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Carlos Arturo García, quien hace poco fuese ascendido en su empresa a gerencia general, esta hoy feliz por haberse ganado el chance de la lotería, además, hoy amaneció con un brío nuevo: juega su selección.
Carlos Arturo, al igual que una gran cantidad de fervorosos, hoy abrió los ojos y pensó en organizarlo todo quiso que todo fuera perfecto, que todo estuviera de acorde a lo que en su vida acontecía en las ultimas semanas, se levanto de su cama y la arreglo cuidadosamente dejando el centro liso y calzando las esquinas, prendió el televisor para ver el noticiero: Julio al arco… armero lateral y Portocarrero central, no le parece de a mucho, pero esta confiado en su racha ganadora.
Ya en el baño, el agua está tibia -nunca había estado tan deliciosa- piensa después de abrir el grifo, piensa además, que es una buena señal, comienza su tarareo intentando afinarse como Frankie Ruiz, salta un poco mientras cantan y luego sale, no antes sin asomarse por el calado, ¡el cielo esta nublado! -Será un buen día- piensa apurado por irse al trabajo.

En el trabajo, nada parece mortificarle, hace su trabajo sin afujías, nada le impacienta, por primera vez después de mucho puede agarrar el lapicero sin ensuciar la hoja de sudor, todo parece perfecto, incluso hasta la pasta dental parece ser más dulce hoy.
Ya es casi la hora el partido, Carlos se apura un poco sin impacientar su tranquilidad, saca su bandera del cajón de su escritorio y la coloca ondeante en el capo de su auto. Al llegar a casa corre a su cuarto, saca su suéter amarillo, lo compro en la calle por unos cuantos pesos pero eso no lo hace menos hincha, comienza de nuevo a tararear la melodía de Frankie que aun no ha podido olvidar y se sienta en el sillón a ver la previa del partido.
Para constatar su felicidad, se sienta plácidamente en el sillón, alarga sus piernas y estira su columna, solo espera ser un poco mas feliz, no hay nadie que no lo desee, así como el triste hoy desea un motivo para alcanzar lo intangible, la felicidad…

Ricardo Contreras García.

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