido durante toda una vida la premonición de su muerte. Clara. Totalmente real.

Sin-sabores

Estuvo esas semanas en casa con sus padres, y descubrió que no los extrañaba como él pensaba. Ese día cuando iba camino a la estación de buses, reconoció a Camila a lo lejos. Detuvo el taxi y la saludo. Ella trató de ocultarse, pero no pudo. Los pocos minutos que hablaron los llevó a la pregunta necesaria:

- ¿y Antonio? – preguntó ella.
- Murió.

Re-encuentro y liberación

Camila fue hasta la tumba, a contarle a su amigo-amante, que en ella había una vida que estaba condenada a morir también. Que Se tomó una poción que le prepararon en casa y no surtió efecto, pero que nadie lo sabía. Que solo le restaba esperar a ver la noche caer y descubrir el rumbo que debía tomar. Quedó sentada por un largo rato pensando que hay vidas que se pierden en la inocencia de su frágil existencia.

Caminó hasta su casa, sintiéndose llena de algo que no comprendía. Antes era vergüenza y miedo. Pero en ese instante, se trataba de algo distinto. Llevaba en su mente la imagen de Antonio sobre ella aquella mañana. Sentía que ella era más que solo ella. Hay recuerdos que nos llenan, por toda la carga emocional que llevan consigo. Hay recuerdos que nos duelen, por lo que reflejan de nosotros.



Por: juliocesar.







A veces me pregunto si la forma en la que puedo verme en el espejo es la misma forma con la que pueden concebirme los demás.

Y es que a veces me resulta pensar con incredulidad y estupor que somos, los humanos, un caso atópico del mundo moderno: La única mercancía, sin ser barril, con la capacidad de moverse por sí sola. Y no es eso lo que pienso de mí, pero muy probablemente es lo que el villano entiende de sus afortunados cipayos.
Ha llegado al mundo una plaga muy poco compasiva, cuya ambición única son los frutos de los troquelados; incluso los arboles se han visto urgidos por el tiempo, para arrojar su semilla a unos suelos que ya no suelen germinar.

Esto de vender se ha visto convertido en el descaro más frecuente e inmoral, algunos osados han venido incluso a vendernos un boleto en tranvía con rumbo al cielo de la eternidad; los otros venden agua emanada de los frutos más secos, así como aquellos que venden podredumbre en cajetas de cuerpos esculpidos por la farsa – shop.


En las casas inspiradoras del estruendo musical de Black Sabbath y Test Dept, se han llegado a oír compases fracasados, monótonos y aburridores, fabricados por muñecos con cuerda de cobre y níquel, cuya alma se ha quedado en la placenta, dejada a la consumación del hambre y el amniótico. Seguro que a estas horas de la noche el Heavy abría fracasado.

Y en eso de la salud ¡bah! Patraña de públicos privados, cuyas serpientes de muerte asueldo han morfado la cruz ridícula de la vida eterna. Los anfibios de sangre fría, sicarios inescrupulosos de la vida y la salud, han preferido olvidar que alguna vez tuvieron piernas como los hombres, para, con ansias y vocación de asesinas, morder el calcañar de la masa fofa: Buscan en el cielo ateo y roto los conjuros del óbito; y la vida, para ellos, dejo de ser cuestión de humanos cuando la salud también se hizo vilmente comerciable.

A todas estas la mejor de las opciones es un infierno merecido a falta de algo virtualmente peor, pues hemos sido objetos sin historias memorables, con vocación para la pleitesía y la degustación del cuero duro y agreste calzado por los gamonales y el cuero desnudo, terso y femenino de los reyes. Somos, indudablemente, la generación de los ausentes, los autistas y los ciegos, viviendo en la era de los objetos sobrevalorados.

Ricardo Contreras García