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“Hoy Cali puede sentir algo mas duro que un terremoto”


Esperé 16 años por este día, 16 largos años de carcel, agonías y resistencia de esta hinchada heroica. Un día cualquiera de ese calvario, soñando con verte libre, me prometí escribir para ti estas lineas, para exorcizar la maldición, este otro garabato terrible que por poco nos roba el alma de herencia, la de los guasimos.

Solo pienso en todo este tiempo y me hago a la idea de que has estado preso desde que te conozco, desde el 96, cuando paradojicamente el mundo te daba la gloria, cuando recorrías el planeta en las primeras planas de los diarios, nadie podría sospechar las consecuencias de esas 2 décadas sublimes, nadie, ni el mas optimista de los Radicales del Cali, ni el mas amargado de los Urrea, pero ya ven, cada mafioso recogió su carpa, los que no ganaron nada se fueron antes, algunos de los que lo ganaron todo murieron en el tejado de su propia casa y los nuestros, quizás los de mejor suerte, se ganaron unas vacaciones a USA a donde curiosamente nosotros no volveríamos a entrar por los siguientes 16 años. Esa es la historia que se les olvidó a todos esos santos de hoy, a todos esos mascaras que nunca pagaron por sus errores, a sus hinchas sordos que se asumen en posición correcta para juzgarnos, como si no vieran el roble octogenario que les ha crecido en el ojo.

Yo puedo entenderlo todo y asumo que a lo mejor esa suerte solo podía ser del rojo, no en vano somos la pasión de un pueblo y todo lo de este pueblo pobre es robado. Puedo entender la actitud beligerante de la vida con nosotros y aún mas la de las instituciones, como la actitud del para-presidente con la hinchada en carretera, aquella sangre nuestra regada por amarte. Puedo entenderlo porque al fin y al cabo esta no es la primera vez que el destino nos da este lugar deshonroso, todo esa poética del sufrimiento, el “equipo infarto”, tiene que ver con toda nuestra marginalidad, con esta suerte de ser extramuros y olvidados; es la suerte de siempre, el dejavú maldito que se repite cada tanto; nuestra historia circular. 

Como alguna vez, antes del 19 aquel, cuando pudiendo ser campeones nos robaron; los culeños, los árbitros  nos robó la vida y sus descarados ayudantes, que indignados por pagar estrellas nos desafiliaron del campeonato, nos mandaron a otra crisis o tal vez a la misma, la del olvido, la de siempre. También, por allá por el 26, fuimos exiliados del cementerio central, donde jugábamos junto a los muertos en calidad de clandestinos. Después  Rojo querido, cuando ya te instalaron en la cancha de Galilea, los obreros de Tuluá, Cartago y Buga, sin dinero para comprar la boleta, se colgaban de los Guasimos, por encima de las laminas de zinc, para verte jugar, para ver a sus “negritos”, hombres de barro igual que ellos, albañiles que disfrutaban viendo a esos pobres diablos que corrían a contramano de su destino, de ahí salió tu primera barra, la de los Guasimos ¿la recuerdas?

Que distinta es nuestra historia culeños, que distinta que es, tu entre tanto jugabas en el estadio y te iban a ver los encopetados nazis, sentaditos en sillas cómodas seguros de que en la puerta estuviera Otto Gutman, el estarosta idiota que bufaba “Oh, salir negro de aquí... fuera... aquí no entrenar sino Cali, Europa, Alemania  y ponías tus ojitos burgueses contra nosotros como si fueras el único que nos daba la espalda, !atrevido!. El destino en eso es insistente así que lo ha seguido haciendo, en el 89 con un asesinato que no pagó nadie, en el 96 con esta maldita lista, con el bloqueo financiero, con todas esas 4 finales de copa libertadores perdidas, con el subcampeonato de 2008 y con esa noche fatal de la que aún no me despierto, tan extraña, tan sufrida,.

El diablo y el trinche no llegaron solos ni por suerte, están en tu túnica sagrada como símbolo de guerra, como muestra inequívoca de que hay un retador en quien la porta, un hereje, una resistencia para todos estos años de idiotas ingentes, un diablo desde la vista temerosa del burgués,  un diablo armado, con su voluntad hecha trinche para romper el viento en contra que es su destino descarriado; una revolución de corazones nobles y humildes que esperan la redención, aunque su momento de victoria dure tan solo lo que dura el tiempo de cantar un gol.

Estamos lejos de Dios, lo sé, muy lejos, con caminos en reversa, no tarda la noche en venir a poner para nosotros otra trampa, otro juego de ludo de él con los dados, otro truco de onanismo; pero me temo que la muerte !nunca! -óigase bien- !nunca se vestirá de rojo!.

Felicidades a toda la hinchada heroica que ha resistido este sitio, al equipo por ser el único del mundo que juega en estas circunstancias tan ventajosas para el rival, el único que en la crisis se crece y gana copas, 5 en total desde que nos encarcelaron los gringos. Un abrazo caluroso a todos mis hermanos américanos en este día tan especial. Agradecimientos especiales e infinitos a todos los que han hecho posible este momento.


Ricardo Contreras García
Il bambino
"Rojo de la cuna hasta el cajón"

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