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Cuando Álvaro ganó las elecciones  a personero, prometió instaurar la fiesta de despedida de once como un evento anual. Y así fue desde entonces. El último año de escuela de ellos, la fiesta fue todo un acontecimiento, nunca antes se había hecho algo así en aquella Institución. Todo estaba listo. La noche de la fiesta, tanto profesores como alumnos se reunirían a despedir  la nueva promoción de exalumnos.

Amparo y Diana ayudaron a Rocío a elegir su traje. Un vestido azul celeste con uno que otro encaje que la hacía ver más delgada y que era lo más coqueto que ella había usado en la vida. Amparo fue, como todos lo esperaban, la más bella de la noche. Parecía una figura griega. Un sueño de adolescente hecho mujer en aquella noche. El rojo de su vestido daba un esplendor a su piel cobriza y sus ojos místicos. Lo que nadie esperaba era ver a Lucas convertido en el hombre que nunca se había atrevido a ser, por ocultarse tras sus libros y su intelecto.  Tenía elegancia  y la sencillez de quienes han luchado por un lugar en el mundo. Santiago en una broma de amigos y buscando acercarse a Lucas le dijo al oído:
  • Si  Amparo no estuviera tan bella, te raptaría ahora mismo.

Pero Lucas, aún molesto por la discusión sobre el profesor de biología, lo ignoró.

La noche trascurrió sin mayores contratiempos. El coliseo del colegio estaba decorado con columnas de globos  y flores. Una alfombra roja en la entrada para todos y varios juegos de luces de los que estaban de moda. Álvaro estaba satisfecho. Era esa su obra, su idea. Olvidó por completo lo que le había dicho su abuela antes de salir; cuando le acomodó la corbata y le dio un beso en la mejilla.
  • Hijo, no descuides a Lucas ni un momento- le dijo mientras miraba a su nieto a los ojos- esta noche será muy oscura. 
A Álvaro sólo le pareció eso, la muestra de que su abuela estaba volviéndose una mujer nerviosa. Sin embargo, la idea lo acompañó hasta la puerta del colegio donde lo dejó su abuelo.

Santiago estaba perfecto en aquel traje negro que le daba un toque de respeto a su apariencia y acentuaba el café de su piel. Bailó con Amparo toda la noche. Diana subió al escenario con su vestido negro escotado y dio una muestra de su talento. En ese instante, se sentía libre y dueña de su vida. Pero la oscuridad que la abuela de Álvaro había visto en sueños estaba metiéndose poco a poco en la fiesta, esperando su momento.

Lucas, por su parte, intentaba animar a Rocío que no había bailado en toda la noche, con comentarios sobre la ropa de los otros. Pero no funcionaba. Luego, la invitó él mismo a bailar y para ella, eso era simple lastima y no estaba dispuesta a aceptarla.  Fue Álvaro quien se acercó y la invitó a bailar. Rocío se levantó sin dudarlo y se sonrojó un poco. Su acné había desaparecido y su rostro parecía una delicada porcelana. Bailaron algunas canciones, intercalando entre música de orquesta, vallenatos, el merengue de aquellos tiempos y las baladas en inglés. En una de sus piezas de baile, Santiago se les acercó y les preguntó por Lucas. Se dieron cuenta, que ninguno de ellos sabía dónde estaba.

El profesor Domínguez había llegado desde temprano al coliseo. Estaba de guayabera blanca bien planchada y pantalón de lino con zapatos de vestir elegantes.  Gracias a su estatura, se veía como un actor de telenovelas. Veía a Lucas a lo lejos, sorprendido por lo radiante que estaba. Habían estado más unidos a raíz de la discusión que Lucas tuvo con Santiago. Esa noche, el profesor Domínguez tenía algo en mente.

Cuando Rocío y Álvaro empezaron a bailar, el profesor le hizo señas a Lucas para que se acercara. En la fiesta no había licor, sólo una mezcla de jugo de corozo fermentado con cítricos. El profesor, le brindó a Lucas un vaso de coctel que el muchacho tomó sin afán, pero dejando el vaso vacío. Hablaron por algunos minutos y luego, el profesor se alejó. La luna de esa noche era llena. Un círculo brillante en el cielo negro y sin estrellas. Lo extraño era como una nube gris, luchaba por ocultar aquella luna.

Lucas y el profesor se dieron cita en los baños de muchachos, cerca del gimnasio,  los más apartados de todo el colegio. Lucas escuchó la declaración de amor de su profesor un poco sorprendido. Sabía que entre ellos había una tensión extraña,   pero no estaba listo para eso. Le sorprendió más, oírlo hablar de compenetrarse uno con otro, hasta tocar sus mieles más secretas. Lucas le explicó que eso no era posible. Que él era un hombre que empezaba a gustarle, pero que jamás en su vida había amado y menos había entrado en esas cercanías de las que el profesor hablaba. En ese momento de su vida, le dijo, estaba descubriendo sus sentimientos por alguien especial. El profesor Domínguez lo miró consternado y algo molesto.

