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  •  ¿Serás feliz? – le preguntó Lucas a Santiago el día de la despedida de soltero.
  •  Eso creo. - le respondió Santiago.

Habían quedado solos, luego que todos los invitados comenzaron a irse del bar. Lucas ante la respuesta de su amigo, sonrió. Santiago sirvió dos tragos más de whiskey y le entregó uno a su amigo. Brindaron por el futuro, por los amigos, por ellos. Fueron tantos brindis que Lucas terminó ebrio y Santiago tuvo que llevarlo a su apartamento.  Cuando estuvieron dentro, Lucas se acercó a Santiago para decirle mientras lo veía fijamente a los ojos:
  •  La felicidad, es lo que más deseo para ti.
  •  Y yo para ti.
  •  Sabes que te quiero, cierto? – le preguntó Lucas.

Sería esa su despedida y Santiago sin conocer el destino, sólo supo sonreír ante las palabras de su mejor amigo.

Lucas, semanas antes de recibir la tarjeta de invitación al matrimonio de Amparo y Santiago, estuvo en una clínica de reposo para encontrar la paz que le hacía falta. Estaba teniendo pesadillas con el profesor Domínguez, con su padrastro y con su madre. Se sentía angustiado y un poco solo. Además, las experiencias vividas con sus relaciones amorosas habían sido desastrosas y confusas. Su primera pareja oficial, fue un compañero de la Universidad que le propuso tener algo luego de tres semestres de carrera. Pero tuvo un arranque de celos, al enterarse que Lucas le escribía cartas a Santiago y las guardaba en su libro preferido. Ese fue el fin de los seis meses de relación. Tuvo otro romance con un chico recién graduado de otra carrera, que terminó cuando Lucas se encontró con Santiago en la ciudad donde Lucas estudiaba y residía. Cuando la pareja de Lucas, vio como le sonría a Santiago sintió que perdía su tiempo. Esa fue la relación más estable y larga de Lucas. Fueron dos años. Y Santiago jamás supo, por qué habían terminado.

Cuando Diana regresó a su casa, luego de tres días en la clínica notó que entre sus padres había una tensión extraña. Desde el primer día que llegó, su madre se mudo a dormí con ella. Y luego de quince días al ver que no regresaba a dormir con su padre, diana le preguntó lo que ocurría. Pero su madre no le dijo mayor cosa. Había notado también, que su padre evitaba estar en casa y cuando estaba pasaba todo el día en su despacho. De los golpes del carro, luego de dos meses, nada quedaba. Los moretones y los raspones poco a poco se habían quitado. Se enteró, luego de un tiempo de su recuperación, que Jessid el baterista había intentado localizarla por todos los medios. Como su celular había quedado en manos de su padre, el contestó cuando el tipo llamó. Se enteró entonces, de las andanzas de su hija con aquella banda y le aclaró al baterista que ella no volvería a eso jamás.

Diana al ver los correos que le habían llegado, decidió llamarlo y contarle todo lo ocurrido. Además, quería saber cómo iban las negociaciones para grabar su primer álbum. Jessid la escuchó atentamente, y luego le informó que la habían reemplazado porque en ese momento, sus problemas familiares serían un obstáculo para el éxito del grupo. Diana estaba sorprendida, colgó la llamada y se echó a llorar. A los pocos días, escucharía la canción que había compuesto con el grupo en la voz de otra chica sonando en la emisora.

El padre de Diana, al enterarse que su hija sabía que él había recibido las llamadas fue hasta su cuarto para encararla. Al verlo entrar, Diana sintió el miedo subirle por el cuerpo.
  • Me has estado engañan diana!!
  • ¿De qué hablas papá?
  • Ese maldito grupo de música.
  • Eso ya es pasado papá. Tú lo sabes. – le dijo entre lágrimas.

El hombre la tomó por los brazos con fuerza y la zarandeó, con los ojos rojos por la rabia y las manos temblándole.
  • ¿Hasta dónde pensabas llegar?  ¿Nunca me dirías la verdad?

En ese momento, la madre entro a la habitación y le arrebató a su hija de las manos a aquel hombre. Vio a su hija temblando de miedo y desecha en llanto. Entonces, se acercó a su marido y le propinó una bofetada.
  • Y tú… ¿le has dicho toda la verdad a tu hija y a mí?

La tarde del matrimonio, la madre de Diana la acompañó a comprar unos zapatos de último minuto que combinaran bien con el vestido. Luego de eso, dejó a su hija en la peluquería y regresó sola a casa. Diana, como había acordado con Amparo se iría a cambiar a la casa de su amiga. La madre de Diana, al llegar fue al cuarto de su hija para recordar cómo era cuando niña. Su marido, por otra parte, creyéndola lejos aún decidió entrar a la casa en compañía de uno de sus socios más antiguos. La madre de Diana se había quedado ligeramente dormida, pero despertó. Bajó las escaleras y llegó al despacho. La sorpresa la hizo gritar. Había encontrado a su marido, con la boca perdida en el sexo de su socio y a este último,  con la cara adornada por una placentera sonrisa  mientras con su mano en la cabeza del marido de la espectadora indicaba los movimientos adecuados. Corrió hasta el cuarto de su hija a encerrarse, mientras el par de tipos sobre saltados no supieron cómo reaccionar. La mujer no volvió a dirigirle la palabra a su marido, hasta ese día en la habitación de su hija cuando la enteró de todo lo ocurrido.

