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La noche que Amparo salió de su apartamento a escondidas rumbo al aeropuerto, miró al cielo y vio las estrellas. Tuvo que esperar toda la noche para salir muy temprano de regreso a su ciudad natal. Esa misma noche, Rocío mientras supervisaba que Luis se bañara mirói por la ventana y también las vio en el mismo instante en el cual Diana, desde el balcón de su nuevo apartamento las veía asombrada. Santiago, se despertó un poco sobre saltado después de haber dormido toda la tarde. Salió al jardín trasero de su caja y al levantar la mirada las contempló al igual que el resto. Todos estaban justo en ese momento, viendo las estrellas.

Amparo regresó luego de tres años, a las 6.30 de la mañana. Una mañana luminosa. Se veía más hermosa que de costumbre. Su vida en ese lapso había cambiado completamente. Había logrado hacer una carrera como modelo, y empezaba a ser reconocida. Además, gracias a su nuevo esposo – porque se había casado por lo civil- empezaba a mostrarse en todas las pasarelas del país. Aquel hombre, Alberto, la quería de verdad. Pero ella, no había logrado quererlo. A pesar de todas las cosas, le resultaba imposible sentir algo por él.

El primer lugar que visitó, fue la casa de Diana pero el padre le dijo que se había mudado a un apartamento en el centro de la ciudad. Amparo con la dirección en mano, llegó hasta el lugar para enfrentarse con su amiga.

  • ¿Amparo? – Preguntó Diana al verla del otro lado de la puerta.
  • Perdón.

Se habían alejado más de lo que hubiesen imaginado en algún momento.  Luego de esos largos tres años, estaban sentadas en el sofá de Diana hablando sobre sus vidas y lo que les esperaba  para el futuro. Comentaron los pormenores que ocurrieron luego de que Amparo huyera con su amante. Diana le contó sobre aquel pretendiente al que no se atrevía a aceptar, pero que no le era indiferente. Además, sobre el grupo de rock que había alzado el vuelo sin ella. Se abrazaron para dejar atrás lo que había pasado. En ese momento Amparo supo, que debía hablar con Santiago.

Llegó a la casa de quien tiempo atrás fuese su novio, y la empleada le informó que el joven no quería recibir a nadie con ese nombre. Ella se sentó a esperar hasta que Santiago bajó. Él, al bajar, la miró como quien tiene ante sus ojos  un recuerdo desastroso del pasado.

  • ¡Santiago! – le dijo emocionada.
  •  Lo sé todo Amparo.
  •  ¿A qué te refieres?
  •  A los abortos, a las infidelidades, a todo Amparo.

Ella lo miró incrédula, pero reconoció en los ojos del hombre que tenía enfrente la seguridad de quien se ha armado de valor para enfrentar la realidad. La imagen de Amparo, para Santiago, se había venido al suelo poco a poco, con cada detalle que Lucas le contaba en las cartas y con las posteriores averiguaciones que el mismo hizo. La mujer que amaba, se le volvía un ser irreconocible.

  • Tienes que escuchar ahora mi verdad. – le dijo Amparo.

Santiago la escuchó sin sentarse siquiera, ella le explico cada cosa sin justificarse.  Reconoció cada uno de sus errores. Amparo salió de la casa con lágrimas, había esperado por ese momento y aunque creyó estar lista, sintió que desfallecía.  Recordó como Santiago la despidió con un beso en la frente. Entonces resolvió caminar y hacer una llamada a su madre que estaba en Australia de vacaciones con su nuevo esposo.  Santiago, luego de ver salir a Amparo de su casa, tomó las cartas que Lucas le había escrito y las quemó una por una.

Dos semanas antes de que ocurriera todo lo que ocurrió en el matrimonio de Amparo y Santiago, Rocío tuvo el arranque de valor que le permitió seguir viviendo. Rafael se fue contra ella, que sintió los golpes de su marido con asco. Era las nueve de la noche y Luis se despertó al escuchar los ruidos. Rocío intentó huir de los golpes y protegerse la cara, y escuchaba como su hijo lloraba. El corazón le latía como un tambor y por la cabeza sólo le pasaba la idea de la muerte. Tomó una botella y la reventó contra la cara de aquel hombre que la maltrataba. Este, quedó perplejo y no tuvo tiempo de ver cómo Rocío tomaba el resto de botella que quedaba y en un solo intentó le cortaba la cara dejándole una marca para toda su vida. El hombre salió de la casa sin mirar atrás. Rocío abrazó a su hijo y juntos lloraron. Desde ese día, decidió que Rafael había muerto para ella, que nada sería más importante que su hijo. Rafael sólo llamaba en navidad y en el cumpleaños de Luis.Sentía que Álvaro deseaba eso mucho antes, pero ya no estaba. Pero la consolaba saber, que Lucas lo sabría.

Amparo se sorprendió al llegar a la casa de Rocío y ver a Luis tan grande. Le dio un beso en la mejilla y le pidió que la condujera con su mamá. Rocío se alegró mucho al verla y la invitó a tomarse un jugo de sapote y hablaron por largo rato.

  • Siento mucho lo de Lucas.
  • Lo sé.
  • Me hubiese gustado verte con Álvaro.