Lucas quiso marcharse y se dio cuenta de cuán mareado estaba. Sintió miedo y caminó hacía el coliseo, pero los pies lo engañaron, fue poco lo que logró avanzar. Cayó al suelo pensando que moriría enojado con Santiago. Pero la vida no se le iba, sólo la fuerza. Sintió las manos del profesor sujetándolo y con dificultad reconoció la risa de aquel hombre y su cara. El profesor Domínguez  lo llevó de regreso al baño y lo hizo prisionero de un beso salvaje. Lucas sentía que una serpiente entraba en su boca y recorría cada espacio. Había imaginado que se besaba con su profesor y que ese, era un beso dulce, pero el beso que estaba recibiendo era demasiado amargo y los labios le ardían. Christian Domínguez no tuvo dificultad para empezar a desvestir a Lucas que luchaba débilmente contra él.  Lo tiró al suelo, viendo como se arrastraba para intentar huir mientras él, se preparaba para su embestida dejando al aire su miembro erecto.

Santiago buscaba a Lucas por cada rincón. Los demás, al verlo, se unieron  a su búsqueda. Amparo no entendía y estaba un poco fastidiada del asunto pero aún así ayudaba. Fue entonces cuando Álvaro recordó a su abuela y salió del coliseo para ver como la noche se hacía más oscura de lo habitual. Diana sugirió ir a los baños del gimnasio y Santiago corrió hacía allá seguido por todos.

El profesor Domínguez, tenía a Lucas en posición para ser penetrado cuando Santiago llegó y quedó perplejo. Las nalgas de Lucas estaban arañadas, en su afán por no dejarse quitar el pantalón. Rocío reconoció en la expresión de Lucas el sufrimiento y el desconsuelo. Santiago se fue contra el tipo, propinándole un puño en el estomago que lo dejó sin aire. Amparo ayudó a Rocío a llevar a Lucas que tenía la boca sangrando y un olor a sexo en ella. Diana recogió rápidamente la ropa de Lucas y siguió a sus amigas. Álvaro ayudó a Santiago para darle una paliza al profesor, pero la estatura del hombre lo ayudó para escapar aún con el miembro firme y al aire. Diana, viendo a Lucas, supo que debían llevarlo a una clínica. Santiago lo tomó en sus brazos, viendo la fragilidad de su amigo y lamentando aquella discusión. Lucas a medio vestir, gracias a la ayuda de Amparo y Rocío, se dejó ir a un sueño extraño y profundo.

Aquella noche, Lucas murió por primera vez. Durmió por al algunos minutos, mientras Santiago apresuraba el paso con él en los brazos para salir del colegio sin ser vistos y lo llamaba desesperadamente. Amparo entretuvo al vigilante para que no se diera cuenta de nada. En uno de tantos momentos, Lucas volvió a despertar entre los llamados y el llanto de Santiago. Una mujer misteriosa y elegante se ofreció a ayudarlos a llevar a Lucas a la clínica cercana. Tiempo después, Álvaro sabría que esa mujer era su madre.

Allí terminó la fiesta para ellos, los seis en la clínica. La mujer  pagó todo y se fue, diciéndole a Álvaro que eso era sólo el favor de alguien cercano. Lucas despertó a la mañana siguiente. Lo habían drogado con una bebida, por eso no podía defenderse. Además, el ardor en sus labios era porque lo habían mordido mientras lo besaban. Y en su boca, habían encontrado semen. ¿Dónde están tus padres? Preguntaron. Todos se vieron a  la cara y en ese momento, entró la mamá de Amparo. Desde esa noche, empezaron las voces en su cabeza. Como susurros mortales que indicaban qué hacer. El director no quiso tomar cartas en el asunto, pues eso sería un escándalo. Además, el profesor era un excelente docente y no se encontraba su perfil en ningún colegio de la ciudad. Santiago habló con sus papas; Álvaro con sus abuelas e incluso Diana con los suyos, pero no se atrevían a decir toda la versión. Fue Amparo quien se dirigió a su mamá y le dijo:
  • Para algo debe servir que seas tan amiga de más de uno de los miembros de la junta directiva del colegio. Sabes lo que pasó. Sabes que no te pediría esto si no fuera cierto. Sácalo del colegio.
A la semana siguiente, el profesor no estaba en el colegio y nadie supo por qué se fue. Pero meses más tarde, los noticieros anunciarían que se había suicidado en su apartamento ubicado en la capital del país.

1ra. Las Estrellas.
2da.Dulces Sueños.
3ra. Cicatrices.
4ta. Pan y Café.
5ta. La Cabeza en el Hombro.
6ta. El Matrimonio.
8va. Ráfaga.
9na. Estrellas y Luto.
10ma. Cartas para Santiago.
11va. Réquiem.  

Por: JulioCésar. 



Estando los novios parados en el altar contemplándose, el padre les preguntó si estaba todo listo. Fue entonces, cuando uno de los primos de  Santiago se ofreció para ocupar el lugar de Lucas. Amparo no tenía ningún problema y trató de buscar en la mirada de su futuro esposo la aprobación para empezar con la ceremonia. En ese momento, Santiago miró a Diana y vio en ella el mismo pensamiento que habitaba en él, saliéndole por los ojos. Supo entonces, lo que debía hacer. Ante la mirada expectante de todos, corrió dejando a la novia  con aquel vestido blanco y pomposo y su ramo de flores.  En su carrera por salir de la iglesia, logró distinguir a Álvaro sonriéndole desde distintos puntos del lugar.

