La noche que Amparo salió de su apartamento a escondidas rumbo al aeropuerto, miró al cielo y vio las estrellas. Tuvo que esperar toda la noche para salir muy temprano de regreso a su ciudad natal. Esa misma noche, Rocío mientras supervisaba que Luis se bañara mirói por la ventana y también las vio en el mismo instante en el cual Diana, desde el balcón de su nuevo apartamento las veía asombrada. Santiago, se despertó un poco sobre saltado después de haber dormido toda la tarde. Salió al jardín trasero de su caja y al levantar la mirada las contempló al igual que el resto. Todos estaban justo en ese momento, viendo las estrellas.
Amparo regresó luego de tres años, a las 6.30 de la mañana. Una mañana luminosa. Se veía más hermosa que de costumbre. Su vida en ese lapso había cambiado completamente. Había logrado hacer una carrera como modelo, y empezaba a ser reconocida. Además, gracias a su nuevo esposo – porque se había casado por lo civil- empezaba a mostrarse en todas las pasarelas del país. Aquel hombre, Alberto, la quería de verdad. Pero ella, no había logrado quererlo. A pesar de todas las cosas, le resultaba imposible sentir algo por él.
El primer lugar que visitó, fue la casa de Diana pero el padre le dijo que se había mudado a un apartamento en el centro de la ciudad. Amparo con la dirección en mano, llegó hasta el lugar para enfrentarse con su amiga.
- ¿Amparo? – Preguntó Diana al verla del otro lado de la puerta.
- Perdón.
Se habían alejado más de lo que hubiesen imaginado en algún momento. Luego de esos largos tres años, estaban sentadas en el sofá de Diana hablando sobre sus vidas y lo que les esperaba para el futuro. Comentaron los pormenores que ocurrieron luego de que Amparo huyera con su amante. Diana le contó sobre aquel pretendiente al que no se atrevía a aceptar, pero que no le era indiferente. Además, sobre el grupo de rock que había alzado el vuelo sin ella. Se abrazaron para dejar atrás lo que había pasado. En ese momento Amparo supo, que debía hablar con Santiago.
Llegó a la casa de quien tiempo atrás fuese su novio, y la empleada le informó que el joven no quería recibir a nadie con ese nombre. Ella se sentó a esperar hasta que Santiago bajó. Él, al bajar, la miró como quien tiene ante sus ojos un recuerdo desastroso del pasado.
- ¡Santiago! – le dijo emocionada.
- Lo sé todo Amparo.
- ¿A qué te refieres?
- A los abortos, a las infidelidades, a todo Amparo.
Ella lo miró incrédula, pero reconoció en los ojos del hombre que tenía enfrente la seguridad de quien se ha armado de valor para enfrentar la realidad. La imagen de Amparo, para Santiago, se había venido al suelo poco a poco, con cada detalle que Lucas le contaba en las cartas y con las posteriores averiguaciones que el mismo hizo. La mujer que amaba, se le volvía un ser irreconocible.
- Tienes que escuchar ahora mi verdad. – le dijo Amparo.
Santiago la escuchó sin sentarse siquiera, ella le explico cada cosa sin justificarse. Reconoció cada uno de sus errores. Amparo salió de la casa con lágrimas, había esperado por ese momento y aunque creyó estar lista, sintió que desfallecía. Recordó como Santiago la despidió con un beso en la frente. Entonces resolvió caminar y hacer una llamada a su madre que estaba en Australia de vacaciones con su nuevo esposo. Santiago, luego de ver salir a Amparo de su casa, tomó las cartas que Lucas le había escrito y las quemó una por una.
Dos semanas antes de que ocurriera todo lo que ocurrió en el matrimonio de Amparo y Santiago, Rocío tuvo el arranque de valor que le permitió seguir viviendo. Rafael se fue contra ella, que sintió los golpes de su marido con asco. Era las nueve de la noche y Luis se despertó al escuchar los ruidos. Rocío intentó huir de los golpes y protegerse la cara, y escuchaba como su hijo lloraba. El corazón le latía como un tambor y por la cabeza sólo le pasaba la idea de la muerte. Tomó una botella y la reventó contra la cara de aquel hombre que la maltrataba. Este, quedó perplejo y no tuvo tiempo de ver cómo Rocío tomaba el resto de botella que quedaba y en un solo intentó le cortaba la cara dejándole una marca para toda su vida. El hombre salió de la casa sin mirar atrás. Rocío abrazó a su hijo y juntos lloraron. Desde ese día, decidió que Rafael había muerto para ella, que nada sería más importante que su hijo. Rafael sólo llamaba en navidad y en el cumpleaños de Luis.Sentía que Álvaro deseaba eso mucho antes, pero ya no estaba. Pero la consolaba saber, que Lucas lo sabría.
