Marcos Antonio Pérez, el chacho, vestía orgulloso el suéter de su selección, hacia ya unas semanas había comprado un televisor pantalla plasma de alta definición que no había querido prender tan solo esperando un gran motivo para hacerlo, pensó que esta era la ocasión.
Vestía su suéter amarillo, como es costumbre, es de los que creen que el azul da mala suerte. El suéter esta viejo, se notan los años que le pesan en su destiñe y en las costuras deshiladas de los puños, el suéter es amarillo y simplón de ojeada, pero en detalle se alcanzan a ver los detalles de varios balones de un amarillo imperceptible que se expanden en la totalidad de la casaca, en su parte posterior tiene marcado en azul un 7 que es acompañado de un nombre: De Ávila, es el suéter que Anthony el pitufo De Ávila habría usado hacia ya 10 años en una ocasión como éstas, donde de palomita ante un centro cerrado resolvió el partido. El suéter además esta autografiado por “el pibe del barrio obrero” y “el Niche” Guerrero.
Marcos Antonio Pérez es un fervoroso hincha de su selección desde los 12 años, la primera ves que lloro por su selección fue también la primera ves que recuerda haberla visto, tan solo recuerda que fue contra Venezuela en el Campin de Bogotá en un partido resuelto con un gol del “pitufo”, recuerda también que el día que mas lloro fue el día que conoció a Anthony, fue en barranquilla en un partido contra argentina, el pitufo le regalo ese suéter que guardaba como reliquia en su maleta - cuídamelo - fue lo único que dijo De Ávila antes de marcharse.
Marcos había desempolvado su suéter desde muy temprano ese mismo día, incluso, se había despertado media hora mas temprano para que le rindiera el tiempo, estaba gozoso porque hoy después de tantos meses volvería a ver a su selección. Llego a su trabajo después de innumerables trancones y se dispuso a hacer lo propio, pero recibió la llamada de su jefe para informarle que habría recorte de personal y que ya no seria tenido en cuenta, no tuvo otra que recoger las pocas pertenencias que amenizaban su entorno y partir, partir sin rumbo para meditar sobre lo que le esperaba.
No habría caminado mucho cuando recibió otra llamada, después de una mala noticia no se espero que se tratara de la muerte de un primo con quien habría de criarse, por tal motivo no pudo evitar dejar caer las lagrimas sobre sus mejillas, pero siguió caminando, tan solo esperando llegar a casa, tratando de olvidar un mal día.
A pesar de esto, El chacho estaba sentado frente su televisor de alta definición, estaba a la espera de una buena noticia, algo que le diera sentido a su día, era lo único que a Marcos podía hacer olvidar la tragedia acontecida, esa conspiración del universo que había pesado en su contra…
14 de septiembre de 2008, 14:18
"En nuestra vida real siempre fuimos decadentes"... ♪♫
Es lo que estoy oyendo mientras comento...
¿Por qué presiento que esto no va a terminar bien?