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Poco antes de recibir la tarjeta de invitación, Diana había estado visitando a la nutricionista para verificar cómo iba su tratamiento para superar el episodio de anorexia que había oscurecido por algunos meses su vida. El estrés producto de mantener una brillante carrera como Ingeniera Eléctrica y sus múltiples intentos por cumplir con su banda de rock alternativo, que empezaba a saborear las mieles del reconocimiento, habían distorsionado la imagen de ella frente al espejo.  
Aquella noche, Lucas, luego de ver las estrellas, durmió plácidamente. A la mañana siguiente, con la tarjeta en sus manos, entendió que había llegando un nuevo cambió en la vida de Santiago. Tomó el celular y lo llamó para confirmar la notica, pues, debían organizar una celebración para despedir la soltería de su amigo, y sobre todo, porque sería un encuentro propicio para recordar cuando eran seis los que reían de las ocurrencias de sus épocas de escuela.
  •  Hola – Dijo al escuchar la voz de Santiago al otro lado.
  •           ¿Cómo has estado?
  •          Al parecer no mejor que tú. ¡Tengo tu tarjeta de matrimonio en la mano!
  •        El sarcasmo ya no te sale como antes – le dijo a Lucas entre risas.
La primera vez que Santiago y Lucas hablaron, fue cuando estaban en Once a comienzos de año. En el baño para los muchachos, alcanzaron a cruzarse al tropezar el uno con el otro. Un lo siento fue lo único que Santiago alcanzó a decir, antes de notar el rostro asombrado de aquel chico raro que era Lucas y quien no podía articular palabra, pues, ese momento representaba demasiado para él. Rocío, sin demora, le hizo saber al enterarse que eso no significaba nada. Pero él sonrió tontamente, reconociendo en aquel choque con Santiago, el comienzo de algo.
Amparo estaba lista. El vestido blanco le había quedado mejor de lo que ella imaginaba. Se miró por última vez en el espejo y sintió nervios al contemplarse. Había experimentado esa sensación antes, el día de la graduación.  Con la toga puesta, frente al espejo de su cuarto, no pudo evitar contener las lágrimas al recordar que había estado fugazmente embarazada y optado por terminar su bachillerato como todas sus compañeras y no como una tonta que metió las patas. Santiago no se había enterado de eso, ni del que había abortado tres meses antes del matrimonio.
Para Diana, relacionarse con aquel insoportable niño intelectual que año tas año trataba de ocultar sus amaneramientos, le resultaba totalmente indiferente. Pero eso cambió, el día que tuvo que trabajar en pareja con él, Lucas, para entregar un ensayo de historia. Descubrió en él, a un ser humano espléndido, lleno de rasgos únicos y de ideas resueltas, pero sobre todo, el único capaz de mantener arriba el autoestima de Rocío, la chica con la talla de vestido más grande, que luchaba contra el acné y la depresión por sentirse rechazada.
 Rocío se le acercó a Santiago para preguntarle por Lucas. En la iglesia, llevaban más de veinte minutos esperando al padrino de matrimonio que era él y no aparecía. La novia estaba a punto de llegar, y Lucas no daba señales. Rocío miró de reojo a su hijo Luis que de inmediato entendió que debía dejarse quieta la camisa. Luego, llegó hasta la puerta pavoneando su vestido lila.  Esa fecha había hecho que recordara a Álvaro y todo lo ocurrido con él. A pesar de haberse distanciado de todos, por creer en cuentos tontos, ella quería profundamente a sus amigos, especialmente a Lucas. Quien le juzgo más de una vez su amor ciego por su marido. En ese momento, en la puerta de la iglesia, sentía que algo la incomodaba.
La noche de la despida de soltero, Santiago dejó a Lucas en su apartamento, luego de haber estado juntos tomando algunos tragos. Lucas abrió la puerta para contemplar la soledad que le rodeaba. Bajo los efectos del alcohol sentía todas sus emociones al tiempo. Su psiquiatra le había dicho que debía evitar tomar mientras superaba su agudo episodio depresivo. Una sinfónica armonizaba en sus oídos como la noche oscura que su mente buscaba olvidar. Esa misma noche, en la que Santiago le había devuelto la vida. Sabía que al día siguiente su amigo se casaría, por eso quería callar todas esas voces que lo atormentaban y le daban instrucciones mortales. Tomó las pastillas para dormir, tantas como en su agonía creyó necesitar y surtieron efecto. Durmió tanto,  como nunca antes.


1ra. Las Estrellas.
3ra.Cicatrices.
4ta. Pan y Café.
5ta. La cabeza en el Hombro.
6ta. El Matrimonio.
7ma. Una Noche Oscura.
8va. Ráfaga.
9na. Estrellas y Luto.
10ma. Cartas para Santiago.
11va. Réquiem.
Por: JulioCesar

2 Sententias:

  1. Vea pero que cruel... Interesante como abarcas en una sola historia tantas problemáticas

  1. Espero que la dormida no sea eterna. No logro imaginar la reacción de los amigos :S