-¿Y si termino pidiendo piedad?-
-Y luego...
¿qué importa?- Decía Juan, abriendo las manos con desparpajo. -¿Viste?- seguía-
si ya cargaste con la cruz... anda y deja ya de mandarte todo al lomo. Que si
Perica queda sin trabajo; que si el nene tiene novio y es pajuelo; que si a tu
madre la enfundó otro viejo.... ¡Pero que mierda Alberto! ¡El culo es de
ellos!... Vendrás luego a decirme que por andar de bobo, haciendo lo que otros
piden, viviendo lo que ellos viven, te olvidaste de volver a ver Pulp Ficcion,
de escucharlo a Fito o, por ejemplo... tu color favorito-
-Bueno, es el... - replicaba Alberto con
titubeos- el verde... dilata las venas y altera la respiración; es exultante y
agresivo; arde, sofoca y hierve. Es la razón por la que perdimos el edén,
seguro.
-¿Verde? ¿Me estás hablando del verde? ¿De ese
color amargo y podrido? ¡Daltónico hijo de puta!... ¿Vez? Siempre haciendo y
diciendo lo que te dicen. No existe lo que no viste. ¿Quién te dijo a ti que,
si lo viste rojo, tenías que llamarlo verde? ¿Quién? ¿Doña Maruja, tal vez ?...
¡Es ridículo! Es como decir que si te rasca el culo debes ponerte la uña en la
cocorra ¡maricón!-
-Cierto- decía Juan Alberto algo mas resuelto, con cara de
iluminado risueño, mientras acaricia el diván en busca del control remoto- es
cierto que me gusta el rojo, me gusta sobremanera su atrevimiento, como se
vierte sobre mi mundo sin ninguna clase de consentimiento ¡Es perfecto!-
asentía mientras dejaba tiradas sus botas pesadas -Por otro lado es también
cierto que no vi nunca lo que quise. Me inclino a pedirme piedad antes que
volver a pedirle permiso-
Hunde el botón verde. También se hunde en el mueble. El
televisor prende. Fin
Il Bambino
In home, sweet home...
25 de enero de 2012, 5:58
Tiene demasiado de ti jajajaja