Diana no salía de su asombro. Veía a su padre y no lograba reconocer lo que su madre decía en él. El hombre, al sentirse acusado se fue contra su mujer y la tomó por el pelo. Su hija, como en un acto mecánico saltó y le ordenó que la soltara. El padre de Diana, vio en los ojos de su hija, el reproche y adivinó, que había superado cualquier miedo hacia él.
  • Detestabas a Lucas, por ser el mismo. – le dijo Diana a su padre. – cuando tu ni siquiera has sido honesto contigo mismo.
  • Diana… soy tu padre…
  • Me has juzgado como al peor de todos los seres humanos. He hecho hasta lo imposible, por llenar tus expectativas. Soy tu hija… ¿lo recuerdas?

Las cosas en aquella casa se pusieron aún más tensionantes. Diana dejó de hablarle a su padre. Sentía que debía tomar una decisión en su vida, como nunca antes la había tomado. Era una decisión suya, libre. Tomó sus cosas y le indicó a su madre que hiciera lo mismo. Bajó al despachó de su padre, le dio un beso en la frente y salió. Se fueron para no volver. Dejaron atrás aquella casa, con un hombre derrotado y lleno de miedos. La madre de Diana regresaría a la casa, para atender al padre diez años después cuando enfermó con una bronquitis que le quitó la vida. Diana al salir de la casa, sabiendo que empezaría una nueva vida se sintió libre. Recordó la fiesta de despedida, y ella en el escenario cantando. Recordó la graduación cuando estuvieron los seis juntos.

Santiago recordaba a la madre de Lucas como un mujer agria que había herido a su amigo en lo más profundo.  El primer poema que Lucas le mostró a Santiago, se titulaba “morir sin madre” y era su manera de dejar salir todo el dolor que sentía por saber que su padrastro estaba primero que él ante los ojos de su mamá, y que incluso, prefería a su hermana mayor que ya vivía con su marido. Se había ido de su casa, cuando ella le dijo poco antes del grado y sabiendo lo ocurrido con el profesor, que si su marido había intentado tocarlo era porque él lo provocaba. Santiago le abrió un espacio en su cama y en su cuarto. Con el apoyo de sus padres, Santiago alojó a Lucas en su casa hasta que se marchará a la Universidad. Pero siempre, regresaba en vacaciones. El padrastro de Lucas, poco a poco convenció a la madre de dejar al muchacho donde estaba.

Aquella mañana la madre de Lucas, luego de revisar cada rincón del apartamento para recordar a su hijo descubrió el libro de Lucas con un grupo de cartas que tenían como destinatario a Santiago. La mujer, aún vivía con aquel hombre pero en un pueblo cercano. Le había tocado trabajar duro, y ni su hija mayor soportaba visitarla más de dos horas por lo detestable de aquel hombre. Como sintiendo que ese podía ser el último favor que la haría a su hijo, y una manera de reconciliarse él llevó las cartas a Santiago. Eran nueve en total. Lucas las había escrito pero jamás las había entregado.  Santiago con el paquete en la mano, fue en busca del poema y se lo dio a la mujer. Ella lloró al leer el titulo.

Sin poder leer las cartas por miedo a su contenido, Santiago fue a buscar a Rocío para que las leyeran juntos. Con cada una descubrirían algunos secretos que Lucas sabía y no había contado. Y sobre todo, verían un Lucas íntimo llenos de emociones y sentimientos complejos, en constante lucha contra sí mismo. Las cartas comenzaban: “Te escribo Santiago, porque esto jamás te lo diría… “Lucas había empezado a escribir sobre los abortos de Amparo, de los cuales se había enterado por un desliz de Diana y el otro, por su cercanía con la madre de Amparo que conocía todos los secretos de su hija, aún cuando ella creyera que no era así. Sobre las infidelidades también le contaba. Luego, empezaba a expresar las palabras que nunca le dijo a Santiago. Le repetía una y otra vez, que lo quería mucho. Le decía en la última, que había soñado que Santiago era su ángel de la guarda. Santiago abrazó a Rocío y lloró sintiendo que no merecía los sentimientos de Lucas. Guardó las cartas y regresó a su casa. Las tuvo por tres años, para leerlas una y otra vez y pensar que conversaba con Lucas. Las guardó hasta que Amparo regresó.



1ra. Las Estrellas.
2da. Dulces Sueños.
3ra. Cicatrices.
4ta. Pan y Café.
5ta. La cabeza en el Hombro.
6ta. El Matrimonio.
7ma. Una Noche Oscura.
8va. Ráfaga.
9na. Estrellas y Luto. 
11va. Réquiem. 


Por: JulioCésar.

1 Sententias:

  1. buen final. Nunca me imaginé que era un otro relacionado con ellos de alguna manera quien contara la historia fue un buen giro al final. Me gusta la cuestión de los finales que huelen a continuará como este. Buen trabajo JC.