twitter


“Abrimos las alas, emprendemos el vuelo… todo queda atrás”.

Extendió sus alas y emprendió el vuelo, dejando en su aletear un polvo de colores que lo cubrían todo, aquel cuarto marchito adquiría vida, adquiría magia. Sin duda, había algo de especial en todo ello. Incluso la luz artificial se hacía innecesaria, pues, aquellas luces de origen desconocido brillaban más que cualquier lucero.

Entonces, un enorme árbol creció en mitad de la habitación, el piso estaba hecho pedazos y el techo voló con el impacto del golpe. Fue cuando aprovechó y salió rumbo al cielo, mientras el aire con sus manos la acariciaba.

De la nada surgieron aves de todas las formas y colores. Ya no era un cuarto cualquiera, se había convertido en un ecosistema que se nutria de la imaginación y que se hacía ajeno a cualquier otro lugar de la casa. El hada en las alturas, reconocía todo cuanto observaba: a las personas, sus rostros, sus emociones. Y de cada uno hacia un personaje que se inscribía en aquella magia.

Descubrió con sorpresa que no estaba sola, vio como otras hadas se acercaban y descubrió en otras casas arboles frondoso que salían de las habitaciones. Cada uno era distinto, pero todos eran fruto del mismo suceso mágico, del mismo estado de profundidad.

Se acerco a una de ellas y al intentar tocarla desapareció. De un momento a otro, todo lo que antes había surgido de la nada se perdió en una implosión que redujo todo a una semilla que se extinguió. El cuarto volvió a su estado anterior.

Me levante de golpe de la cama y respondí a quien me llamaba del otro lado de la puerta, después de escuchar lo que tenia para decirme, volví a la cama. Acostado con los ojos clavados en el techo, mi mente comenzó a experimentar de nuevo el cambio, la invasión de tantas imágenes y voces que daban origen de nuevo a la magia.

Pero esta vez, pensé en cómo podría atrapar toda aquello, hacerlo duradero que no se extinguiera, que solo se guardara pero que siempre estuviera allí para cuando quisiera verlo. Entonces, entre tanto pensar, un árbol volvió a surgir del suelo. Era diferente al otro.

Corrí entonces, y tome papel y lápiz. Tan rápido como pude anote cada cosa y cuando volvieron a llamarme la magia se encerró en cada letra, en aquella hoja, en el escrito. Entendí, que la magia si existe, que tenemos un arma poderosa para hacer lo imposible. Y es la escritura la mejor forma de hacerla eterna, de hacer que otros puedan verla y poder ver la de otros.

Cuando dejamos volar el hada de nuestra imaginación y le damos libertad a ese árbol que en nuestro interior es el hábitat de miles de historias, que esperan por ser leídas o escuchadas, demostramos cuan mágicos somos, y es cuando abrimos las alas y emprendemos el vuelo: aprendemos a volar.

Este blog, es producto de los arboles encerrados en dos cabezas que decidieron dejar volar las hadas y encerrar en cada escrito un poco de magia. Para abrir las alas y emprender el vuelo fascínate de la escritura: para aprender a volar.

por: julio cesar



Con tantos folios albos y el mundo luchando por la inmortalidad de su carne, con tantos renglones vacios y la vida tan apresurada por contar su marcha desbocada. Que desperdicio. Como si la carne tuviera tantas virtudes como para ser una mancha indeleble en la eternidad, como si el alma, aprisionada por los placeres de la carne, pudiera abstenerse de tomar una pluma e impregnar el papel con su esencia ¿no es esa la inmortalidad que buscamos? ¿Acaso no es el alma inmortal como pensamos?

Tal parece que la vida fugaz y su estado perecedero han vuelto al mundo un paraíso de desquiciados vampiros, que encontraron en la linfa el sosiego de su existencia y postergaron la comunión de la tinta con todo aquello que le sirviere como objeto de manifiesto.

Más aun, en contados pactos, la lluvia y el crepúsculo han sido narrados, así como la ciudad, el campo y un par de amores negados, así se ha custodiado nuestro legado y alguna parte remota de nuestra inmortalidad. Existen quienes se han decidido a engullir la presión en la abertura de su vientre, causada por los gritos ahogados del alma esclava, dejándolo latente con el movimiento desaforado de su zarpa en folios de letras y odas.

Es por eso que así como la búsqueda incesante de la inmortalidad ha devastado el alma del mundo… la osadía de quienes retaron la desidia de su perpetuación logro vencer la muerte.

Solo si la muerte conociera su fracasado. Solo si el mundo supiera donde hallar el flanco…

Pd: Feliz cumpleaños Sententia, espero terminar mi testamento en tu abrigo, caminar por tus paginas para dejar mi vida en constancia… ¡Gracias!


Ricardo Contreras García



"Ojala por tu camino nunca la encuentres... por que si la amas, pierdes..."


