En un lugar más allá de las murallas, existe Cartagena, una ciudad de gente trabajadora y honesta que día a día se levanta, con el brillante sol costero y le sonríe a la vida. En aquella ciudad olvidada, de mil vericuetos y de secretos de esquina, hay un pueblo de negros, mulatos y mestizos que entre carcajadas y piropos pierden protagonismo por la historia mal contada.
En un tiempo fueron una sola Cartagena, dentro y fuera de la muralla. Todo pertenecía a un mismo dueño: la gente. Pero con el tiempo, la gente se dejó sacar y en su lugar, hay hijos fugitivos de piel roja, vetusta y de lenguas extrañas.
Pobre Cartagena, la mandaron a las sombras. Pero aun allí, en las sombras, se escucha el son del cartagenero, el olor de la arepa de huevo, el sabor del agua ‘e panela y uno que otro “nojoda” para dar fin a una conversación.
Más allá de las murallas, existe una cultura. La que no le pudieron arrebatar, porque esta innata en la gente, y que ahora se dinamiza y se funde con lo nuevo, para no perder vigencia: hay subculturas.
Ojala esa ciudad no se pierda no se pierda en las sombras del olvido, que crezca hacia horizontes posibles y que rompa su silencio. Ojala que en medio de todo, no pierda los tambores y el mapalé y que le devuelvan a la india, el castillo y a su muralla también.
por: Julio Cesar
Dedos aferrados
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Tengo un recuerdo fijo en mi cabeza. Mi hermano Jose y yo jugamos en la
casa. No tengo claro el juego, sé que corríamos y yo trataba de atraparlo.
En e...
Hace 1 año