Por la cabeza de Amparo pasaron tantas ideas que no podía expresar ninguna emoción. Los desorbitados ojos no encontraban donde posarse y su cuerpo empezaba a temblar. Diana nuevamente la sujetó. Antes de salir de su casa, Amparo recibió varios mensajes en el celular con propuestas de escapar en compañía de otro hombre. Sin embargo, por consejo de su madre hizo caso omiso a todos ellos. En ese momento, mientras todos la miraban, Rocío fue la única capaz de volverla a su realidad con una bofetada. Y luego, su madre sería quien la ayudaría  a despedir a los invitados mientras Diana trataba de consolarla.

La única vez que Diana dijo en su casa que quería estudiar música, su padre le dijo que ya había arreglado todo. Que gracias a sus notas y  sobre todo a las influencias de él, tenía un cupo seguro en la mejor Universidad de la Ciudad para estudiar cualquier Ingeniería. Justo es ese momento, empezó a perder la imagen de sí misma. Su madre era una mujer sumisa que no se enfrentaba jamás a su marido. Y ella, había aprendido eso mismo. Desde entonces, la música sólo fue un hobbie que ocupaba su pensamiento todo el tiempo. Pero Diana, tan responsable como siempre, tenía el primero lugar en la universidad con lo que su padre estaba orgulloso.

Para Diana no era sorpresa que su padre le prohibiera tantas cosas. Desde que podía recordar, le había prohibido reír demasiado, levantarse muy tarde, hablar en la mesa. Nada de llenar la casa con muchos amigos y jamás una mala calificación. Diana era perfecta. Aunque lo único que deseaba era aprender a tocar el piano y mejorar su afinación. Así, su vida era el ideal de un padre autoritario, que incluso, llegó a prohibirle su amistad con Lucas, porque él no gustaba de afeminados que volvieran a su hija una marimacho. Diana aprendió a obedecerlo y a encontrar escape a su cárcel, con salidas nocturnas con sus amigos. Todo gracias a que Álvaro la ayudó a descubrir que podía escapar por la ventana de la puerta del cuarto de servicio.

Estando en la Universidad, conoció a un baterista que le robó el corazón y luego se lo partió. Con él fundo su banda de rock a la que llamaron “chocolate blanco” y poco a poco se hicieron conocidos en los bares. Aunque ella, siendo la vocalista, no salía en los afiches y manejaba el asunto con toda la discreción para que su padre no se enterara. Una noche, encontró a Jessid, el baterista, con otra chica y fue entonces cuando la anorexia se volvió un problema serio. A pesar de ese encuentro, siguieron adelante con el grupo pasando por malos momentos y otros mejores.

Santiago corrió desesperadamente hasta alcanzar la avenida y tomar un taxi. Recordó en ese trayecto, que en el campeonato intercurso, el profesor de deportes había obligado a Lucas a ser el arquero. Entonces, él y Álvaro le prometieron evitar que algún balón llegara a la portería. Ese año, se coronaron campeones, gracias a que Lucas, en el único momento que un balón llegó hasta él, lo detuvo con su cara en lugar que de usar las manos. Cuando les dieron el trofeo, a Lucas lo alzaron en hombros. Sonrió ante aquel recuerdo.

Cuando Santiago entró al apartamento de Lucas con la ayuda del portero, sintió temor. Recorrió con la mirada el lugar, sin ver nada que anunciara una tragedia. Caminó entonces a la habitación, como quien está a punto de dar un paso al vacío. Quedó perplejo al contemplar al Lucas flotando sobre su cama, rodeado de un brillo especial. Se contuvo por algunos minutos, hasta que se resolvió a llegar hasta la cama de su amigo y extenderle los brazos bajo su cuerpo elevado. Lucas cayó en los brazos de Santiago tranquilamente, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. En ese momento murió y Santiago lo sabía. Lo había salvado de otras muertes, pero en está ocasión no.

Por: JulioCésar



La noche que por primera vez los seis amigos vieron las estrellas en el cielo, la abuela de Álvaro soñó con una bandada de palomas que alzaba el vuelo convirtiéndose en cuervos. Se despertó extrañada. Miró a su alrededor y se volvió a acostar con una sensación extraña en la piel. Ella era una mujer mística, de una juventud extraña en sus ojos y de ideas estrafalarias respecto a los sueños. Para Álvaro su abuela y su abuelo eran su única familia. De su padre poco sabía. Sus constantes viajes y su otra familia lo tenían muy ocupado. Cada vez que el abuelo trataba de hablarle de él o de convencerlo de ir de vacaciones con ellos, el muchacho se fastidiaba y le decía que su lugar estaba ahí, al lado de ellos. De su madre tenía muy poca información. La historia del por qué no estaba con ella era confusa. Lo que nunca imagino fue conocerla esa noche, en la que la oscuridad parecía apoderarse de todo.

