" - tu me caes bien, no se porque... - dijo, mientras entraba al salón"
Habían esperado el mismo bus por varias horas. Ella recogía y soltaba su cabello, mientras él bajaba la mirada y lentamente la levantaba. Cuando el bus llegó, resultaron sentándose uno al lado del otro. Él en el puesto que daba justo a la ventana y ella, a su lado, intentaba ver también el paisaje.
Ambos contaron porque se marchaban tan lejos, ambos tenían deseos de regresar en algún momento. Ella, guardaba en su mirada, un extraño deseo por encontrar lo que hay más allá de cada persona y él luchaba por escapar del mundo: hablaron todo el viaje.
Con cada comentario, ella reía dejando ver una sonrisa que no podía ocultarse. Él solo sonreía y con su mano frotaba su brazo insistentemente. El bus iba medio lleno. No todas las personas viajan sin rumbo claro… pero las que lo hacen, siempre llevan esa misma mirada.
El bus llegó a la última estación. Los dos últimos pasajeros que quedaban, bajaron. Ella llevaba un vestido naranja de flores, el cabello libre al viento y una maleta pequeña que podía hacer rodar por el suelo. Reconocieron un poco el lugar, sin alejarse mucho. Entonces, el bus arrancó.
Sabían ahora que debían despedirse. Su objetivo era estar solos. Sin compañía, sin el uno y sin el otro. Él levantó la mano, se despidió de esa forma. Dio media vuelta y con el morral en la espalda, se alejó. Ella tomó el camino opuesto, se adentro a lo desconocido, se hizo un moño en el pelo y continúo.
En algún momento él regreso la mirada, pero ella ya no estaba. Entonces, lamentó no haberse despedido de otra forma. En ese momento, fue lo único que se le ocurrió. Volvió a mirar hacia el frente y continúo.
Por: Julio César
4 de agosto de 2009, 18:48
a veces es mejor quedarse con la curiosidad...