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Una sobre memoria…




Algunos días atrás leí una noticia que me causó estupor y hasta un poco de risa, se trataba de un censo inusual y descabellado que se estaba llevando a cabo en Medellín con los fantasmas, espantos y leyendas diabólicas que aparecían en los rincones de sus callejuelas y casas; yo, que siempre he sido incrédulo, me pareció por demás estúpido e impertinente.

Al respecto recuerdo que me pareció incluso irrisorio que se pudiera jugar de esa forma con el dolor de los familiares, pero peor me resulto el saber que era un negocio que representaba dividendos para una funeraria local. Sin embargo algún tiempo después, revisando a Barbero y su competencia histórica para una ciudad educadora, no solo encontré en el proyecto funerario una apuesta pertinente e interesante, sino que además me resultó ser un inventario vital para la memoria de la ciudad.

Contaba Barbero que cuando niño, en su casa en España, habría de dialogar con las fotos familiares y algunos otros objetos que representaban las generaciones genéticas que sustentaban y precedían a la suya, es decir, el ejercicio de su memoria era de cuestión cotidiana pues siempre tuvo la posibilidad de saber que los objetos eran la consecuencia de una historia antecedente, sin embargo, seguía contando, que hoy resultaba común encontrar nómadas citadinos que se mudaban de un lugar a otro, de un arriendo a uno propio, sin dejar nada a su paso, sin rastros, ni historias rastreables, ni un solo elemento que pudiese atar un lazo entre los sucesores y su historia próxima.

Eso me llevo a pensar que la búsqueda de nuestras leyendas urbanas y la desmitificación de sus fenómenos podrían ser un aliciente para el cultivo de la memoria de la ciudad, podría de tal manera establecer vínculos generacionales que se superpongan al interés metafísico del ejercicio.

Habrá ahora quienes piensen que los fantasmas no existen, que esa patraña sigue siendo un negocio, que no hay renta ciudadana de eso y yo podría incluso apoyarlos, pero el incentivo por descubrir la historia de los ancestros y luego darle explicación a sus fenómenos metafísicos cotidianos es también una apuesta por la apropiación de las historias locales, de la significación de sus espacios cotidianos como testigos históricos y de pertenencia por el entorno.



Otra sobre resistencia…

(i)Cuenta la leyenda del viejo Elvis que al sonido de su primera presentación los oídos se maravillaron con la interpretación irreverente y sobria de un puber de escasa edad, con problemas de acne y con un incontrolable y bastante notorio tic nervioso que enloqueció al mundo, muy a pesar del acervo conservador de los Estados Unidos en los 50´s.




Lo que en un principio había sido un defecto de ímpetu sobre tarima luego se convirtió en un performance de identificación con su público juvenil, su tic nervioso en la pierna lo alejaba mucho de la elegancia robotizada de Sinatra y lo  acercaba más a la rebeldía: solo con quebrar su cintura, mover un dedo y pedir del público paroxismo. Su música, alimentada de la fusión de country y blues, consiguió un sonido fuera de las formas convencionales, que fomento nuevas formas de vivir, no solo la música, sino también la cotidianidad, la relaciones y la ciudad. 

Esto, sin lugar a dudas, derivo en la creación de una estética de liberación lograda a través de la resistencia, cargada de significación tanto en el sonido vertiginoso como en su  puesta en escena de contorsiones corporales, cuyo vigor se enfrentaba, a capa y espada, a la hegemonía del tradicionalismo conservador que ya gozaba del veneno de sus aires viciados.



(ii) Algo similar  había  sucedió con Miguel Abuelo, prolijo poeta y cantante, quien agobiado por la dictadura de Juan Carlos Onganía y su política de represión artística, decidió exiliarse a una vida gitana en Europa.
Argentina, por aquel entonces, era un hervidero: la depresión y la baja autoestima corroían de a mucho la urdimbre social; sus artistas, por ejemplo, iban a la cana una vez tras otra sin contemplaciones, se les acusaba de alteradores del orden público y de desvariados, sus letras  pasaban exámenes de aptitud  en los anales de un congreso hegemónico; la ilusión citadina estaba cuarteada por el miedo a la represión militar y en consecuencia la desesperanza reinaba con amarga ligereza.




Después de naufragar sobre su "balsa de madera", como diría en unos de sus simples, en su caótico paso por Europa, cayó en avión sobre Palermo con su misión escrita en la frente -Vengo a levantarle el cachete a los argentinos- era casi como prometer vida en el Creonte y aun así, sobre la copa rota, construyo una obra cargada de un optimismo honesto y poético, explorando psicodelia y manipulando el espíritu; logro llevar a escena su habilidad de actor y artista callejero para darle expresividad declamatoria a sus poemas/canciones. Tal como en otras proporciones había sucedido con Bethoven en la 9°, su obra ensimismada y sorpresiva  logro un dialogo con el alma de la nación que se resistía a las secuelas del despotismo.

“Nadie quiere dormirse aquí
algo puedo hacer
tras haber cruzado la mar
te seduciré
por felicidad yo canto
Miguel Abuelo – Himno de mi Corazon
Ricardo Contreras García
“quiero ser Abuelo”