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A MAGDA


No imaginas cuantas noches te he pensado… ni como he imaginado el momento de mi regreso. He soñado tanto contigo… no sabes cuánto… pero en estos días ha sido más frecuente ese sueño, en donde tu subes a una barca y partes lejos de mí, me dejas atrás, me dejas…


Es extraño el sueño, sobre todo, porque siento un dolor profundo y punzante… prefiero no pensar en eso. ¿Cómo estarás?: me pregunto. Y vuelvo a mis labores diarias, sé que soy inocente y tú también lo sabes.

Imagino que has intentado escribirme, pero no has tenido dinero suficiente para pagar el envío. Yo entiendo, tranquila… además, ya pronto podre regresar. ¿Terminaste ya, aquel suéter que tejías para mí? Estoy un poco más delgado, pero aun así, lo usare.

Magda, ya debo despedirme… no me permiten escribirte más. Después de esta carta, durare algún tiempo sin mandarte razones, es que la cosa esta dura, y no he podido conseguir tanto dinero como antes. Y parece que en algunos días, me trasladaran a otro patio. Cuidate, mi querida enamorada… porque yo, no hago más que imaginarte, tan hermosa como siempre.

SAUL.



- Es otra carta de Saúl –
- Así es – dice Magda.
- Y cuando le piensas decir la verdad.- dice Adriana, mientras recoge sus cabellos con una moña blanca.
- No hay nada que decir…
- Sabes que si… dile a Saúl, que nunca le has escrito, que nunca le quisiste… que su partida fue un alivio para ti…
- No hay nada que decir… porque hace dos noches, que el murió… ya me encargue de eso… - agregó mientras reía – que irónica la vida, llego primero el aviso de su muerte que su última carta… por lo visto, la muerte nos gana más de una carrera…

Camino hacia un escritorio, abrió la gaveta derecha y hecho la carta, dentro había más de esas. Todas con el mismo sello, con la misma letra y llenas de polvo. La cerró sin siquiera mirar, sonrió tontamente y camino lejos de allí.



por: julio cesar