Rocío trató de ignorar el comentario, pero le dio vueltas en la cabeza por el resto del día. La única que vez que ella y Álvaro tuvieron un encuentro distinto, fue un domingo mientras dormían a Luis, cuando su amigo se acercó a preguntarle algo al oído y casi que inevitablemente se unieron en corto beso del que nunca se habló. Al despedirse de su amiga, Amparo tuvo un arranque de nostalgia y se le llenó la mente de recuerdos del colegio cuando eran seis y sus problemas se veían en una perspectiva diferente. Cuando eran seis y podían contra todos los demás.

Salió rumbo al cementerio. Ya era casi medio día y el sol parecía más brillante que nunca. Amparo, se percató de aquello pero no sintió ningún sobre salto. Visitó la tumba de Álvaro. Aún lo recordaba como un gran líder. Ese mismo que diseño un plan de gobierno impecable que cumplió a cabalidad durante su periodo de personero.
  • Rocío te extraña más que cualquiera. – le dijo mientras le dejaba una rosa blanca.

Llegó a la tumba de Lucas y no supo que sintió exactamente. Siempre había tenido esos sentimientos encontrados. Veía en Lucas un rival poderoso, capaz de despertar en Santiago sentimientos que ella no podía. Los veía conversar y era evidente la empatía que existía entre ellos, pero sobre todos, era evidente lo que Lucas sentía. Sin embargo, lo quería como un gran amigo y lo admiraba por su capacidad oratorio y sus acertados consejos.
  • Tú lo amabas tanto como yo. – empezó diciendo. – pero él me escogió a mí. ¿Y yo qué hice? Lo arruine. Pero es que, hasta el día de mi matrimonio tú tenías la ventaja. Siempre ocupaste un lugar especial en la vida de Santiago. ¡Debe extrañarte mucho! Y no te miento, yo también lloré tu muerte. A las personas como tú, es imposible no querer.

Amparo sabía que su esposo la encontraría fácilmente. Pero no imagino cuán rápido sería. Llegó al hotel y allí estaba, en su habitación. La esperaba furioso, con los ojos rojos y las palabras indebidas. Se levantó a penas sintió que ella llegaba. Con sus influencias había sido fácil que lo dejaran entrar a la habitación de su esposa.
  • ¿qué haces aquí? – le preguntó ella.
  • ¿Estás contenta? – le dijo mientras le volteaba la cara con una bofetada.

Amparo no tuvo tiempo para reaccionar. El hombre la tomó por el cuello y empezó a apretar sin medir su fuerza. Los ojos de ella, se fueron cristalizando mientras su cuerpo perdía fuerza. El hombre lloraba, pero no dejaba de apretar.
  • Viniste por él, ¿cierto? ¡Eres una maldita! Te he dado todo. Y me has engañado con todo el que has querido. Desde el fotógrafo hasta el modelito de revista.

Amparo quedó allí con el rostro intacto, con su belleza igual que siempre, pero sin vida. El hombre al cumplir con su acometido, sacó un revólver de su maletín y se disparó en el pecho. Cayó en el acto al piso, mientras en el hotel se desataba una conmoción que motivo a que tumbaran la puerta de la habitación. Rocío, Diana y Santiago recibieron la notica una hora después de lo ocurrido cuando fue una noticia de última hora.

Ha pasado mucho tiempo desde ese día. Años, realmente.  Mi madre, Rocío, tiene 94 años  y como alguna vez le dijo la abuela de Álvaro, posee una memoria imborrable. Ella, poco a poco me fue contando cada uno de los detalles de esta historia. Fue mucho tiempo escuchándola, investigando, preguntando.  Se me ha ido un buen tiempo en esto, pero he descubierto a mi madre una y otra vez suspirando por el pasado. Y eso la rejuvenecido un poco.

La novela de Lucas, se volvió todo un éxito. Hoy es leída por muchos estudiantes de esta ciudad, que reconocen en ella un gran trabajo de escritura. La novela cuenta la historia de  la vida de un joven y todas sus vicisitudes para llegar a encontrar el amor. Todo ello, a través de los ojos enamorados de su amigo, quien al final como muestra de su profundo amor, decide irse para siempre a cambio de que el protagonista pueda estar con la mujer que ama. Lucas titulo la obra: “Vivir con Santiago”.

Por su parte Diana, se casó con aquel pretendiente del que le contó a Amparo. Ese fue el único matrimonio que tendrían en el grupo. Y lo celebraron por lo alto. Ese día, Diana y su padre hicieron las paces.  Diana y su esposo tuvieron dos hijos, un niño y una niña, a los que llamaron Damián y Rosana. La carrera de Diana entró en proceso maravilloso en el que logró todo lo que se propuso. Además, dejó atrás la historia de la banda y se dedicó a cantar en un bar muy conocido del que su esposo se hizo socio para que ella fuera la estrella de la noche. Un día, las noticas información que Jessid, el baterista, había muerto de una sobre dosis de droga y  el grupo desapareció.  A sus sesenta años, un cáncer de mama le trunco la vida y se la llevó para siempre.

Santiago, mantuvó una carrera brillante como matemático y fue el entrenador de futbol más recordado de la universidad. Su tesis de grado, aún hoy es el punto de partida de muchas investigaciones.  Nunca se casó. Tuvo muchas admiradoras y no faltaba el estudiante tímido que soñaba con el profesor. En un desliz de un viernes por la noche, tuvo una hija con una de sus alumnas. Pero jamás vivió con ella. Se rodeaba de la soledad de su casa, de sus lujos, sus viajes, sus amores fugaces, de su hija y de sus amigas Diana y Rocío que le invadían la casa con sus hijos. Cuando su hija tuvo quince años le dijo que estaba enmaromada de una amiga.
  • El amor no avisa hija, simplemente llega.
  • ¿No te importa papá?
  •  Sólo quiero que seas feliz.

