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La maquina estaba en pie. La vi a lo lejos. Era extraño, pero en verdad estaba allí. Tenía dos piernas igual que yo, dos brazos, dos ojos, pero era una maquina. Las luces rojas que tenían sus ojos, eran como dos soles que se imponen al amanecer, demonios que disfrutaban asustando mi alma; candela que al mirar me hacía cenizas.

Corrí tanto como pude, pero sentía el crujir de sus engranajes tras de mí.  En algún tiempo fue solo el viejo carro de la granja del abuelo, el olvidado. La lluvia había dañado su pintura y la tierra había hecho de sus llantas, solo caucho inútil. Y ahora, estaba a punto de  tomarme entre sus metálicas manos y hacer de mí  un recuerdo. 

Al doblar la esquina, perdí el equilibrio y caí. Se detuvo sobre  mí. Cerré mis ojos  y escuché como doblaba su cuerpo. Aún con  aquella transformación seguía teniendo aquel horrible sonido. ¡Le faltaba aceite! Entonces, quedé cara a cara con él y sentí su vapor en  mi rostro. Mi gorra estaba en el suelo, cuando escuché dos disparos y la máquina empezó a destrozarse. Mi abuelo  estaba detrás con toda la gente del pueblo. No habían creído mis historias, de cómo vi el rayo de luz por el cual aparecía el hada de los olvidados.  Esa misma que le dio vida al auto viejo del abuelo.

Entre todos me llevaron a la clínica cercana y destruyeron los restos de la maquina. El auto quería ser como yo, porque sentía que el abuelo lo había dejado atrás por mí. Desde que nací, él prometió no volver a conducir aquel auto deportivo azul, que en ocasiones, le había causado grandes susto a la abuela. El médico me atendió y ya en el cuarto de aquel lugar abrí los ojos. El abuelo me tomó entre sus brazos, le conté cómo había tomado vida y la forma en que el hada de los olvidados cumplía los deseos más profundos de aquella chatarra. Mire sus ojos, me creía, ahora si dejarían de llamarme loco… y es que la máquina de la que tanto hablé, era real.

Pero no había terminado. Las cosas estaban apenas por empezar. Esa noche, todos se fueron a sus casas y mi madre se quedó conmigo, pero el sueño la venció. Con el silencio que había inundado la clínica, logré reconocer nuevamente el sonido que hacia la luz azul de aquel Hada. En alguna parte estaba. Ella y el auto, aún tenía un plan para mí.


Por: JulioCésar.




Nota aclaratoria: este texto fue escrito en el marco del Reinado de la Independencia de Cartagena en el año 2011  (14 de Noviembre) y solo hasta ahora me atrevo a publicarlo, luego de no lograr con él lo que quería. 



***

El estadio de Sotfball Argemiro Bermúdez Villadiego de Chiquinquirá empieza a llenarse. En las gradas, las comitivas se enfrentan con cantos y gritos de apoyo a su reina. Las candidatas aún no han llegado. El escenario está listo, pero la menuda lluvia amenaza el evento. La coronación de la nueva Reina de la Independencia, este año, toma otro sentido al estar celebrándose el Bicentenario de Cartagena. Los esfuerzos de la administración por hacer de estas fiestas un evento inolvidable, incluyen este espectáculo con la Orquesta de la Policía Nacional abriendo el show.

Los carteles de cada una de las comitivas sobresalen al paisaje. Si de ellos dependiera la decisión del jurado, su candidata tendría mil motivos para ganar. Tal parece, que el triunfo de ella sería también el triunfo de toda una comunidad. Y realmente lo es. ¿Qué sería de cada una de las candidatas sin el apoyo de sus barrios? El Reinado de la Independencia es un evento que requiere de una inversión de dinero bastante considerable, sobre todo, si entramos a analizar el costo de cada uno de los trajes, los accesorios, el maquillaje, los preparadores. Todo esto, en su mayoría, por cuenta de ellos. No en vano las comitivas se esfuerzan tanto y año tras año buscan obtener la corona, quizás con la esperanza de que sea este el vehículo que los ayude a lograr mejoras en cada una de sus comunidades.

La lluvia se calma. Los presentadores toman sus lugares. Las reinas entran en escena, todas en traje negro con dorado y un sombrero. En medio de una coreografía, una a una se van acercando al micrófono y con cortas palabras recuerdan a una mujer que fue parte de la historia de esta ciudad, luego se presentan y saludan. En las gradas, las comitivas no escatiman esfuerzos para demostrar que su reina no está sola. El jurado ya está en su sitio y tiene una misión importante: elegir a la sucesora de Ivonne Palencia Querubín Reina de la Independencia 2010 - 2011.   