La tarde en que mataron a Álvaro, la abuela había tomado su siesta diaria. Por alguna extraña razón, el sueño la había abrigado completamente y se le había prolongado más de lo habitual. En sus sueños, andaba en un bosque de estrellas encendidas que se apagan a su paso, mientras la muerte se llevaba a su nieto sin darle tiempo de reaccionar. Álvaro, con el tiempo, había empezado a sentir un aprecio especial por Rocío, más allá de lo que él mismo pudo imaginar. Una tarde de domingo, siendo aún estudiantes del colegio, él llegó a la casa de ella – una típica casa familiar en la que vivía casi toda la familia, desde la abuela por parte de madre hasta los diez primos que ella tenía-, y motivado por un mango amarillo que se coronaba en lo alto del árbol del patio de su nueva amiga, se atrevió a subir.  Pero al tenerlo casi en la mano, una hormiga le picó en el pie y provocó que cayera con tal suerte que logró agarrarse de una rama antes de tocar el suelo. Rocío recordaría ese momento de sobre salto, con una risa estruendosa.

Años más tarde, cuando Rafael empezó a mostrar el monstruo que llevaba dentro, Álvaro, del dinero que le daban para la Universidad, le ayudaba a comprar los pañales para Luis, el hijo de Rocío. Lucas, para entonces, se había ido a una ciudad cercana a estudiar Lingüística y literatura  gracias a una beca. Pero cuando volvía, no soportaba ver a su amiga reducida por un hombre que nada merecía de ella. Atrás había quedado la Rocío del colegio, que le apretó las bolas Álvaro y defendió a Amparo y Diana en una ocasión.

Santiago había perdonado a Amparo más de una vez. En el colegio había escuchado rumores de sus enredos con un jugador de futbol del otro curso. Pero fue luego, estando en la Universidad, cuando quedaría al descubierto  todo. Santiago llegó a una zona boscosa que quedaba un poco alejada, a una caseta de mala muerte y ella estaba entregada en un beso a aquel joven delgado y de ojos saltones. Él, al verla, estalló en cólera golpeando al infeliz flaco que intentaba robarle a su novia. Luego, lloraba mientras hablaba por teléfono con Lucas que, en esos momentos, odiaba profundamente a Amparo.  Pero duraba poco la pelea. Ella lo citaba en su casa y luego de una danza en la cual se despojaba de toda su ropa y de una faena desenfrenada, él volvía a su lado. Y corría a contarle a Lucas con detalles todo lo ocurrido, entonces su amigo volvía a sonreírle a Amparo.

Fueron varios los episodios en los que Amparo recurría a otros hombres para llenar un vacío que ni ella misma entendía. Pero bastaron cartas de amor, lloriqueos desconsolados y un sexo desmedido para que Santiago sintiera que toda ella era suya. Diana, en cada una de esas ocasiones, desaprobaba el comportamiento de su amiga y no ahorraba esfuerzos ni palabras para hacerla caer en su error. Pero sus propios problemas le impedían vigilar a su amiga de cerca y siempre, terminada enrollada con alguien más.

Rocío sin comprender las palabras de su hijo, caminó hasta el jardín trasero de la iglesia y lo vio allí, era Lucas, sentado como un ángel con la mirada perdida y una profunda tristeza a su alrededor. Nunca antes había visto a Lucas tan triste, y sólo en ese momento lamentó haber estado tan separada de él. Llegó justo a su lado y se sentó en la banca.

  •           Ya es tarde, ¿cierto?- le preguntó Lucas.
  •           Sabías que esto iba a pasar, Lucas.
  •           Es cierto. Pero no es eso lo que me entristece.
  •           ¿Entonces? ¿Qué pasa? ¿Por qué no vamos a la ceremonia?
  •           Quería que supieras, que eres la mejor amiga de todas. Y que Luis es un niño maravilloso.
  •           Sí. Está creciendo. Sabes, se parece un poco a ti en la mirada de soñador.
  •           Creo que tiene un poco de todos. Lo terminamos influenciando.

Hubo un silencio momentáneo. Pero Rocío sintió las palabras brotar de su corazón.

  •           Lamento no haberte escuchado. Lamento haber esperado tanto tiempo para reaccionar.
  •           No, Rocío. Tú sólo estabas enamorada. Yo sé lo que es eso.

Rocío colocó su cabeza sobre el hombro de su amigo, como lo había hecho otras veces cuando hablaban del futuro. Se levantaron a los poco minutos y caminaron hasta la esquina  que daba a la puerta de la iglesia.
  •           Sabes Rocío, me siento más tranquilo. Siento que me invade la paz.

Ella sonrió y le agarró la mano. En ese momento, Santiago salió corriendo por delante de ellos. Rocío sin comprender lo que pasaba, salió detrás de él para gritarle que Lucas estaba con ella. Santiago no se detuvo en ningún momento y cuando ella volvió la cabeza, tampoco estaba Lucas.

En el altar, Diana sostenía a Amparo que aún no entendía lo que había pasado. Miraba a todos los invitados y trataba de evitar que las lágrimas le corrieran por las mejillas. Luis se acercó a su madre y le dijo que el tío Lucas se había ido porque no tenía mucho tiempo. Rocío le dio un beso en la frente y le encargó a Diana que lo cuidara. Miró a Amparo aún en aquel estado de confusión, le propinó una bofetada y le dijo:

  •           Todo el mundo espera que les digas algo.


Por:  JulioCésar. 