Ese día, por primera vez, habló con su hija sobre Lucas y está quedó maravillada imaginando cómo hubiese sido conocerlo en persona y no a través de los ojos de su padre. Santiago le regaló la novela que nunca había querido leer, pero que había comprado en cada lugar dónde la descubría. Murió a los setenta años, de muerte natural.  Quedó en su cama tranquilo, pues los años lo llevaron a pensar que había hecho bastante. Su hija para entonces, había formado una familia con la amiga de la que le habló años atrás, y el siempre las apoyó incondicionalmente. Murió en medio de la admiración de muchos  y el amor de otros.

Loa abuelos de Álvaro, murieron una mañana de noviembre dos años después del regreso de Amparo. La casa se llenó de mariposa de colores. Y ellos quedaron en su cama abrazados. La abuela, había llamado a su hijo para que fuera a verlos, pero cuando llegó los encontró muertos. De la madre de Lucas, nunca se supo nada más. Y sobre la mamá de Amparo, luego del funeral, nunca más se volvió a saber nada. La madre de Álvaro solía visitarlo con frecuencia, pero dejó de hacerlo de un momento a otro. La madre de Diana, murió enamorada de un hombre que la hizo feliz sus últimos días cuando el corazón le falló. habian pasado tres años de la muerte de su esposo.Tal parece, que con el tiempo, las personas se olvidan al igual que las historias y los momentos.

Hoy mi madre se ha ido a acostar temprano, dice que ha llegado el momento de dormir como los otros. Los vio a morir a todos. Estuvo en el sepelio de todos. Pero ahora, sólo queda ella. Su memoria ha empezado a fallarle desde ayer. Y de una forma increíble, se ve mucho más joven. Se ha acostado con su traje blanco y el cabello recogido. Me ha llamado por tercera vez “Luisito” como si tuviera nueve años, cuando en realidad tengo 75. Sé que morirá y no puedo evitarlo.

Tiene a su lado, la foto que se tomaron el día del grado de bachilleres. A veces, dice verlos en los rincones y que le cuentan secretos. Afuera, la noche cae y las estrellas brillan insistentemente. Mi madre, toda su vida la dedicó a convertirme en la persona que soy hoy. No tuvo ningún otro romance. Su compromiso más fiel, era ir al cementerio a llevarle flores a Lucas y a conversar con Álvaro sobre cómo habían dejado pasar el tiempo en bobadas.

Mi esposa prepara café.  Mis dos hijos ya vienen en camino, al igual que los hijos de Diana y Santiago. Soy periodista y suelo escribir cuando el insomnio me gana la pelea. Las palabras de Lucas en su novela, me inspiraron en ocasiones. Mi madre comenzó a contarme está historia con la lentitud de sus años, sacando de su memoria todo lo que había vivido. La veo allí, en su cama, dejandose llevar por la muerte y recuerdo como empezó a contarme todo. Empezó diciendo: “Aquella noche, antes de la graduación, cuando éramos aún seis, vimos al cielo… y allí estaban… las estrellas”. 

Fin.

1ra. Las Estrellas.
2da. Dulces Sueños.
3ra. Cicatrices.
4ta. Pan y Café.
5ta. La cabeza en el Hombro.
6ta. El Matrimonio. 
7ma. Una Noche Oscura.
8va. Ráfaga.
9na. Estrellas y Luto.
10ma. Cartas para Santiago.


Por: JulioCesar.




  •  ¿Serás feliz? – le preguntó Lucas a Santiago el día de la despedida de soltero.
  •  Eso creo. - le respondió Santiago.

Habían quedado solos, luego que todos los invitados comenzaron a irse del bar. Lucas ante la respuesta de su amigo, sonrió. Santiago sirvió dos tragos más de whiskey y le entregó uno a su amigo. Brindaron por el futuro, por los amigos, por ellos. Fueron tantos brindis que Lucas terminó ebrio y Santiago tuvo que llevarlo a su apartamento.  Cuando estuvieron dentro, Lucas se acercó a Santiago para decirle mientras lo veía fijamente a los ojos:
  •  La felicidad, es lo que más deseo para ti.
  •  Y yo para ti.
  •  Sabes que te quiero, cierto? – le preguntó Lucas.

Sería esa su despedida y Santiago sin conocer el destino, sólo supo sonreír ante las palabras de su mejor amigo.

Lucas, semanas antes de recibir la tarjeta de invitación al matrimonio de Amparo y Santiago, estuvo en una clínica de reposo para encontrar la paz que le hacía falta. Estaba teniendo pesadillas con el profesor Domínguez, con su padrastro y con su madre. Se sentía angustiado y un poco solo. Además, las experiencias vividas con sus relaciones amorosas habían sido desastrosas y confusas. Su primera pareja oficial, fue un compañero de la Universidad que le propuso tener algo luego de tres semestres de carrera. Pero tuvo un arranque de celos, al enterarse que Lucas le escribía cartas a Santiago y las guardaba en su libro preferido. Ese fue el fin de los seis meses de relación. Tuvo otro romance con un chico recién graduado de otra carrera, que terminó cuando Lucas se encontró con Santiago en la ciudad donde Lucas estudiaba y residía. Cuando la pareja de Lucas, vio como le sonría a Santiago sintió que perdía su tiempo. Esa fue la relación más estable y larga de Lucas. Fueron dos años. Y Santiago jamás supo, por qué habían terminado.