Amparo se sorprendió al llegar a la casa de Rocío y ver a Luis tan grande. Le dio un beso en la mejilla y le pidió que la condujera con su mamá. Rocío se alegró mucho al verla y la invitó a tomarse un jugo de sapote y hablaron por largo rato.
- Siento mucho lo de Lucas.
- Lo sé.
- Me hubiese gustado verte con Álvaro.
Rocío trató de ignorar el comentario, pero le dio vueltas en la cabeza por el resto del día. La única que vez que ella y Álvaro tuvieron un encuentro distinto, fue un domingo mientras dormían a Luis, cuando su amigo se acercó a preguntarle algo al oído y casi que inevitablemente se unieron en corto beso del que nunca se habló. Al despedirse de su amiga, Amparo tuvo un arranque de nostalgia y se le llenó la mente de recuerdos del colegio cuando eran seis y sus problemas se veían en una perspectiva diferente. Cuando eran seis y podían contra todos los demás.
Salió rumbo al cementerio. Ya era casi medio día y el sol parecía más brillante que nunca. Amparo, se percató de aquello pero no sintió ningún sobre salto. Visitó la tumba de Álvaro. Aún lo recordaba como un gran líder. Ese mismo que diseño un plan de gobierno impecable que cumplió a cabalidad durante su periodo de personero.
- Rocío te extraña más que cualquiera. – le dijo mientras le dejaba una rosa blanca.
Llegó a la tumba de Lucas y no supo que sintió exactamente. Siempre había tenido esos sentimientos encontrados. Veía en Lucas un rival poderoso, capaz de despertar en Santiago sentimientos que ella no podía. Los veía conversar y era evidente la empatía que existía entre ellos, pero sobre todos, era evidente lo que Lucas sentía. Sin embargo, lo quería como un gran amigo y lo admiraba por su capacidad oratorio y sus acertados consejos.
- Tú lo amabas tanto como yo. – empezó diciendo. – pero él me escogió a mí. ¿Y yo qué hice? Lo arruine. Pero es que, hasta el día de mi matrimonio tú tenías la ventaja. Siempre ocupaste un lugar especial en la vida de Santiago. ¡Debe extrañarte mucho! Y no te miento, yo también lloré tu muerte. A las personas como tú, es imposible no querer.
Amparo sabía que su esposo la encontraría fácilmente. Pero no imagino cuán rápido sería. Llegó al hotel y allí estaba, en su habitación. La esperaba furioso, con los ojos rojos y las palabras indebidas. Se levantó a penas sintió que ella llegaba. Con sus influencias había sido fácil que lo dejaran entrar a la habitación de su esposa.
- ¿qué haces aquí? – le preguntó ella.
- ¿Estás contenta? – le dijo mientras le volteaba la cara con una bofetada.
Amparo no tuvo tiempo para reaccionar. El hombre la tomó por el cuello y empezó a apretar sin medir su fuerza. Los ojos de ella, se fueron cristalizando mientras su cuerpo perdía fuerza. El hombre lloraba, pero no dejaba de apretar.
- Viniste por él, ¿cierto? ¡Eres una maldita! Te he dado todo. Y me has engañado con todo el que has querido. Desde el fotógrafo hasta el modelito de revista.
Amparo quedó allí con el rostro intacto, con su belleza igual que siempre, pero sin vida. El hombre al cumplir con su acometido, sacó un revólver de su maletín y se disparó en el pecho. Cayó en el acto al piso, mientras en el hotel se desataba una conmoción que motivo a que tumbaran la puerta de la habitación. Rocío, Diana y Santiago recibieron la notica una hora después de lo ocurrido cuando fue una noticia de última hora.
Ha pasado mucho tiempo desde ese día. Años, realmente. Mi madre, Rocío, tiene 94 años y como alguna vez le dijo la abuela de Álvaro, posee una memoria imborrable. Ella, poco a poco me fue contando cada uno de los detalles de esta historia. Fue mucho tiempo escuchándola, investigando, preguntando. Se me ha ido un buen tiempo en esto, pero he descubierto a mi madre una y otra vez suspirando por el pasado. Y eso la rejuvenecido un poco.
La novela de Lucas, se volvió todo un éxito. Hoy es leída por muchos estudiantes de esta ciudad, que reconocen en ella un gran trabajo de escritura. La novela cuenta la historia de la vida de un joven y todas sus vicisitudes para llegar a encontrar el amor. Todo ello, a través de los ojos enamorados de su amigo, quien al final como muestra de su profundo amor, decide irse para siempre a cambio de que el protagonista pueda estar con la mujer que ama. Lucas titulo la obra: “Vivir con Santiago”.