-¿Y si termino pidiendo piedad?-

-Y luego... ¿qué importa?- Decía Juan, abriendo las manos con desparpajo. -¿Viste?- seguía- si ya cargaste con la cruz... anda y deja ya de mandarte todo al lomo. Que si Perica queda sin trabajo; que si el nene tiene novio y es pajuelo; que si a tu madre la enfundó otro viejo.... ¡Pero que mierda Alberto! ¡El culo es de ellos!... Vendrás luego a decirme que por andar de bobo, haciendo lo que otros piden, viviendo lo que ellos viven, te olvidaste de volver a ver Pulp Ficcion, de escucharlo a Fito o, por ejemplo... tu color favorito- 

-Bueno, es el... - replicaba Alberto con titubeos- el verde... dilata las venas y altera la respiración; es exultante y agresivo; arde, sofoca y hierve. Es la razón por la que perdimos el edén, seguro.

-¿Verde? ¿Me estás hablando del verde? ¿De ese color amargo y podrido? ¡Daltónico hijo de puta!... ¿Vez? Siempre haciendo y diciendo lo que te dicen. No existe lo que no viste. ¿Quién te dijo a ti que, si lo viste rojo, tenías que llamarlo verde? ¿Quién? ¿Doña Maruja, tal vez ?... ¡Es ridículo! Es como decir que si te rasca el culo debes ponerte la uña en la cocorra ¡maricón!-  

-Cierto- decía Juan Alberto algo mas resuelto, con cara de iluminado risueño, mientras acaricia el diván en busca del control remoto- es cierto que me gusta el rojo, me gusta sobremanera su atrevimiento, como se vierte sobre mi mundo sin ninguna clase de consentimiento ¡Es perfecto!- asentía mientras dejaba tiradas sus botas pesadas -Por otro lado es también cierto que no vi nunca lo que quise. Me inclino a pedirme piedad antes que volver a pedirle permiso-

Hunde el botón verde. También se hunde en el mueble. El televisor prende. Fin

Il Bambino 
In home, sweet home...







Christian Domínguez era el nombre del profesor de Biología del colegio cuando estaban en once grado. Amparo, desde el primer día que lo vio, supo que esa sería su clase favorita y no ahorraba esfuerzos para acercarse al tipo bajo cualquier excusa. Ella era una muchacha decidida, hermosa y con un cuerpo envidiable. Sus piernas eran firmes, como si un escultor las hubiese labrado a mano y su cintura una delicada curva en la que muchas manos deseaban posarse.  El profesor, ante cada una de sus insinuaciones, respondía con una sonrisa amable.

Santiago, en aquellos tiempos, podía elegir como novia a quien quisiera. Pero sólo deseaba a la muchacha de la sonrisa maliciosa que andaba siempre en compañía de la nueva estrella de la canción inédita en el colegio: Diana. El paso decisivo para conquistarla fue ir directo a ella, apartar a todos a su paso y darle un beso por sorpresa. Así empezó todo entre él y Amparo, como un duelo de titanes que tenían a la mitad de la escuela a sus pies respectivamente.

Lucas sentía una simpatía especial por el profesor Domínguez. Admiraba su inteligencia y su paciencia para enseñar. Había sido una ventaja recibir clases de biología en ese curso, cosa que nunca antes había pasado. Él y el profesor solían tener conversaciones extensas durante el descanso y después de clases.  Pero eso cambió cuando empezó a tener planes con sus amigos. Aun así, el profesor se comunicaba con él a través de una serie de mensajes escritos que se entregaban entre ellos y que sólo Rocío conocía.

Roció entregaba el café al profesor en su pocillo, traído desde la sala de profesores al salón de clases, y de paso, le daba la carta que Lucas le escribía. A cambio, el profesor le entregaba unos pancitos de queso envueltos y con ellos, la respuesta para Lucas. Profesor y alumno se habían hecho amigos más allá de los pocos momentos que compartían por las nuevas actividades de Lucas. De hecho, el profesor le sugirió que se podían encontrar los sábados para intercambiar libros de literatura.

Santiago estaba desesperado en la iglesia. Los minutos se le hacían eternos y no era la novia lo que le preocupaba. Conocía a Lucas en diferentes facetas y jamás había sido una persona impuntual. El reloj era para su amigo, algo digno de respeto ¿Cómo iba a llegar tarde un día tan importante? Para Santiago, eso, era motivo suficiente para tener una discusión. Con Lucas pocas veces había discutido. Pero habían sido enfrentamientos fuertes. En una ocasión, habían tenido un encuentro por culpa del profesor de biología. Lucas había olvidado un compromiso con Santiago por estar con el profesor.

  •           Con él empecé una amistad antes de empezar a relacionarme contigo.  – le dijo Lucas a Santiago, al escuchar sus reclamos.


Santiago vio en aquellas palabras una ofensa para él. Aunque Lucas estaba triste por haber descubierto algo que se había hecho invisible a sus ojos, al contemplar a Amparo y Santiago besarse en la fiesta de Álvaro con tal deseo, que perecía que quisieran arrancarse los labios. Se distanciaron un poco, pero un mes después volverían a unirse como amigos la noche oscura en la que Lucas volvió a la vida en los brazos de Santiago.