Cuando Diana regresó a su casa, luego de tres días en la clínica notó que entre sus padres había una tensión extraña. Desde el primer día que llegó, su madre se mudo a dormí con ella. Y luego de quince días al ver que no regresaba a dormir con su padre, diana le preguntó lo que ocurría. Pero su madre no le dijo mayor cosa. Había notado también, que su padre evitaba estar en casa y cuando estaba pasaba todo el día en su despacho. De los golpes del carro, luego de dos meses, nada quedaba. Los moretones y los raspones poco a poco se habían quitado. Se enteró, luego de un tiempo de su recuperación, que Jessid el baterista había intentado localizarla por todos los medios. Como su celular había quedado en manos de su padre, el contestó cuando el tipo llamó. Se enteró entonces, de las andanzas de su hija con aquella banda y le aclaró al baterista que ella no volvería a eso jamás.

Diana al ver los correos que le habían llegado, decidió llamarlo y contarle todo lo ocurrido. Además, quería saber cómo iban las negociaciones para grabar su primer álbum. Jessid la escuchó atentamente, y luego le informó que la habían reemplazado porque en ese momento, sus problemas familiares serían un obstáculo para el éxito del grupo. Diana estaba sorprendida, colgó la llamada y se echó a llorar. A los pocos días, escucharía la canción que había compuesto con el grupo en la voz de otra chica sonando en la emisora.

El padre de Diana, al enterarse que su hija sabía que él había recibido las llamadas fue hasta su cuarto para encararla. Al verlo entrar, Diana sintió el miedo subirle por el cuerpo.
  • Me has estado engañan diana!!
  • ¿De qué hablas papá?
  • Ese maldito grupo de música.
  • Eso ya es pasado papá. Tú lo sabes. – le dijo entre lágrimas.

El hombre la tomó por los brazos con fuerza y la zarandeó, con los ojos rojos por la rabia y las manos temblándole.
  • ¿Hasta dónde pensabas llegar?  ¿Nunca me dirías la verdad?

En ese momento, la madre entro a la habitación y le arrebató a su hija de las manos a aquel hombre. Vio a su hija temblando de miedo y desecha en llanto. Entonces, se acercó a su marido y le propinó una bofetada.
  • Y tú… ¿le has dicho toda la verdad a tu hija y a mí?

La tarde del matrimonio, la madre de Diana la acompañó a comprar unos zapatos de último minuto que combinaran bien con el vestido. Luego de eso, dejó a su hija en la peluquería y regresó sola a casa. Diana, como había acordado con Amparo se iría a cambiar a la casa de su amiga. La madre de Diana, al llegar fue al cuarto de su hija para recordar cómo era cuando niña. Su marido, por otra parte, creyéndola lejos aún decidió entrar a la casa en compañía de uno de sus socios más antiguos. La madre de Diana se había quedado ligeramente dormida, pero despertó. Bajó las escaleras y llegó al despacho. La sorpresa la hizo gritar. Había encontrado a su marido, con la boca perdida en el sexo de su socio y a este último,  con la cara adornada por una placentera sonrisa  mientras con su mano en la cabeza del marido de la espectadora indicaba los movimientos adecuados. Corrió hasta el cuarto de su hija a encerrarse, mientras el par de tipos sobre saltados no supieron cómo reaccionar. La mujer no volvió a dirigirle la palabra a su marido, hasta ese día en la habitación de su hija cuando la enteró de todo lo ocurrido.

Diana no salía de su asombro. Veía a su padre y no lograba reconocer lo que su madre decía en él. El hombre, al sentirse acusado se fue contra su mujer y la tomó por el pelo. Su hija, como en un acto mecánico saltó y le ordenó que la soltara. El padre de Diana, vio en los ojos de su hija, el reproche y adivinó, que había superado cualquier miedo hacia él.
  • Detestabas a Lucas, por ser el mismo. – le dijo Diana a su padre. – cuando tu ni siquiera has sido honesto contigo mismo.
  • Diana… soy tu padre…
  • Me has juzgado como al peor de todos los seres humanos. He hecho hasta lo imposible, por llenar tus expectativas. Soy tu hija… ¿lo recuerdas?

Las cosas en aquella casa se pusieron aún más tensionantes. Diana dejó de hablarle a su padre. Sentía que debía tomar una decisión en su vida, como nunca antes la había tomado. Era una decisión suya, libre. Tomó sus cosas y le indicó a su madre que hiciera lo mismo. Bajó al despachó de su padre, le dio un beso en la frente y salió. Se fueron para no volver. Dejaron atrás aquella casa, con un hombre derrotado y lleno de miedos. La madre de Diana regresaría a la casa, para atender al padre diez años después cuando enfermó con una bronquitis que le quitó la vida. Diana al salir de la casa, sabiendo que empezaría una nueva vida se sintió libre. Recordó la fiesta de despedida, y ella en el escenario cantando. Recordó la graduación cuando estuvieron los seis juntos.