Por su parte Diana, se casó con aquel pretendiente del que le contó a Amparo. Ese fue el único matrimonio que tendrían en el grupo. Y lo celebraron por lo alto. Ese día, Diana y su padre hicieron las paces. Diana y su esposo tuvieron dos hijos, un niño y una niña, a los que llamaron Damián y Rosana. La carrera de Diana entró en proceso maravilloso en el que logró todo lo que se propuso. Además, dejó atrás la historia de la banda y se dedicó a cantar en un bar muy conocido del que su esposo se hizo socio para que ella fuera la estrella de la noche. Un día, las noticas información que Jessid, el baterista, había muerto de una sobre dosis de droga y el grupo desapareció. A sus sesenta años, un cáncer de mama le trunco la vida y se la llevó para siempre.
Santiago, mantuvó una carrera brillante como matemático y fue el entrenador de futbol más recordado de la universidad. Su tesis de grado, aún hoy es el punto de partida de muchas investigaciones. Nunca se casó. Tuvo muchas admiradoras y no faltaba el estudiante tímido que soñaba con el profesor. En un desliz de un viernes por la noche, tuvo una hija con una de sus alumnas. Pero jamás vivió con ella. Se rodeaba de la soledad de su casa, de sus lujos, sus viajes, sus amores fugaces, de su hija y de sus amigas Diana y Rocío que le invadían la casa con sus hijos. Cuando su hija tuvo quince años le dijo que estaba enmaromada de una amiga.
- El amor no avisa hija, simplemente llega.
- ¿No te importa papá?
- Sólo quiero que seas feliz.
Ese día, por primera vez, habló con su hija sobre Lucas y está quedó maravillada imaginando cómo hubiese sido conocerlo en persona y no a través de los ojos de su padre. Santiago le regaló la novela que nunca había querido leer, pero que había comprado en cada lugar dónde la descubría. Murió a los setenta años, de muerte natural. Quedó en su cama tranquilo, pues los años lo llevaron a pensar que había hecho bastante. Su hija para entonces, había formado una familia con la amiga de la que le habló años atrás, y el siempre las apoyó incondicionalmente. Murió en medio de la admiración de muchos y el amor de otros.
Loa abuelos de Álvaro, murieron una mañana de noviembre dos años después del regreso de Amparo. La casa se llenó de mariposa de colores. Y ellos quedaron en su cama abrazados. La abuela, había llamado a su hijo para que fuera a verlos, pero cuando llegó los encontró muertos. De la madre de Lucas, nunca se supo nada más. Y sobre la mamá de Amparo, luego del funeral, nunca más se volvió a saber nada. La madre de Álvaro solía visitarlo con frecuencia, pero dejó de hacerlo de un momento a otro. La madre de Diana, murió enamorada de un hombre que la hizo feliz sus últimos días cuando el corazón le falló. habian pasado tres años de la muerte de su esposo.Tal parece, que con el tiempo, las personas se olvidan al igual que las historias y los momentos.
Hoy mi madre se ha ido a acostar temprano, dice que ha llegado el momento de dormir como los otros. Los vio a morir a todos. Estuvo en el sepelio de todos. Pero ahora, sólo queda ella. Su memoria ha empezado a fallarle desde ayer. Y de una forma increíble, se ve mucho más joven. Se ha acostado con su traje blanco y el cabello recogido. Me ha llamado por tercera vez “Luisito” como si tuviera nueve años, cuando en realidad tengo 75. Sé que morirá y no puedo evitarlo.
Tiene a su lado, la foto que se tomaron el día del grado de bachilleres. A veces, dice verlos en los rincones y que le cuentan secretos. Afuera, la noche cae y las estrellas brillan insistentemente. Mi madre, toda su vida la dedicó a convertirme en la persona que soy hoy. No tuvo ningún otro romance. Su compromiso más fiel, era ir al cementerio a llevarle flores a Lucas y a conversar con Álvaro sobre cómo habían dejado pasar el tiempo en bobadas.
Mi esposa prepara café. Mis dos hijos ya vienen en camino, al igual que los hijos de Diana y Santiago. Soy periodista y suelo escribir cuando el insomnio me gana la pelea. Las palabras de Lucas en su novela, me inspiraron en ocasiones. Mi madre comenzó a contarme está historia con la lentitud de sus años, sacando de su memoria todo lo que había vivido. La veo allí, en su cama, dejandose llevar por la muerte y recuerdo como empezó a contarme todo. Empezó diciendo: “Aquella noche, antes de la graduación, cuando éramos aún seis, vimos al cielo… y allí estaban… las estrellas”.
1ra. Las Estrellas.
2da. Dulces Sueños.
3ra. Cicatrices.
4ta. Pan y Café.
5ta. La cabeza en el Hombro.
6ta. El Matrimonio.
7ma. Una Noche Oscura.
8va. Ráfaga.
9na. Estrellas y Luto.
10ma. Cartas para Santiago.
Por: JulioCesar.
9 de febrero de 2012, 17:42
Un cuento excelente, es el tipo de final que me gustan, no necesariamente malo, pero sin que haya esos finales rosas y empalagosos, creo que deberías ponerlo completo en una sola publicación, puede que sea un hueso para algunos, pero otros lo disfrutaremos mas.