Amparo entró a la iglesia seguida de la corte nupcial con más miedo que deseo. Su sonrisa era una mueca mal diseñada y sus pasos trémulos no le permitían ir en línea recta. Diana adivinó que su amiga necesitaba ayuda y corrió a su lado pasando por alto cualquier ensayo de aquella marcha. El vestido azul que llevaba puesto, tuvo que mandarlo a arreglar para que no se notara cuánto había bajado de peso. La avergonzaba que Amparo supiera sobre sus recaídas con aquel problema alimenticio.

Corrió junto a su amiga y la tomó del brazo. Amparo respiró profundo y le dio un fuerte abrazo. Luego, de la mano de Diana continuó  hasta llegar al altar. Santiago la vio y por primera vez le pareció una mujer sin gracia. No hallaba ningún  brillo en esos ojos maquillados ni en los labios. La novia, por su parte, se sentía más calmada ¿Acaso no era esa la mejor decisión de su vida? Se tomaron de la mano casi por inercia y se miraron sin sentir mayor cosa, tratando de recordar sus momentos felices. Diana tuvo que sentarse. A pesar de todo, algunas situaciones de estrés la hacían sentir mareada por su débil cuerpo en proceso de recuperación. Además, tenía un olor a flores en la nariz que la hastiaba. Viendo a los novios juntos, vino a su mente la imagen de las estrellas en el cielo el día que recibió la tarjeta de invitación.

Rocío se percató de que su hijo – Luis- no estaba en su puesto para entregar los anillos. Tenía ocho años y toda la curiosidad del mundo en sus manos. Salió a buscarlo y lo halló justo en la entrada de la iglesia. El niño le sonrió y ella se le acercó molesta.

  •            Mami, el Tío Lucas está en el jardín de atrás.
  •           ¿Qué? ¿Lucas? ¿Qué hace allá?
  •           Te está esperando, mami. 

Por: JulioCésar


Rocío empezó el tratamiento para el acné a mediados de su último año escolar. Era un alivio para ella saber que el día de su graduación tendría su rostro libre de esos malditos granos rojos y llenos de pus que tanto la habían avergonzado. Lucas y ella se habían unido en su carrera por defenderse del mundo. Y mientras ella era impulsiva y ocultaba sus inseguridades, Lucas era resuelto, pero reflexivo y lleno de convicción.

En su primer semestre en la Universidad, Rocío conoció a Rafael. Un joven que la hizo sentir especial. Aunque Diana y Amparo le advirtieron que habían averiguado que era un tanto posesivo, Rocío no dudo en aceptarlo como novio. Ese momento fue para ella, como una bofetada a todos aquellos que se burlaron de sus defectos. Para quienes sentían repugnancia de su rostro granoso y sus pocas curvas. Sin duda, Rafael, era el hombre de sus sueños.

Álvaro, de los seis amigos, había sido siempre el más revoltoso. Poco a poco fue llenándose de ideas que lo hicieron hablar de derechos y deberes. Santiago fue parte vital de ese proceso. Ellos dos, eran líderes naturales, pero carecían de las ideas necesarias y de los argumentos convincentes. En ese punto, mientras Santiago era el mejor jugador de todos y Álvaro, el alma del salón de clases, Lucas, se volvió en el pensador; tenía las ideas y sobre todo, las palabras indicadas.

Cuando Álvaro les contó que sería el candidato a la personaría, Lucas puso el grito en el cielo. Amparo, por su parte, le aclaró al futuro candidato que  si se lanzaba, gracias a su belleza, tendría todos los votos de los niños que morían por una cita con ella en el descanso. Pero aún así, faltaba más. Rocío, conociendo perfectamente a Lucas, le dijo en todo autoritario:

-          O tú guías esta campaña, o nos vamos a la mierda.

Lucas aceptó, pero sólo si Diana era su mano derecha. Para entonces, Santiago había organizado a todo el equipo de futbol para que votaran por Álvaro. Y el triunfo fue inminente. Ese sería el primero de muchos combates ganados estando unidos.

Mucho tiempo después, animados por el alcohol, reirían a carcajadas recordando aquella vez en la que Rocío, antes de que empezaran a ser amigos, llena de ira y cansada de ser objeto de burlas y de ver cómo Álvaro remedaba a Lucas, se le acercó y con un solo manotón le apretó los testículos contra el pene con tal fuerza, que lo hizo caer a tierra de rodillas.

-          Vuelve a meterte con él y te juro que te arranco las bolas.

Lucas quedó perplejo. Pero Santiago recordaría aquel momento como uno de los mayores aprietos de su amigo, que jamás imaginó a una mujer haciéndole eso. Diana y Amparo al enterarse, supieron que esa chica era una digna representante de su género y que, en medio de sus notorios problemas, sin duda alguna, era un espécimen rescatable.

El matrimonio entre Santiago y Amparo era un sueño que había empezado en la cabeza de los padres del muchacho. Mucho antes de morir en aquel aparatoso accidente de tránsito, don José y doña Clara le habían preguntado a su hijo menor si creía que esa niña era la mujer de sus sueños. Santiago, que cursaba su cuarto semestre de matemática pura, no supo qué responder. Ante tal pregunta, se vino a su cabeza esos recuerdos de una Amparo libidinosa, que había armado laberintos amorosos que lo hacían sufrir. Sin embargo, con el dolor causado por la repentina muerte de sus padres, el muchacho y Amparo se acercaron más, tanto, que la idea del matrimonio empezó a sonarles, sin que ella olvidara sus andanzas. Pero sólo siete años más tarde se haría realidad, estando Santiago en el altar esperando a la novia.