Santiago recordaba a la madre de Lucas como un mujer agria que había herido a su amigo en lo más profundo.  El primer poema que Lucas le mostró a Santiago, se titulaba “morir sin madre” y era su manera de dejar salir todo el dolor que sentía por saber que su padrastro estaba primero que él ante los ojos de su mamá, y que incluso, prefería a su hermana mayor que ya vivía con su marido. Se había ido de su casa, cuando ella le dijo poco antes del grado y sabiendo lo ocurrido con el profesor, que si su marido había intentado tocarlo era porque él lo provocaba. Santiago le abrió un espacio en su cama y en su cuarto. Con el apoyo de sus padres, Santiago alojó a Lucas en su casa hasta que se marchará a la Universidad. Pero siempre, regresaba en vacaciones. El padrastro de Lucas, poco a poco convenció a la madre de dejar al muchacho donde estaba.

Aquella mañana la madre de Lucas, luego de revisar cada rincón del apartamento para recordar a su hijo descubrió el libro de Lucas con un grupo de cartas que tenían como destinatario a Santiago. La mujer, aún vivía con aquel hombre pero en un pueblo cercano. Le había tocado trabajar duro, y ni su hija mayor soportaba visitarla más de dos horas por lo detestable de aquel hombre. Como sintiendo que ese podía ser el último favor que la haría a su hijo, y una manera de reconciliarse él llevó las cartas a Santiago. Eran nueve en total. Lucas las había escrito pero jamás las había entregado.  Santiago con el paquete en la mano, fue en busca del poema y se lo dio a la mujer. Ella lloró al leer el titulo.

Sin poder leer las cartas por miedo a su contenido, Santiago fue a buscar a Rocío para que las leyeran juntos. Con cada una descubrirían algunos secretos que Lucas sabía y no había contado. Y sobre todo, verían un Lucas íntimo llenos de emociones y sentimientos complejos, en constante lucha contra sí mismo. Las cartas comenzaban: “Te escribo Santiago, porque esto jamás te lo diría… “Lucas había empezado a escribir sobre los abortos de Amparo, de los cuales se había enterado por un desliz de Diana y el otro, por su cercanía con la madre de Amparo que conocía todos los secretos de su hija, aún cuando ella creyera que no era así. Sobre las infidelidades también le contaba. Luego, empezaba a expresar las palabras que nunca le dijo a Santiago. Le repetía una y otra vez, que lo quería mucho. Le decía en la última, que había soñado que Santiago era su ángel de la guarda. Santiago abrazó a Rocío y lloró sintiendo que no merecía los sentimientos de Lucas. Guardó las cartas y regresó a su casa. Las tuvo por tres años, para leerlas una y otra vez y pensar que conversaba con Lucas. Las guardó hasta que Amparo regresó.



1ra. Las Estrellas.
2da. Dulces Sueños.
3ra. Cicatrices.
4ta. Pan y Café.
5ta. La cabeza en el Hombro.
6ta. El Matrimonio.
7ma. Una Noche Oscura.
8va. Ráfaga.
9na. Estrellas y Luto. 
11va. Réquiem. 


Por: JulioCésar.






Cuando volví a casa pensé haberme equivocado. La cama estaba meticulosamente ubicada entre las baldosas del centro, ni una mas ni una menos; las cortinas abiertas y ajustadas con cinta; la ropa en orden alfabético sobre un perchero, la pared pintada de un rosa pastelero y el sucio, con las guitarras, debajo de la cama, perfectamente acomodada.

-¿En que momento sucedió todo esto?- 

-Justo al rato en que te fuiste- respondía sin despeinarse, mientras miraba su revista de 6 hojas - este cuarto estaba deshecho, como tu vida- decía en tono rotundo.

Yo que por insomnio no acostumbraba a usar la cama empecé a usarla a menudo y ahí encontrábamos las razones para estar juntos y las mías por sentirme a gusto. Las paredes de a poco se llenaban con retratos de risas fingidas y rosas que las custodiaban con furia; paso de ser el lugar de las manchas de mil rostros a ser un repertorio de un recuerdo que por fugaz necesitaba de marcos de madera y un pobre papel sensible que, siendo sensato, era inocente. La cama estrecha, para el sexo, uno arriba y otro abajo, era perfecta, ambos tambaleábamos sobre el hilo hasta encontrar en el extremo el vacío y el vértigo en el vientre, sin embargo, para dormir, uno al hombro del otro, me asfixiaba que su nariz me robara el aire. A las tres me rodaba con cuidado hasta poder dormir en el suelo. Era la única vez en el día en que podía verla de lejos.

No solo me escapaba a las tres, también lo hacia de cuando en vez, cuando me hacia el enfermo para no asistir a la moda amatoria de sus amigas, que se casaban con cierto rigor cada fin de semana y se divorciaban al siguiente. Apenas se cerraba la puerta abría los ojos, me frotaba las manos y buscaba algo para fumar en la caleta debajo de la cama, donde si mal no recuerdo también estaba la guitarra. Un día encontré ahí una nota que decía "bye bye marihuana" y no encontré más ni el cafuche ni la campana. Como no le gustaba el paisaje de la ventana compro un afiche en papel mate.

