Como podría imaginar Shannon y Weaver, generadores de una de las mas nombradas teorías de la comunicación, la importancia de su teoría frente a las preocupaciones de un mundo contemporáneo dinámico y cambiante, al que le han brindado modelos comunicacionales que bien aportan al cuerpo jurídico de los distintos países y que reglamenta el ejercicio de un funcionalismo comunicacional.
Pero, tal como dicho modelo tuvo que vencer los parámetros de su verticalidad e implementar la retroalimentación para darlo por “terminado”, ahora el modelo se enfrenta a un nuevo obstáculo, concebido en un macro abordaje comunicacional, que determina la conducta y la convivencia en un mismo espacio de distintos colectivos, se trata de la ética como ejercicio social e individual, en cuyo seno habitualmente se tejen las utopías de una sociedad sin vicios.
La ética, entonces, encontró su génesis en un macro escenario concebido por Ferdinand de Saussure, en otro de los aportes teóricos de la comunicación; dicho abordaje dejaba de lado las micro relaciones (entre un sujeto A y un sujeto B) y se enfocaba en las llamadas “relaciones de alianza” que implica procesos de intercambio y comunicación que van mas allá de la familia biológica ya que comparten necesarias interacciones entre unidades elementales o átomos de parentesco (Abordajes y periodos de la comunicación – Erick R. Torrico Villanueva) Así pues las “relaciones de alianza” representan un flujo incalculable de relaciones sociales que dan cuenta de la necesidad colectiva de establecer un código ético que reglamente las relaciones en pro de una armonía, pero Saussure se limitó a la descripción y dejó las implicaciones del flujo para una futura reflexión.
Volviendo entonces al abordaje de Shannon y Weaver, donde se referían a la comunicación como un acto de dos o mas personas, que debía constar de un emisor y un receptor cuyos roles bien podían ser intercambiables y que además debe haber un mensaje y un canal que facilite la comunicación, además, y para efecto de la ligera aproximación del modelo hacia un código ético, Shannon y Weaver hablan de la fidelidad como otro de los parámetros a seguir en pro de un ámbito comunicacional, siendo esta la atractiva forma del mensaje, teniendo el cuenta su medio, para que el receptor no pierda interés. Así pues, teniendo en cuenta que la ética es una doctrina normativa que verifica comportamientos, afirmaciones y juicios, La fidelidad al menos denota una preocupación del hablante por mantener la atención de quien le escucha y eso implicaría, aparentemente, un respeto mutuo. Pero se ha dejado claro que esta es apenas una aproximación al código ético según el modelo comunicacional, mas no la certeza de su presencia loable.
Pero el panorama parece cada vez más complejo para cualquier enfoque contemporáneo o futuro, puesto que dicho enfoque no podría estar desligado de una realidad cambiante y dinámica a la que se le suman los aparatos tecnológicos del nuevo siglo, cuyos efectos definitivamente han cambiado tanto las relaciones sociales como las formas de concebir el mundo, de esta manera, incluso las cámaras especializadas en legislación han fracasado en controlar y reglamentar el flujo desmedido de la comunicación; los significados etéreos que componen al mundo contemporáneo no contribuyen a la formación de leyes que contrarresten el alcance inimaginado de la modernidad.
En el caso específico del Internet, donde el balance entre oferta y demanda ha reducido los precios de los dominios privados, así como también ha contribuido al aumento de servidores que propician un espacio gratis en la red para cualquier persona (tanto jurídica como natural) con acceso a este medio, lo cual denota una preocupación en el ejercicio comunicacional y jurisprudencial. Más aun cuando en vísperas de la televisión digital, el marco legal tendrá que prepararse para recibir el formato televisivo que facilita espacios comunicacionales para el común de la gente.
Es ahí donde empezamos a cuestionar el papel del periodista con tarjeta profesional, dada la naturaleza comunicativa del hombre y a la facilidad que le ofrece la modernidad al común de las personas para ejercer soberanía sobre un espacio comunicacional, en ocasiones, gratuito. La situación se torna mas compleja cuando nos damos cuenta que hay quienes piensan que ejercer el periodismo es una cuestión trivial, sin complicaciones ni responsabilidades, pero tal como lo dice Ética Para Periodistas - El individuo que no ha sido entrenado en la academia para ser periodista carece de fibra ética y sensibilidad para aquellos valores del periodismo diferentes a la autosatisfacción individual – y así mismo lo corrobora el código de CPB en su preámbulo “La ética de la profesión se fundamenta en unos principios dirigidos a establecer la responsabilidad del periodista frente a la sociedad”.
De tal manera el periodismo deja de ser un ejercicio individual de un profesional para convertirse en el ejercicio de una empresa periodística en la que cada uno de sus agentes actuantes debe estar comprometido con su responsabilidad frente a la sociedad y de esta manera contrarrestar la incidencia del monopolio y la concentración de la información en un reducido grupo de personas, interesada en adquirir medios masivos de comunicación para prevalecer bajo el concepto de la hegemonía reinante.
Pero bajo el punto de vista comunicacional el periodismo no es el dialogo de un periodista con el ente de la hegemonía reinante, su deber ser sugiere que tanto su dialogo como su discurso deben estar directamente ligado a los intereses de una comunidad establecida, por tal motivo se establece a nivel constitucional la cláusula de conciencia que diferencia los intereses individuales de las empresas periodísticas frente al deber ser social del periodista, es decir, que su deber social prevalece frente a cualquier interés mayor pero individual.
Así pues, verificamos la importancia del periodista académico frente al empírico y el papel que cumple a nivel social en el mediano control del flujo contemporáneo de información, su código ético es primordial para su impacto social. Ya queda en manos de la legislación la jurisprudencia de la aparentemente incontrolable masa funcional y estructural compleja de la modernidad. Además representa también un reto comunicacional, superar el abordaje estructural y establecer las formas y signos del intrincado mundo de la tecnología al servicio de las sociedades.
Ricardo Contreras García