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"No hay mucho para pensar…
Me adelante a mis fechas…
Logre atravesar el tiempo
Y destrozar su naturaleza."

El mancebo se ase del amor pensando que será tema de días venideros, haciendo de su lozanía la bandera de su promiscuidad, dejando al azar su vida, cerrándole por completo la persiana a la sobriedad. Yo, recuerdo la nubilidad de mis años mozos, como si se tratasen del recuerdo de un pasado lejano, tan distante en el recuerdo que me sonrojan sus pecados,pero, miro al espejo y noto que la lozanía esta intacta… que el seño se frunce sin rugosidades, que aun al sonreír conservo el nítido surco en mis mejillas orondas, que mi rostro no ha dejado de ser brillante y que mi sonrisa aun es tibia como el sol en Marte.

¿Qué ha pasado? Hoy soy un mancebo con el alma de la pericia y la destreza, soy el veterano de pocas batallas que desperdicia su mocedad, soy un viajero del tiempo que le robo minutos a su vida para amar… el mismo viajero que viajo hasta su cumbre vacía con el único motivo de hacer del amor un recuerdo del presente y de cuyo presente solo queda la tímida y repetida imagen de su rostro sobre el espejo lleno de vaho.

Ricardo Contreras García
Para: Thalia Rincon Ríos
31 de diciembre 2008
2:11 am



" el tiempo se ha hecho nada, mi voz se ha ido... tu presencia sigue aqui dentro"


El viento suele avisarme que la tarde esta cayendo, que han pasado demasiadas horas. El paisaje esta totalmente igual, como si una acuarela se hubiese deslizado suavemente sobre el oleo, su imagen sigue allí… como la mejor de las pinturas.

Camino lentamente rebuscando en mi memoria, entre tantos momentos que ya fueron, la palabra que nunca dije… la que nunca escuchaste. La hierba es mas verde, mis pasos más pesados, estoy más viejo. Esa es la verdad. Me he hecho más senil, mas pausado, más monótono…siempre al lado de aquel almendro, hasta que el viento me llame a la verdad.

La casa esta algo amarilla, las flores ya marchitas. La cama sigue tendida de tu lado… pero lo único que queda de ti, es tu aroma… el resto el fuego lo calcino. Era lo mejor. La vida sin ti, ya es dura y si no te tengo tampoco quiero tener nada más.

Ya no lloro, creo que no tengo ganas. Cierro los ojos y sonrío, ahora todo me produce tranquilidad. Vivo en un letargo, en lontananza… deseo encontrarte pronto, como en mis sueños, como te encontré aquel día de de junio.

He llegado a la puerta y la luna ya me mira. Mi sombra se posa sobre los escalones que ya he subido para estar donde estoy. Giro la llave, entro de golpe y quedo de cara con el vacio del que un día fue mi hogar.

En el sillón miro por la ventana, y pienso que te llevare mañana: tal vez margaritas, rosas o claveles, ¿Dónde los encontraré? Siempre pienso en lo mismo, pregunto lo mismo. Antes de dormir deseo una cosa… que mañana no amanezca para mi, no en este mundo, no en esta realidad. Que sea a tu lado.

Pero se que despertaré, que no estarás y que caminaré hasta encontrar tus flores… luego, llegaré a tu lado. Allí estarás fría, impávida, somnolienta como has estado desde hace 10 años. En tu cama de tierra, hierbas y gusanos me sentaré, bajo la sombra del almendro, y te contaré alguna historia y cubriré tu rostro con las flores. Será así, tú también lo sabes… en la lejanía de nuestras miradas, lo sabes y solo callas.



por: julio cesar





Todos corren bajo la lluvia,
es una acción repetida.
Como si la caída de las gotas lastimara.
Huyen entre saltos, que buscan esquivar los charcos
Que aún se tornan de un tono claro y cristalino.

Los paraguas desfilan por las calles,
Con sus colores y miles de formas.
Pueden ser de un solo tono o pueden tener el estampado más estrambótico.
Son parecidos a sus dueños.

En lo alto las nubes grises, que son el origen de la curiosa lluvia en movimiento.
Las pequeñas gotas en caída libre y la gente en aceleración constante.
Y el aire frió, abraza a todo aquel que se halle desprevenido.

Como un afinado coro, el conjunto de gotas chocando contra el suelo.
Entonan la melodía característica de la lluvia.
Con su olor a tierra húmeda. Con su sonido de lluvia y con el poder de tranquilizar al hombre.
Así, se expresa la lluvia.

Cada vez más densa. Más gruesa. Más fuerte.
Cae y cae sin vacilar.
Y todos, allí inmóviles, esperan a que se calme.
Con el pensamiento calvado en las gotas y la sensación de paz en el ambiente.

Pero como todo el mundo nunca se detiene, los hombres andan con el temor a mojarse.
A sentir las gotas correr por su cuerpo, a sensibilizarse.
Andan empinados, andan abrazados, andan aferrados a alguien más
Que tenga un paraguas.

Tras varias horas de lluvia, de la caída incesante de los coristas naturales
Que se apiñonan en el seno de la gran nube gris para luego nacer, a la libertad de su canto,
Todos llegan a la misma conclusión: EL CIELO ESTÁ ROTO.

Las gotas se hacen menudas,
El cielo se tiñe nuevamente de azul.
La gente vuelve a ser dinámica
Y la ciudad queda…queda húmeda,
Queda encharcada, queda fría, queda… queda sin lluvia.

POR: julio cesar



Arrastrando el calzado a ver si el suelo lograba detenerme, arrepintiéndome de cada paso sumiso que me deslizaría hacia el sufrimiento, con los pies envidiosos del rastro de su andar; envidiando su estático discurrir y algo mas que el enorme sentir de volver.

Nuestra sombra, causada por el tenue desparpajo de las luciérnagas y faroles, que burlona intentaba perseguirnos, conocía también el triste final. Yo, con mis ojos perdidos en ti cual agujeros negros que engullen al universo, en el vaivén latente de nuestros labios e ignorante del mundo y de cualquier piedra que pudiera dejar a mi paso, sabia que moriría.

Solté tu mano arrastrando mis dedos por tu palma, fue mi último intento por no dejar escapar la sonrisa de nuestros labios, pero esta, mustia y desvanecida con el andar del que calza las sienes, no logró sobrevivir al adiós eterno y se esfumó en el firmamento, único testigo de nuestro corto y alienado amor y de cuya vid, la mas brillante de todas es, por tu boca, de mi propiedad.

Hoy clame al cielo, con pena y desasosiego, pero le prometí al tejado que volvería a verla, por lo menos antes de morir por la asfixia de su ausencia. Hasta entonces me sentare frente mi ventana esperando que el naciente busque su cálido refugio en el este, para poder ver de nuevo y fijamente los ojos del sol que sale a iluminar de noche y lleva tu nombre… Thalia.

PD: Había prometido no escribir más, pero hay razones que hacen digna cualquier omisión y creo que tú eres la razón mas grande que tiene mi corazón para hacer mover mis manos a su antojo y fabricar, con humildad, tan solo el boceto de su canto de AMOR.