A ella la conocí en una discoteca a la que llegue por error; en esos lugares el ruido suele prohibir la palabra por lo que el mejor argumento es el contoneo insinuante del cuerpo. Cuando la vi en una bahía el sexo llenó los silencios.

Ella era ingeniera, eso me dijo, eso creí haber escuchado, tal vez su alma lo dijo en vez de su boca y siempre cuidaba las líneas rectas y decía que le ahorraban tiempo, tiempo para nada; andaba obsesionada con ahorrar vida y para ello compraba ungüentos de miel con trébol. Alguna vez le pregunte porque y me respondió diciendo “Ya me veras sentada en un balcón, saludando a los que se ven como hormiguitas”. Era claro, tenia complejo de vitrina. En ocasiones soñaba con ovnis y contaba como, con urgencia y decisión, mandaban sus tropas, desplazadas por el vacío mineral en Neptuno, a apoderarse de la vitalidad y el caos de la Tierra.  
Mi musa, encarcelada en esa casa de barbies, debió volverse loca, cuando quiso volver a hacer música término cagando girasoles.

Una noche, a las 3, me escape de su respiración hostigante y me paré junto a la cama para verla de lejos y, digo, nunca me pareció tan fea; dormía de lado sin doblarse, parecía una regleta  sin el magenta. Tome un cuchillo, busque su centro y la mate, pensé que la muerte era merecida, tal vez la haría estar mas cerca de la perfección. Para desaparecerla espere hasta enero y por ser tan leve se la llevo el viento. Nunca nadie la extrañó.

Ahora mi cuarto esta deshecho, todo de a poco fue desapareciendo, menos la cama que aun sigue estando arreglada.


  “Porque prefiero dormir pensando en nosotros dos, que dormir con vos”
Andres Calamaro – Prefiero dormir. Álbum Honestidad Brutal Cd1.  


 Ricardo Contreras  García



Diana llegó a la clínica al mismo tiempo que Lucas. Ella estaba aún viva, pero él, ya había muerto. La confusión se hacía común a todos. La madre de Amparo, un poco consternada, fue quien llevó a Diana a la Clínica y llamó a sus padres. Rocío y Santiago se sorprendieron al ver a su amiga en la camilla sangrando. Santiago preguntó por Amparo y Rocío por su hijo.  

Los médicos anunciaron que Lucas había fallecido a causa de la cantidad de antidepresivos que había tomado. Lo que podía traducirse a una fuerte depresión. Rocío y Santiago, en ese momento, descubrieron cuánto desconocían de su amigo, cuanto lo habían abandonado. Luego de aquella noticia, Rocío decidió salir a buscar a su hijo en casa de los abuelos de Álvaro que se habían quedado con él.

Santiago había enfrentado la muerte otras veces. Cuando sus padres murieron, recibió la noticia por los medios. En ese instante, sintió que vivía una mentira, una historia perversa que alguien estaba inventando. La consecuencia de aquello, fue quedar solo con su hermano mayor quien ya tenía una vida hecha y muchas preocupaciones. Su segunda oportunidad con la muerte, fue con Álvaro. Creyó entonces, que Dios había decidido dejarlo solo, llevándose a todos los que quería. A las personas buenas. Entró en total rivalidad con ese ser divino que nadie había visto. Ahora, con la muerte de Lucas, se sentía vacío. Dueño de nada. Poseedor de un bienestar material que se diluía en la tristeza de sentirse solo.  Sólo podía pensar en su amigo, flotando en la cama.

La mamá de Amparo se acercó a Santiago y le anunció que su hija se había fugado con un empresario que conoció en uno de sus desfiles de moda. Amparo había sido bella toda su vida, y lo sabía. Lo había heredado de su madre. Luego de su salida del colegio, pasó por varias carreras: psicología, ingeniería de alimentos, trabajo social. Pero terminó en el modelaje. Para ese momento, mientras su madre hablaba con Santiago  ella estaba saliendo de la ciudad a un destino incierto. Regresaría luego de tres años, para enfrentar nuevamente a sus amigos.

En la casa de los abuelos de Álvaro, en épocas de colegio, habían celebrado el cumpleaños de su nieto con una gran fiesta. Ellos eran felices con tantos jóvenes rodeándolos, caminando la casa de arriba abajo. Lucas, siempre curioso, se asomó a uno de los cuartos y descubrió  a Santiago y Amparo  besándose con tal deseo que parecían querer fundirse uno en el otro. En ese momento a pesar de saber que ellos mantenían una relación, sintió que el pecho le ardía por un fuego que estaba dentro de él. Álvaro lo encontró en un rincón llorando, se acercó a él y lo acompañó hasta que se calmó un poco. Álvaro estaba sorprendido de ser capaz de entender lo que ocurría con Lucas sin burlarse de él. Después de aquella ocasión, Lucas se refugiaría en el profesor Domínguez y tendría una discusión con Santiago que los alejaría hasta el día del baile de despedida cuando el profesor intentó abusar de él.     

Rocío llegó a la casa de los abuelos de Álvaro  y tocó a la puerta. Hacía tanto tiempo que no iba a ese lugar, que sintió que los recuerdos la invadían. Veía a Álvaro sonreírle en los rincones. Lo veía jugar con Luis, como aquellos domingos en los que iban a visitar y ella sentía que la vida podía ser distinta lejos de su marido. La abuela le tomó la mano y la guió hasta llevarla  al sofá de la sala.