2.  

¡Que viva Cartagena de Indias! Fue el saludo de la alcaldesa Judith Pinedo al público, quien luego, empieza un corto discurso de instalación del evento, agradeciendo a las comitivas por la compañía y asegurando que cada una de las 27 candidatas “no son solo reinas, sino, líderes de sus comunidades capaces de trabajar por una sola Cartagena”. Y es que está mujer que salió a las calles con la bandera cuadrilonga para inaugurar las fiestas, también dijo que el hecho de ser ella la encargada de la celebración de los 200 años de independencia de Cartagena es una muestra de cómo la mujer también debe aportar su visión de la historia, sobre todo, si lo que se quiere lograr es una ciudad igualitaria.

 Justo en ese momento, se prendió la fiesta. Alejandro Páez y su violín, estuvieron acompañados por los sones de la salsa. Al compás del manicero todos los presentes se levantaron de sus sillas.  El hombre se desliza por la pasarela con su violín al hombro, su camisa blanca y pantalón negro, mientras en la parte de abajo la gente se dejaba llevar por las notas. La alcaldesa disfrutaba en compañía de la primera reina de la Independencia, Amira Mouthon,  quién representó el barrio San Diego en su época.

Pero ¿Qué pasa antes y después de esa fiesta? ¿Cómo llega cada una de esas niñas a este certamen? Antes de las sonrisas, las lentejuelas y los tacones, cada una de ellas eran niñas de barrio que convivían con las particularidades de una Ciudad como Cartagena. Al ser seleccionadas como las aspirantes a representar  a su comunidad, empieza todo un proceso de preparación  en el que deben cumplir con ciertos requisitos que le exige la organización del reinado y deben superar la pre-selección en la que quedan solo las mejores. Además, como requisito infaltable, deben presentar un proyecto para trabajar por su gente y su comunidad ante el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena.

En el caso de la Reina del año pasado, Ivonne, el proyecto consistía en trabajar con los niños de su barrio para vincularlos a las fiestas de la independencia. Ahora, será contratada por la Secretaria de Educación para trabajar de lleno en el mismo. De esta manera, esa esperanza que guardan las madres de las reinas, de ver a sus hijas surgir gracias a su participación en el certamen cobra sentido. En especial, si recordamos que las candidatas vienen de barrios que sufren problemáticas sociales como la inseguridad y la pobreza, por solo mencionar algunas. 

3.

Las candidatas  son pensadas desde la producción del reinado, como líderes de sus comunidades y son preparadas durante cuatro meses en talleres de historia tanto de la ciudad como de las fiestas,  entre otros. Todo ello, con el fin de que conozcan la ciudad en la que viven y puedan trabajar por ella.

Mientras, sus comitivas, se encargan de realizar todo tipo de actividades para reunir dinero suficiente para transportarse, vestir a su reina y conseguirle todo lo que necesite según contaron algunas de las madres. Por su parte, el IPCC les ayuda con un cheque por $800.000  pesos, para el traje de coronación y les regala algunos de los vestuarios que utilizan para los eventos. Aproximadamente son $ 5.000.000 millones de pesos  la cantidad de dinero que invierte en gastos, una de estas candidatas.

4.

Así, al ser coronada como Reina de la Independencia y además, Reina del Bicentenario, Eliana Russo del barrio San Fernando, adquirió un gran reto. Pues, más allá de la corona y del reinado mismo, está un compromiso social con su comunidad. En primer lugar, por la cancha múltiple que debe procurar para ellos, en dónde no solo realicen actividades deportivas, sino también, culturales y sociales. Y en segundo lugar, porque durante un año será la representante de una ciudad que no es sólo historia en piedras, monumentos y murallas, si no que día a día también lucha por no quedarse en esa historia, como pieza de observación y no de vivencia. Será ella quien muestre cómo es la mujer cartagenera en su forma más amplia.

Al resto de aspirantes, les queda la esperanza de que este paso por el reinado las ayude a conseguir mayores oportunidades. Les abra puertas y les augure un futuro mejor. Pero en un certamen que se propone ser de líderes y no de reinas, más que esperar un futuro, en ellas, debe estar el deseo de  ser abanderadas de sus barrios; lideres reales de unas comunidades que necesitan tener una visión más allá de sus calles; embajadoras de la ciudad, que logren imprimir su huella en la historia.  

Por: JulioCésar