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¡Callate Bob Marley!,
decía. Mientras seguía moviendo la mano y las pupilas se le dilataban. En la
sala la música sonaba con potencia. En el baño, la urgencia por no llegar al
final empezaba a notarse. Could you
be loved continuaba sonando. El
sudor bajaba por su espalda. ¡Que te calles Bob Marley! Insistía. La presión le
iba subiendo y la música lo atormentaba. UnoDosTres, UnoDosTres, UnoDosTres iba
contando. Le habían dicho que esa era una técnica perfecta para controlar la
eyaculación. UnoDosTres, UnoDosTres. Cerraba los ojos y las piernas le
temblaban. Habían pasado cinco minutos y estaba por romper su propio record. La
música seguía. ¡Un minuto más y listo!, pensaba mientras intentaba disminuir la
velocidad de sus manos. Uno. Y le empezó
a llegar una corriente. Dos. Y comprendió que no había regreso. Viendo la
flacidez de su sexo, se percató del silencio que había en la casa. ¡Ahora es
que te vas a callar, Bob! Abriendo la llave del agua, decidió darse un baño sin
pensar en su derrota.
Por: JulioCésar
13 de agosto de 2012, 21:38
Quisiera pensar que yo tendría mejor suerte, pero no. A mi erección la sacudiría una depresión tan profunda como el lugar de sus deseos, casi como la del fantasma de Canterville en su oscura cueva. Se daría a la retirada, por su puesto, como castigo a la desatención. A no ser, claro, que se tratara de una canción sexy-sado, a voz desgarrada, que me recordara algún desastre sucio en cuerpo ajeno: sería como matar el pájaro con es único tiro. :P
Ricardo C.