  •           Luis está bien.- Sonrió la abuela. – pero tú te ves muy afectada.
  •      Hacía tiempo que no venía por acá. Recuerdo cuando Álvaro nos traía a mi hijo y a mí.  – las lagrimas recorrieron su rostro- Lucas murió y yo no sabía que estaba tan triste.
  •           Nunca sabemos los laberintos que guardan quienes amamos.
  •           El estuvo en el matrimonio. Estuvo en la iglesia. Hablamos un rato.
  •           Te fue a buscar a ti.
  •           ¿Me cree?
  •           Tienes los mismos ojos de estrellas de mi Álvaro.
  •           ¿Las estrellas? ¿Ud qué sabe de las estrellas?
  •           Las estrellas hija, representan a los príncipes, a los reyes, a los grandes. Pero a veces, las estrellas brillan y se apagan.
  •           No entiendo.
  •       Hay estrellas que brillan por largo tiempo. Pero hay otras que son fugaces. Muchos hombres y mujeres, viven lo suficiente como para dejar su huella en la tierra. Viven con afán, para llenar algo que les falta. Al final, hija, hay quienes encuentran primero que nosotros su misión en la tierra y la cumplen. Alcanzan la meta, alcanza la estrella.
  •           Las estrellas de aquella noche, entonces…
  •           Si. Tú y tus amigos  tienen la condena de los destinos iluminados que pueden ser destinos fugaces.


Rocío en ese momento, sintió que una corriente le bajaba por el cuerpo. Dejó salir cada lágrima y abrazó a la abuela.

  •           Tu hija, estás condenada a recordar. A tener una memoria infalible, como yo lo estoy a soñar.


Rocío salió de aquella casa con su hijo en brazos. En otras épocas, hubiese sido Álvaro quien lo llevara en brazos hasta la casa de Rocío. Pero ya no estaba, por lo tanto ella tomó un taxi y fue hasta su casa para enfrentarse con la soledad una vez más.  

La mamá de Lucas entró a la clínica y se encontró frente a frente con Santiago. Sintió el reproche en la mirada de aquel joven y agachó la cabeza. Se veía vieja y acabada con los años. Santiago le dio la espalda y ella entró a ver a su hijo. Con Lucas, la mujer había sido muy distante. Siempre reprochándole sus gustos, su risa, su forma de hablar. No la satisfacían las calificaciones de su hijo, aunque fuese uno de los mejores del salón. Deseaba un hijo futbolista, no un come libros, escribe poemas, afeminado.

Al día siguiente del accidente, Diana despertó ante la mirada de su madre, que en ese instante estaba sollozando. Diana le sonrió  y agarró su mano. La madre llamó al doctor para informarle lo ocurrido. El accidente le había provocado una fractura de su brazo derecho y algunas contusiones que no debían causar preocupación. Para entonces, el entierro de Lucas había dado comienzo en medio del luto de todos aquellos que lo conocieron. Sus alumnos de la Universidad, llegaron para despedir a uno de sus profesores más brillantes. La universidad, luego de ofrecerle una beca a Lucas, lo había contratado y le habían ayudado a prepararse mejor. Durante esos años, Lucas había escrito una novela que poco antes de su muerte estaba en proceso de edición. Diana lamentó no haber estado con Lucas y se sentía inquieta por la actitud de su madre. La notica que le darían, daría un vuelco a  su mundo. 



Por:  JulioCésar.





La invitación que pudo haber llegado  a nombre de Álvaro, llegó a sus  abuelos como muestra  de que aún recordaban a su amigo muerto. La abuela tuvo en las manos la tarjeta y sonrió al recordar a los seis amigos juntos  como cuando les tomó la foto el día de la graduación. El único día de su vida en el que no soñó.

La noche que Lucas vio las estrellas en el cielo, Rocío estaba en el cuarto de Luis terminando la oración nocturna. Por una sensación extraña, Rocío caminó hacia la ventana y vio las estrellas como una ilusión del pasado. Recordó en ese momento que Álvaro le había contado, que luego de la graduación su abuela le había preguntado el motivo de aquel brillo de estrellas en sus ojos y que él, sin entenderlo muy bien, sólo había reído.  Supo ella, en ese momento, a qué se refería la abuela de su amigo. Al día siguiente, recibiría la tarjeta de invitación al matrimonio.

Rocío, desde el nacimiento de su hijo, se había vuelta más intuitiva. Había despertado en ella una especie de sexto sentido, como un segundo olfato para detectar cierto tipo de situaciones. Por eso, al llegar al apartamento de Lucas y ver a Santiago con su amigo en sus brazos, supo que esta vez se había ido para siempre.  Corrió hacia ellos y besó a Lucas en la frente, sin entender muy bien cómo habían hablando antes en la iglesia. Dejó salir sus lágrimas como gotas de una lluvia que se transformaba en tormenta. Poco a poco, en esa profunda tristeza, Rocío comprendió que Lucas sólo había ido a despedirse de ella. Se miró con Santiago y decidieron llevarlo a una clínica. 