Siete años antes de aquella boda, Rocío se había ido  de su casa al descubrir su embarazo. Se fue para empezar una vida al lado del hombre de sus sueños. Para cuando el bebé tuvo un año, su carrera había quedado en el olvido, pues la arquitectura no tenía cabida en su actividad como madre y mujer. En Rafael, esos primeros años de vida juntos, encontró a un hombre sensible y amoroso, con pequeños brotes de ira. Sus ataques de rabia sólo habían llegado hasta romper algunos platos de la casa. Pero más adelante, cansado del trabajo que su padre le había conseguido y de las peticiones de Rocío, dio inicio a una  cadena de violencia doméstica, propinándole su primera bofetada al escuchar que el bebé lloraba y que ella, le comentaba que la leche se había terminado. Ahora en la iglesia, Rocío sentía que Lucas la llamada con gritos silenciosos.

Mientras, el carro en el que Amparo se desplazaba iba a una velocidad prudente. El chofer había entendido que ella necesitaba tiempo. La novia estaba en medio de la carretera, sobre aquel auto, con un enredo de ideas en la cabeza. Sentía que el aire le empezaba a faltar y tenía ganas de vomitar el desayuno que era lo único que había comido. Recordó la noche que, con su tarjeta de invitación en la mano, miró al cielo y vio las mismas tres estrellas en el cielo. Mirando al hombre que conducían le pidió que acelerara.

1ra. Las Estrellas.
2da. Dulces Sueños.
4ta. Pan y Café.
5ta. La cabeza en el Hombro.
6ta. El Matrimonio.
7ma. Una Noche Oscura.
8va. Ráfaga.
9na. Estrellas y Luto.
10ma. Cartas para santiago.
11va. Réquiem.

Por: JulioCesar



Poco antes de recibir la tarjeta de invitación, Diana había estado visitando a la nutricionista para verificar cómo iba su tratamiento para superar el episodio de anorexia que había oscurecido por algunos meses su vida. El estrés producto de mantener una brillante carrera como Ingeniera Eléctrica y sus múltiples intentos por cumplir con su banda de rock alternativo, que empezaba a saborear las mieles del reconocimiento, habían distorsionado la imagen de ella frente al espejo.  
Aquella noche, Lucas, luego de ver las estrellas, durmió plácidamente. A la mañana siguiente, con la tarjeta en sus manos, entendió que había llegando un nuevo cambió en la vida de Santiago. Tomó el celular y lo llamó para confirmar la notica, pues, debían organizar una celebración para despedir la soltería de su amigo, y sobre todo, porque sería un encuentro propicio para recordar cuando eran seis los que reían de las ocurrencias de sus épocas de escuela.
  •  Hola – Dijo al escuchar la voz de Santiago al otro lado.
  •           ¿Cómo has estado?
  •          Al parecer no mejor que tú. ¡Tengo tu tarjeta de matrimonio en la mano!
  •        El sarcasmo ya no te sale como antes – le dijo a Lucas entre risas.
La primera vez que Santiago y Lucas hablaron, fue cuando estaban en Once a comienzos de año. En el baño para los muchachos, alcanzaron a cruzarse al tropezar el uno con el otro. Un lo siento fue lo único que Santiago alcanzó a decir, antes de notar el rostro asombrado de aquel chico raro que era Lucas y quien no podía articular palabra, pues, ese momento representaba demasiado para él. Rocío, sin demora, le hizo saber al enterarse que eso no significaba nada. Pero él sonrió tontamente, reconociendo en aquel choque con Santiago, el comienzo de algo.
Amparo estaba lista. El vestido blanco le había quedado mejor de lo que ella imaginaba. Se miró por última vez en el espejo y sintió nervios al contemplarse. Había experimentado esa sensación antes, el día de la graduación.  Con la toga puesta, frente al espejo de su cuarto, no pudo evitar contener las lágrimas al recordar que había estado fugazmente embarazada y optado por terminar su bachillerato como todas sus compañeras y no como una tonta que metió las patas. Santiago no se había enterado de eso, ni del que había abortado tres meses antes del matrimonio.
Para Diana, relacionarse con aquel insoportable niño intelectual que año tas año trataba de ocultar sus amaneramientos, le resultaba totalmente indiferente. Pero eso cambió, el día que tuvo que trabajar en pareja con él, Lucas, para entregar un ensayo de historia. Descubrió en él, a un ser humano espléndido, lleno de rasgos únicos y de ideas resueltas, pero sobre todo, el único capaz de mantener arriba el autoestima de Rocío, la chica con la talla de vestido más grande, que luchaba contra el acné y la depresión por sentirse rechazada.
 Rocío se le acercó a Santiago para preguntarle por Lucas. En la iglesia, llevaban más de veinte minutos esperando al padrino de matrimonio que era él y no aparecía. La novia estaba a punto de llegar, y Lucas no daba señales. Rocío miró de reojo a su hijo Luis que de inmediato entendió que debía dejarse quieta la camisa. Luego, llegó hasta la puerta pavoneando su vestido lila.  Esa fecha había hecho que recordara a Álvaro y todo lo ocurrido con él. A pesar de haberse distanciado de todos, por creer en cuentos tontos, ella quería profundamente a sus amigos, especialmente a Lucas. Quien le juzgo más de una vez su amor ciego por su marido. En ese momento, en la puerta de la iglesia, sentía que algo la incomodaba.
La noche de la despida de soltero, Santiago dejó a Lucas en su apartamento, luego de haber estado juntos tomando algunos tragos. Lucas abrió la puerta para contemplar la soledad que le rodeaba. Bajo los efectos del alcohol sentía todas sus emociones al tiempo. Su psiquiatra le había dicho que debía evitar tomar mientras superaba su agudo episodio depresivo. Una sinfónica armonizaba en sus oídos como la noche oscura que su mente buscaba olvidar. Esa misma noche, en la que Santiago le había devuelto la vida. Sabía que al día siguiente su amigo se casaría, por eso quería callar todas esas voces que lo atormentaban y le daban instrucciones mortales. Tomó las pastillas para dormir, tantas como en su agonía creyó necesitar y surtieron efecto. Durmió tanto,  como nunca antes.