Me encontré con Emma, la esposa del médico. Ella me miró con sus ojos de fuego y una picara sonrisa hizo que una extraña corriente subiera de la punta de mi pie a la cabeza. Ella caminaba del brazo de su esposo, el ingenuo hombre no se percató de nada.

Mi padre me presentó a la pareja. Ella me dió su mano con arrogancia. Se enteraron luego, por mi padre, que yo estudiaba literatura y Emma no ocultó su interés. Yo estaba allí, petrificado, mi padre siempre ha sido un hombre de muchas palabras y yo, mejor escribo.

El médico y su esposa se despidieron. Me hicieron prometer que los visitaría. A la semana, fui hasta su casa. La mujer estaba sola, al parecer el esposo había salido por alguna calamidad familiar. Mandó a la criada por comestibles y le sugirió que se demorara tanto como pudiese. Se acercó a mí y me habló al oído.

- ¿Eres escritor?- pregunto Emma.
- Aún no - le respondí.
- Que fascinación, cuantas ideas en tu cabeza… hazme una musa mas de tu inspiración.

Y dicho esto, tomó mi cabeza entre sus manos y sus labios quemaron mi boca. Era aquel beso, una mezcla de pasión y vanidad, era la satisfacción del ideal de una mujer que busca rebelarse ante su presente. Por mi parte, fue como un logro no buscado y una burla a una castidad jurada.


Cuando quise darme cuenta, estaba en la habitación de huéspedes. Ella arrancó su ropa con tal voracidad, que sólo se escuchó el quejido de los tejidos y quedó completamente desnuda. Era una mujer extremadamente bella, su cuerpo una delicada escultura hecha con la mayor meticulosidad, su piel, era como el canto de una sirena que te atrapa y te embruja ¡No puedes dejar de mirar!

La tomé entre mis brazos. Olvidé que había prometido castidad hasta publicar mi primer libro ¡Ante la tumba de mi madre lo había hecho! Ella se deslizó suavemente y con toda su experiencia, poco tiempo demoró en dejarme en sus mismas condiciones. Emma, era en la cama tan hábil como con el piano, una excelente intérprete.

Desde ese día, nos hemos seguido viendo en mi casa o en la suya. Su marido sigue atendiendo a mi padre y su criada, aún sigue saliendo a comprar comestibles. Sin embargo, en todo este acelerado romance, he tratado de odiarla por ser como es.

¿Qué puedo esperar de una mujer que engaña a su marido? Sólo engaños y nada más. Pero cuando sus ojos me miran con tanta lujuria y sus manos, suave y velozmente desencajan mi camisa y dejan caer mi pantalón, nada puedo hacer. Soy su presa y ella está dispuesta a no dejarme ir.

- ¿Hablaras de mi en tus libros?- me pregunta en mitad de todo.
- Si… - le respondia sin vacilar, para que continúara en su perfecta labor de llevarme al éxtasis.

Mañana me iré del pueblo. Todo está por acabar. Mis ojos no han parado de llorar y ella sigue allí, como si nada. Con la misma sonrisa. Con toda la satisfacción por lo hecho. Esta segura que pronto será inmortalizada en un libro, que será la doncella y yo el caballero. Pero lo cierto, es que yo seré un mancebo, fútil y sin gracia, y ella, una puta barata, la más traicionera de todas.

- ¿Me amas?- le pregunté aun sabiendo su respuesta, queriendo herirme mortalmente para que el castigo por mi debilidad fuese mayor.
- Mi dulce niño, el amor no cuenta... en esto nada tiene que hacer el amor.

Puso su mano en mi barbilla, sonrió, su esposo llegó y la abrazó. Mi padre me dijo que ya había llegado el momento de partir. Entonces, lo abracé y aproveché el momento para llorar, el me sostuvo en sus brazos por algunos minutos y luego me animó a subir. No dude en hacerlo. Ya en el coche, miré por última vez a Emma. Se veía más hermosa, radiante, plena; como si hubiese robado algo de mi juventud. Bajé la mirada y todo quedo atrás.

Ahora que he regresado, he escuchado decir a mi padre que los Bovary vendrán a visitarnos. Entonces, sentí temor. Palidecí ante la idea de verla nuevamente. Cuando atravesó la puerta con su esposo, me miró y sonrió. Pero en mí, nada había causado. Le extendí la mano y ella con la misma arrogancia la recibió. Cuando estuvimos solos, mientras mi padre y el doctor hablaban, ella me dijo.

- Como has crecido, Eduardo.
- Y para usted ya han pasado los años.
- Sigo siendo igual de hermosa… ¡Se que aun quieres conmigo!
- Solo por fuera… pero igual, eso nada tiene que ver…
- ¿Qué ha pasado contigo?- pregunto algo aturdida.
- Es solo… que aprendí el juego…


Por. Julio cesar