Amparo, en la iglesia, ya había dejado de llorar. Todos los invitados se habían ido, menos los abuelos de Álvaro. La abuela se acercó a ella, mirándola con ternura y le dijo:
-Cálmate hija, porque esas lágrimas las necesitaras más adelante. Pero sobre todo, recuerda que las mañanas luminosas traen sucesos inesperados.
Amparo la miró con ira. Se levantó molesta y caminó al centro de la iglesia para gritar maldiciones y desarmarse el peinado. Llegó entonces una llamada, la contestó y corrió en dirección a la puerta de la iglesia para continuar hasta la calle. Diana salió tras ella y la madre de Amparo más atrás. La abuela de Álvaro sólo abrazó a Luis, el hijo de Rocío, y se quedó allí quieta viendo todo.
El día que recibieron la tarjeta de invitación, la abuela, por la noche, soñó que Álvaro iba en una balsa con Lucas como pasajero. Pero luego, una semana antes del matrimonio, soñó con estrellas brillantes que caían del cielo mientras la novia caminaba acongojada. Era algo que no podía evitar. Soñar era su condena y vivir, la única manera de soportar ese peso.

Un carro esperaba a las afueras de la iglesia y Amparo llegó hasta él y subió. Diana iba detrás tan rápido como sus tacones se lo permitían. Cuando Amparo montó en el carro, un hombre la recibió con un beso y luego, arrancó el auto sin mirar al frente. No se percató de Diana quien en ese momento, estaba al frente del carro y salió despedida para terminar contra el suelo. Amparo estaba aterrada, pero el hombre no se detuvo.  Diana quedó inconsciente con la sangre corriendo por su boca.
Una mañana de domingo Álvaro les anunció a sus abuelos que quería ser abogado. Ellos sonrieron y estuvieron de acuerdo. El muchacho amaba su carrera y era un apasionado por todo lo que a ella se refería. Hubo una época en la que los ánimos se caldearon en el programa de derecho de la Universidad pública, la mejor en esa carrera. Querían nombrar como rector a un tipo que nadie podía aceptar, un hijo de cuna de oro que pensaba la educación en cifras y no en calidad. Además, el programa de derecho amenazaba con ser cerrado. Álvaro tomó el liderazgo, su nombre y su rostro empezó a ser conocido. Su abuelo movió cielo y tierra para protegerlo, pues corría el rumor de que las cosas se pondrían peores. Sin embargo, los revolucionarios lograron derrocar al rector y hacer cumplir la votación para elegir al nuevo. El programa de derecho fue salvado.
Mucho tiempo después, cuando Álvaro estuvo en su proceso de pasantías en uno de los juzgados de la ciudad, accedió a verse con su madre luego de un largo camino para lograr aceptarla como parte de su vida. Mantuvieron una relación tensa vía telefónica, que poco a poco fue cambiando. Aquel día, sería la primera vez que tendrían una cita. Sabía que era su madre, porque una mañana al bajar las escaleras de su casa encontró a la misma mujer elegante que los había ayudado la noche del baile de despedida, sentada en la sala. Sus abuelos le dijeron que esa era su madre. Álvaro la miró y huyó del lugar, hasta la media noche cuando regresó. Su abuelo con lo convenció de llamarla y empezar un proceso lento para curar heridas y llenar soledades.
Poco a poco, la mujer logró a cercarse a su hijo y él empezaba a quererla. Esa tarde, Álvaro salió sonriente de la oficina de los juzgados. Iba a ver su madre, después de tantos años. Su grado estaba cerca y las cosas pintaban bien para su futuro profesional. La abuela en sus sueños caminaba por un bosque de estrellas y su nieto, salía de la oficina. Una motocicleta se acercó sin que Álvaro pudiera notarla, el parrillero sacó su arma y descargó ocho tiros sobre muchacho. Su muerte fue al instante. Cayó sobre el pavimento con aquella sonrisa inmutable, que ni la muerte le pudo arrebatar. Comentaron en los pasillos de la Universidad, cuando la notica se corrió, que ese era el comienzo de una persecución hacia los líderes de la revolución pasada. El nuevo rector tuvo que renunciar.
La madre de Álvaro esperaba en el restaurante, para comer con su hijo. Había elegido su ropa con cuidado para no  dar una mala impresión. Cuando su celular sonó, la cara se le iluminó al ver que era una llamada de Álvaro. La policía había marcado el último número que registraba el celular en las llamadas realizadas. La abuela lloraba desconsolada y el abuelo fue a su encuentro, sin comprender nada. Una llamada daría sentido al llanto de su esposa. Su nieto había sido asesinado. La muerte de Álvaro, Rocío no la pudo llorar en el momento, pues, una golpiza que le había propinado Rafael la mandó a la clínica por dos días en los que su madre y Lucas estuvieron a su lado. Pero ella durmió todo el tiempo.
La noticia de la muerte llegó a todos en poco tiempo. Santiago se enteró al llegar a la Universidad, y Lucas, estando en la clínica con Rocío, por una llamada de Santiago. Diana estaba en un ensayo, cuando la notica le llegó. Y Amparo dormía, su madre la despertó para contarle. Álvaro no creía en ángeles. Sólo en las hadas. Por eso, con su muerte obtuvo unas alas de libélula que uso para llegar donde su madre y contemplarla. Luego, voló con sus abuelos para animarlos y su abuela aunque logró verlo no se asustó. Visitó después a sus amigos. Todos estaban en la ciudad, por algún motivo. Se quedó con Rocío mientras Lucas se dormía cansado de cuidarla y le contó cómo se sentía estar tan liviano. Pero ella, no lo escuchó.   
Por: JulioCésar.