1ra. Las Estrellas.
3ra.Cicatrices.
4ta. Pan y Café.
5ta. La cabeza en el Hombro.
6ta. El Matrimonio.
7ma. Una Noche Oscura.
8va. Ráfaga.
9na. Estrellas y Luto.
10ma. Cartas para Santiago.
11va. Réquiem.
Por: JulioCesar



La noche que Lucas miró hacia el cielo, no pudo evitar sentir nostalgia al ser acariciado por aquella brisa fría que comenzaba por los muslos y terminaba en su cuello. Las mismas estrellas en el cielo alineadas, iluminaban para él, en ese momento, el único pedazo del manto azul oscuro que le importaba. Definitivamente algo quería anunciarle el destino. Un nuevo acontecimiento ocurrido en la vida de las personas que habían marcado su propia existencia; los que habían cruzado con él, el laberinto de sus afanosas vidas, se le mostraba justo en ese instante.

En la época del bachillerato, un día antes de su ceremonia de grado, estando todos reunidos  se miraron incrédulos ¿Cómo habían llegado los seis hasta ahí? Asumían que los cambios que vendrían, los harían más fuertes y quizás, más distantes. Pero eso era algo que no sabían con certeza. Santiago miró al cielo y les señaló las tres estrellas alineadas en el firmamento. Todos, por un pequeño instante, detuvieron la respiración al observar los colores con los que destellaban. Fue Amparo quien rompió el momento al decir:

-          Esto debe ser una señal de que algo bueno pasará.

La idea de aquella señal los había cautivado a todos. Habían sido amigos ese último año escolar sin sospecharlo. Un juego de circunstancias los había puesto en situaciones concretas que los había acercado. Lucas, por ejemplo, jamás imaginó ser amigo del chico deseado por todas las jovencitas de octavo a once grado del colegio, que buscaban empezar a conocer su sexualidad en brazos del tempranamente desarrollado muchacho: Santiago.

 Y Álvaro, quien había sido el verdugo de Lucas y Rocío por tantos años, no pensó servir en algún momento como el hombro propicio para que el muchacho llorara a escondidas la amargura de saber que quería a alguien que no podía sentir lo mismo, al menos, no en la misma medida.

Así había sido todo. Un conjunto heterogéneo de casualidades, vergüenzas y secretos que fueron construyendo el rompecabezas de estos amigos de la vida. Quienes, luego de alcanzar el título de bachilleres, tuvieron que empezar a  forjarse un futuro por senderos distintos.  Senderos que llegaron a separarlos. Incluso a Diana y Amparo, que habían sido amigas desde mucho antes; desde aquel día, en octavo grado, cuando Amparo le dijo a Diana que era una cerebrito insoportable y Diana le respondió que tener buenas piernas no era excusa para usar la falda tan corta y agacharse de la forma cómo lo hacía.

Para la noche en que Lucas vio las estrellas en el cielo, con sus destellos de blanco, amarillo y azul, Diana tenía en sus manos la invitación al matrimonio de Amparo y Santiago. La tomó por sorpresa recibir esa tarjeta rosada con los anillos de boda dibujados y los nombres de la pareja finamente escritos. Tener esa carta en sus manos, le sugería que la crisis de esa relación había pasado y que, una vez más, Santiago había perdonado las impertinencia de su mejor amiga.

Santiago, con una tarjeta de invitación a su matrimonio en las manos, la cual había leído tres veces por el mensaje que había pedido pusieran al interior de la misma, caminó hasta el patio de su casa materna para descubrir en el cielo las tres estrellas con sus destellos tricolores. Mientras  Lucas, desde la ventana de su apartamento, las contemplaba igual; luego de haber regresado de aquel lugar en el que le prometieron devolverle la paz a su vida, sin darle mayores resultados. Las estrellas anunciaban que la boda entre Santiago y su novia era un hecho. Aunque después, Rocío sabría, que realmente, las estrellas buscaban contarles algo más.
Por: JulioCesar