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La invitación que pudo haber llegado  a nombre de Álvaro, llegó a sus  abuelos como muestra  de que aún recordaban a su amigo muerto. La abuela tuvo en las manos la tarjeta y sonrió al recordar a los seis amigos juntos  como cuando les tomó la foto el día de la graduación. El único día de su vida en el que no soñó.

La noche que Lucas vio las estrellas en el cielo, Rocío estaba en el cuarto de Luis terminando la oración nocturna. Por una sensación extraña, Rocío caminó hacia la ventana y vio las estrellas como una ilusión del pasado. Recordó en ese momento que Álvaro le había contado, que luego de la graduación su abuela le había preguntado el motivo de aquel brillo de estrellas en sus ojos y que él, sin entenderlo muy bien, sólo había reído.  Supo ella, en ese momento, a qué se refería la abuela de su amigo. Al día siguiente, recibiría la tarjeta de invitación al matrimonio.

Rocío, desde el nacimiento de su hijo, se había vuelta más intuitiva. Había despertado en ella una especie de sexto sentido, como un segundo olfato para detectar cierto tipo de situaciones. Por eso, al llegar al apartamento de Lucas y ver a Santiago con su amigo en sus brazos, supo que esta vez se había ido para siempre.  Corrió hacia ellos y besó a Lucas en la frente, sin entender muy bien cómo habían hablando antes en la iglesia. Dejó salir sus lágrimas como gotas de una lluvia que se transformaba en tormenta. Poco a poco, en esa profunda tristeza, Rocío comprendió que Lucas sólo había ido a despedirse de ella. Se miró con Santiago y decidieron llevarlo a una clínica. 

Amparo, en la iglesia, ya había dejado de llorar. Todos los invitados se habían ido, menos los abuelos de Álvaro. La abuela se acercó a ella, mirándola con ternura y le dijo:
-Cálmate hija, porque esas lágrimas las necesitaras más adelante. Pero sobre todo, recuerda que las mañanas luminosas traen sucesos inesperados.
Amparo la miró con ira. Se levantó molesta y caminó al centro de la iglesia para gritar maldiciones y desarmarse el peinado. Llegó entonces una llamada, la contestó y corrió en dirección a la puerta de la iglesia para continuar hasta la calle. Diana salió tras ella y la madre de Amparo más atrás. La abuela de Álvaro sólo abrazó a Luis, el hijo de Rocío, y se quedó allí quieta viendo todo.
El día que recibieron la tarjeta de invitación, la abuela, por la noche, soñó que Álvaro iba en una balsa con Lucas como pasajero. Pero luego, una semana antes del matrimonio, soñó con estrellas brillantes que caían del cielo mientras la novia caminaba acongojada. Era algo que no podía evitar. Soñar era su condena y vivir, la única manera de soportar ese peso.

Un carro esperaba a las afueras de la iglesia y Amparo llegó hasta él y subió. Diana iba detrás tan rápido como sus tacones se lo permitían. Cuando Amparo montó en el carro, un hombre la recibió con un beso y luego, arrancó el auto sin mirar al frente. No se percató de Diana quien en ese momento, estaba al frente del carro y salió despedida para terminar contra el suelo. Amparo estaba aterrada, pero el hombre no se detuvo.  Diana quedó inconsciente con la sangre corriendo por su boca.
Una mañana de domingo Álvaro les anunció a sus abuelos que quería ser abogado. Ellos sonrieron y estuvieron de acuerdo. El muchacho amaba su carrera y era un apasionado por todo lo que a ella se refería. Hubo una época en la que los ánimos se caldearon en el programa de derecho de la Universidad pública, la mejor en esa carrera. Querían nombrar como rector a un tipo que nadie podía aceptar, un hijo de cuna de oro que pensaba la educación en cifras y no en calidad. Además, el programa de derecho amenazaba con ser cerrado. Álvaro tomó el liderazgo, su nombre y su rostro empezó a ser conocido. Su abuelo movió cielo y tierra para protegerlo, pues corría el rumor de que las cosas se pondrían peores. Sin embargo, los revolucionarios lograron derrocar al rector y hacer cumplir la votación para elegir al nuevo. El programa de derecho fue salvado.
Mucho tiempo después, cuando Álvaro estuvo en su proceso de pasantías en uno de los juzgados de la ciudad, accedió a verse con su madre luego de un largo camino para lograr aceptarla como parte de su vida. Mantuvieron una relación tensa vía telefónica, que poco a poco fue cambiando. Aquel día, sería la primera vez que tendrían una cita. Sabía que era su madre, porque una mañana al bajar las escaleras de su casa encontró a la misma mujer elegante que los había ayudado la noche del baile de despedida, sentada en la sala. Sus abuelos le dijeron que esa era su madre. Álvaro la miró y huyó del lugar, hasta la media noche cuando regresó. Su abuelo con lo convenció de llamarla y empezar un proceso lento para curar heridas y llenar soledades.
Poco a poco, la mujer logró a cercarse a su hijo y él empezaba a quererla. Esa tarde, Álvaro salió sonriente de la oficina de los juzgados. Iba a ver su madre, después de tantos años. Su grado estaba cerca y las cosas pintaban bien para su futuro profesional. La abuela en sus sueños caminaba por un bosque de estrellas y su nieto, salía de la oficina. Una motocicleta se acercó sin que Álvaro pudiera notarla, el parrillero sacó su arma y descargó ocho tiros sobre muchacho. Su muerte fue al instante. Cayó sobre el pavimento con aquella sonrisa inmutable, que ni la muerte le pudo arrebatar. Comentaron en los pasillos de la Universidad, cuando la notica se corrió, que ese era el comienzo de una persecución hacia los líderes de la revolución pasada. El nuevo rector tuvo que renunciar.
La madre de Álvaro esperaba en el restaurante, para comer con su hijo. Había elegido su ropa con cuidado para no  dar una mala impresión. Cuando su celular sonó, la cara se le iluminó al ver que era una llamada de Álvaro. La policía había marcado el último número que registraba el celular en las llamadas realizadas. La abuela lloraba desconsolada y el abuelo fue a su encuentro, sin comprender nada. Una llamada daría sentido al llanto de su esposa. Su nieto había sido asesinado. La muerte de Álvaro, Rocío no la pudo llorar en el momento, pues, una golpiza que le había propinado Rafael la mandó a la clínica por dos días en los que su madre y Lucas estuvieron a su lado. Pero ella durmió todo el tiempo.
La noticia de la muerte llegó a todos en poco tiempo. Santiago se enteró al llegar a la Universidad, y Lucas, estando en la clínica con Rocío, por una llamada de Santiago. Diana estaba en un ensayo, cuando la notica le llegó. Y Amparo dormía, su madre la despertó para contarle. Álvaro no creía en ángeles. Sólo en las hadas. Por eso, con su muerte obtuvo unas alas de libélula que uso para llegar donde su madre y contemplarla. Luego, voló con sus abuelos para animarlos y su abuela aunque logró verlo no se asustó. Visitó después a sus amigos. Todos estaban en la ciudad, por algún motivo. Se quedó con Rocío mientras Lucas se dormía cansado de cuidarla y le contó cómo se sentía estar tan liviano. Pero ella, no lo escuchó.   
Por: JulioCésar.

2 Sententias:

  1. Wow! Por fin supe el motivo de la muerte de Álvaro. Triste.

  1. Jajaja. Tuve la misma sensación. Yo pensé que me había volado esa parte.
    Considero que debíste introducirla un poco antes.
    Pero va! Me agrada.